Las Orkney son una serie de pequeñas islas que forman un archipiélago al norte de Escocia. Apartada del resto del país, esta región ha crecido distanciada de la historia y las costumbres escocesas. No sólo el acceso desde cualquier otro punto del país es difícil, pero incluso moverse entre las Orkney es un reto. Algunas de las islas más pequeñas han quedado aisladas por la naturaleza y, para llegar a ellas, ha sido necesario idear vías de transporte tan insólitas como el vuelo comercial más corto del mundo.
De Westray a Papa Westray
Al norte de las Orkney hay un par de islas que, sin importar los 2.7 kilómetros de aguas del Mar del Norte que las dividen, mantienen un intenso contacto entre ellas. Los aproximadamente 600 habitantes de Westray viajan seguido, a veces a diario, hasta la vecina Papa Westray, para visitar a alguno de sus 90 residentes permanentes.
Desde la cumbre de los acantilados de ambas islas se puede disfrutar de vistas incomparables, además de que también tienen sitios arqueológicos importantes y ciertas tradiciones que también les dan cierto interés turístico.
A pesar de que existe un servicio de ferry para cumplir con la comunicación entre Westray y Papa Westray, los viajeros también tienen la alternativa de viajar por aire en un traslado tan breve que en varias ocasiones ha roto su propio récord como el vuelo comercial más corto del mundo.
Desde 1967, esta peculiar ruta ha sido operada por la aerolínea regional Loganair, que oficialmente establece el tiempo de vuelo en minuto y medio. Sin embargo, el viaje, de por sí corto, suele ser aún más rápido e incluso ha rebasado los 53 segundos desde el despegue hasta el aterrizaje.
Pero, su corta duración no es lo único que podría resultar poco convencional para los viajeros. Este servicio express es único en el mundo de muchas otras formas.
¿Cómo es viajar en el vuelo comercial más corto del mundo?
Los servicios aéreos entre Westray y Papa Westray se realizan con una frecuencia diaria para recorrer más o menos la distancia que mide la pista de despegue del aeropuerto de Edimburgo.
Este vuelo es prácticamente la única actividad que reciben los pequeños aeropuertos de ambas islas, por lo que no es necesario llegar con la anticipación que otros viajes requieren. El check-in se hace 25 minutos antes de abordar y en realidad es un proceso muy casual, para el que a veces ni siquiera hay que llevar una identificación porque la tripulación conoce bien a sus pasajeros usuales. Tampoco hay filtros de seguridad, ni boletos.
De hecho, el acomodo de los pasajeros es organizado por la tripulación para balancear el peso a bordo y asegurar el vuelo de la pequeña avioneta bimotor Britten-Norman Islander. Dentro hay espacio para apenas ocho pasajeros, además del piloto.
¿Lo mejor? Después del aterrizaje, Loganair entrega certificados a todos los pasajeros para validar que estuvieron a bordo del vuelo comercial más corto del mundo. El precio por el viaje tampoco es demasiado costoso, aunque quizá podría serlo si se considera su corta duración, pues el minuto y medio de vuelo ronda las veinte libras.
Desde luego, la viabilidad de un vuelo así ha sido cuestionada constantemente y algunas autoridades han estudiado la alternativa de crear un puente que conecte ambas islas y otras de las Orkney, facilitando los viajes en la región. Sin embargo, a la fecha no se ha empezado ningún proyecto parecido.