Una estatua dorada de casi 15 metros recibe a los fieles que llegan al BAPS Swaminarayan Akshardham. Es un monumento a Suami Naraian, religioso y figura central del visnuismo, una corriente hindú que lo considera la reencarnación terrenal de un ser supremo. Y aunque las estatuas que le rinden ofrenda son más comunes en ciudades indias, como Ahmedabad, Surat, Bhuj o Delhi, su más gigantesco ejemplar se encuentra inesperadamente lejos del seno del hinduismo.
De hecho, a varios continentes de distancia, en Nueva Jersey, donde se ha construido el segundo templo hindú más grande del mundo: un complejo de 74 hectáreas, con más de 30 santuarios y una sala de oración con aforo para mil personas. Pero, si el BAPS Swaminarayan Akshardham no atrae la mirada de los curiosos por sus dimensiones monumentales, entonces lo hará por su particular arquitectura.
Tal y como en India
La distorsión del paisaje es surreal. Una construcción que más bien ubicaríamos al sur de Asía, surge inesperada en medio del camino que conecta Nueva York con Filadelfia, en el pequeño condado de Robbinsville. Y es que el complejo fue diseñado con apego a tradiciones milenarias, con la intención de ser un reflejo preciso del legado de la cultura hindú.
Por ejemplo, las Sikharas, unas estructuras destinadas a la oración de pequeños grupos, están construidas en forma de cono y profundamente cargadas por fuera, como se acostumbraría en otros templos del mundo. Además, todo el complejo está adornado con cerca de 10,000 estatuas que aluden a símbolos y personajes de la tradición religiosa.
Además, en el complejo se construyó un estanque escalonado, también típico en otros centros religiosos hindúes, que contiene agua de los 108 ríos sagrados de India y de los 50 estados que conforman el territorio estadounidense.
En medio de todo se encuentra la verdadera joya del complejo: el Akshardham Mahamandir. Este es el templo central del BAPS Swaminarayan Akshardham y desde luego está a la altura de todo lo que lo rodea. Hablamos de un edificio de 58 metros de altura, construido en su totalidad con mármol de Carrara, del cual fueron necesarios cerca de 1,900 metros cúbicos, además del trabajo de muchos artesanos y aún más constructores voluntarios.
Una auténtica odisea de la construcción
Para construir el segundo templo hindú más grande del mundo, sólo por detrás del Angkor Wat de Camboya, fueron necesarios 12 años de trabajo, aproximadamente 13 mil voluntarios, cerca de 2,000 artesanos, algo así como 56 mil metros cúbicos de diferentes tipos de mármol importados desde Europa y una inversión de más de 150 millones de dólares.
El plan para edificar un templo de esta magnitud en Estados Unidos surgió desde 1971, pero el BAPS Swaminarayan Akshardham apenas fue inaugurado en septiembre del 2023. De hecho, pronto perderá el lugar de plata entre los templos hindúes de mayor tamaño, cuando el Templo del Planetario Védico en Māyāpur, en India, termine su construcción, proyectada para finales del 2026.