Hay ciudades como Chicago, Barcelona o Nueva York que precisamente son conocidas por sus construcciones. Ya sea por su tamaño, novedosos materiales o diseño inédito. La historia de la arquitectura ha quedado grabada en lugares específicos, donde alguna vez convergieron talento e ideas revolucionarias.
Pero, más allá de las ciudades obvias, hay otros lugares imperdibles que han cambiado el rumbo de la arquitectura. A pesar de su importancia, aquí las construcciones han trascendido sólo entre libros y verdaderos conocedores. Eso sí, quien tropieza con sus calles, aunque sea por error, no podrá dejar de caer cautivado. Estos son algunos destinos que, a pesar de estar llenos de joyas de la arquitectura, permanecen por debajo del radar, al menos en comparación a otras regiones importantes.
Desierto de Estados Unidos
La tierra seca y los climas extremos en el desierto fronterizo de Estados Unidos no suelen ser fértiles, pero puede que la gran excepción sea la arquitectura. Al contrario de la vegetación o la vida silvestre, y aunque quizá desde lejos no lo parezca, este terreno ha sido ideal para el surgimiento de propuestas de diseño revolucionarias, además de atraer a algunos de los arquitectos más talentosos de la historia.
Los desiertos de Sonora, Chihuahua y Mojave ponen a prueba cualquier intento de construcción, pero, en un esfuerzo por adaptarse al difícil terreno, han surgido estilos únicos en el mundo, como el característico Pueblo Revival. Influenciado por las construcciones nativas americanas que habían sobrevivido la adversidad del desierto desde tiempos inmemorables, sus materiales y formas se adaptan al ambiente, haciéndolos ideales para lugares como Arizona, Nuevo México o Nevada.
Lo más característico del Pueblo Revival son sus techos planos, la distribución de sus pisos en multiniveles, ventanas pequeñas y, sobre todo, el uso de adobe en la construcción. Además de regular las temperaturas en su interior, este material es práctico y se puede fabricar con lo que se encuentra en el desierto, de ahí que su uso milenario se haya transmitido a la arquitectura moderna. Algunos de los edificios más distintivos de este estilo son el Museo de Arte de Nuevo México, el Hotel La Fonda en Santa Fe o Painted Desert Inn en Arizona.
Pero, no todos los edificios de la región han recurrido a las técnicas tradicionales para resguardarse del clima. Lo mejor de la arquitectura moderna también ha dejado su huella en el desierto estadounidense, con la intervención de figuras como Frank Lloyd Wright quien escogió Scottsdale, Arizona, para construir su residencia de invierno. La famosa Tailesin West ha trascendido como una de las obras más significativas de Lloyd Wright, donde integró los rasgos más reconocibles de su estilo, como techos volados y amplios ventanales, con el ambiente natural que lo rodea, incluso utilizando las piedras y la arena del desierto para construir sus muros.
Después de esta obra angular, la arquitectura en la región se activó y procedió a convertirse en uno de los destinos imperdibles para visitar grandes obras modernas, como la surreal Chapel of the Holy Cross que sobresale, imprevista, de las piedras naranjas de Sedona o el Scottsdale Museum of Contemporary Art.
Stuttgart, Alemania
Quizá opacada por los otros grandes destinos de Alemania, como Berlín, Hamburgo o Múnich, esta ciudad suele pasar inadvertida para la mayoría de los viajeros. Famosa por su enorme actividad industrial y por ser la “cuna del automóvil”, más que cualquier otra cosa. Pero, lo cierto es que Stuttgart está lleno de edificios que revolucionaron el rumbo de la arquitectura y que son imprescindibles para entender su estado actual.
De hecho, se podría decir que el barrio más importante de la arquitectura moderna está aquí: la colonia Weissenhof. Justo en el límite norte de la ciudad, esta fue un experimento necesario, como respuesta a los estragos que había causado la Primera Guerra Mundial. Durante la primera mitad del siglo XX, la principal preocupación de la arquitectura era resolver la crisis de vivienda que atravesaba Europa, pero para eso también sería necesario replantearse la idea de lo residencial y lo doméstico, creando modelos más costeables, aunque siempre poniendo por delante el diseño de calidad.
Mentes como Le Corbusier o Mies Van der Rohe tuvieron que desafiar los estándares tradicionales de la construcción para sortear este reto, experimentando con nuevas formas, procesos estandarizados, componentes en serie y materiales industrializados que redujeron los costos. Así surgió el movimiento moderno, que alcanzó su cumbre en 1927 con la creación de Weissenhof.
Los principales arquitectos de la época, como Josef Frank, Peter Behrens, Bruno y Max Taut, además de los propios Corbusier y Van der Rohe, se dieron cita en Stuttgart para realizar una treintena de viviendas en una exhibición de los fundamentos del modernismo. El encuentro dejó un testamento de diseño invaluable, entre el que se cuentan obras como la Casa Doble. Hoy en día varías de las construcciones se mantienen en perfecto estado, permitiendo ver más de una decena de obras cruciales en un recorrido de menos de un kilómetro.
Arkansas, Estados Unidos
Cuando uno piensa en un viaje por lo mejor de Estados Unidos, es muy probable que Arkansas no figure en el itinerario. Quizá a lo mucho para recorrer el camino entre otros estados más populares en un viaje en auto, o tal vez para asomarse rápido a su colindante Río Mississippi.
Pero, cuando se trata de arte y arquitectura, este estado sureño no decepcionará a sus visitantes. Durante los últimos años, la inversión en las grandes ciudades de Arkansas también ha atraído talento, propuestas disruptivas y diseños frescos, convirtiéndose, contra todo pronóstico, en uno de los mejores destinos para entender la actualidad de la arquitectura en Estados Unidos.
Entre las personalidades que han trabajado en la región se encuentra Jeanne Gang, una de las arquitectas estadounidenses más prolíficas, que junto con su equipo rediseñó el Arkansas Museum of Fine Arts en la ciudad de Little Rock. El edificio, originalmente construido en 1937 cambió casi por completo, con detalles como su característico techo ondulante y nuevos pabellones con paredes de cristal que permiten una fusión del edificio con el entorno natural que lo rodea.
El reconocido arquitecto Moshe Safdie también ha experimentado en la región, con el diseño del Crystal Bridges Museum of American Art. Esta estructura de concreto con techos ovalados surge en medio de los Ozarks y se adapta al ambiente boscoso de la región. Además, en el museo también puedes visitar la Bachman-Wilson House de Frank Lloyd Wright que fue reconstruida con todos sus componentes y materiales originales dentro de las instalaciones.
Inspirado por el diseño de la Escuela de las Praderas, fundada por el propio Frank Lloyd Wright, Euine Fay Jones construyó otra de las joyas arquitectónicas escondidas de Arkansas: la Thorncrown Chapel. Al norte del estado, cerca de las Eureka Springs, pero prácticamente en medio de la nada, se levanta está capilla que parece una estructura abierta donde la densa maleza entra sin obstrucciones, pero que en realidad está rodeada por enormes ventanales de cristal para apreciar mejor el bosque a su alrededor.
Tel Aviv, Israel
Si bien Alemania es la capital oficial y el lugar de origen de la Bauhaus, su sitio más prolífico estuvo fuera de casa, en Tel Aviv. En 1933, tras el ascenso del nazismo al poder, la escuela de diseño, en ese entonces dirigida por Mies Van der Rohe, tuvo que cerrar sus puertas por la presión y el acoso oficial. Quienes pudieron se quedaron en Alemania, otros de sus exponentes viajaron a lugares como Estados Unidos y varios de sus miembros judíos siguieron la diáspora que se movía a territorio palestino, entonces bajo mandato británico, donde una nueva ciudad se estaba construyendo para recibir a los más de 60 mil migrantes que venían llegando.
En ese entonces, en Tel Aviv urgían los fundamentos de la Bauhaus para construir nuevas viviendas funcionales y de bajo costo, de ahí que se haya convertido en la ciudad con más edificios de este estilo en todo el mundo. Durante la década de los treinta, se construyeron alrededor de 4,000 inmuebles con las especificaciones originales de la escuela, importadas por arquitectos que huían del régimen en Alemania, como Arieh Sharon, Carl Rubin o Ben-Ami Shulman.
Poco a poco, las calles se fueron pintando de un solo y característico color, en comunión con los principios de la Bauhaus, y se formó la famosa “Ciudad Blanca”, uno de los mejores destinos en el mundo para ver arquitectura que incluso ha sido declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Basta con un paseo bajo el sol por las calles de Tel Aviv para comprender los fundamentos de funcionalidad que cambiaron la historia del diseño e incluso trascienden hasta los criterios de edificación de la actualidad. Hoy todavía se pueden ver algunos de los edificios más característicos de este movimiento en la ciudad, incluyendo el Thermometer Building, la Rubinksy House o el Cinema Ester.
Chandigarh, India
No hay nada como un lienzo en blanco para que un artista de rienda suelta a sus ideas más transgresoras. Una metáfora que quizá aplica más para disciplinas pictóricas, pero que también les ha sucedido a unos cuantos arquitectos afortunados. La urbanización moderna ha podido plasmar sus más grandes sueños de planeación y orden, trazando avenidas y levantando edificios desde cero, en famosos proyectos como Brasilia o Canberra y otros quizá menos conocidos como Chandigarh en India.
En cualquiera de estas ciudades utópicas y modernas, creadas por decreto, colisionan los ideales políticos con los principios artísticos. Puede que la funcionalidad para las burocracias y el gobierno opaque cualquier pretensión estética. Pero, para la fortuna de sus habitantes y, desde luego, de los amantes de la arquitectura, en Chandigarh triunfó el diseño.
Tras la independencia de India y Pakistán de Reino Unido, en 1947, la provincia india de Punjab perdió su capital en la partición y reorganización territorial del país. En lugar de reubicarla en una ciudad existente, el primer dirigente del país, Jawaharlal Nehru, decidió construir una nueva capital que funcionara como un símbolo de la modernidad en la que India independiente pretendía ingresar. Nehru escogió al urbanista estadounidense Albert Mayer para plasmar su sueño, sin embargo, éste abandonaría el proyecto en 1950. Fue Le Corbusier, uno de los más famosos arquitectos de la época, quien terminó los trabajos en 1953.
Enfocado en su característico estilo funcional y modernista, Le Corbusier planeó una ciudad inspirada en el cuerpo humano, estrictamente dividida por sus principales actividades. Las zonas industriales y de trabajo se concentran en sus respectivos sectores, al igual que los lugares residenciales y aquellos destinados para el esparcimiento. Todo pulcramente planeado y conectado por un sistema de caminos y avenidas.
Aunque Chandigarh fue criticada por desentonar con el entorno y tener poca utilidad para la sociedad india, aquí Le Corbusier pudo construir a gran escala y con pocas limitaciones. Algunas de sus obras más memorables, como el monumento Le Main Ouverte, el edificio de la Corte o el Palacio de la Asamblea, hacen Chandigarh uno de los mejores destinos para los amantes de la arquitectura.