Una ola polar en distintos puntos del planeta ha dejado a su paso paisajes improbables, para prueba, las Cataratas del Niagara congeladas hace poco más de una semana. Ahora, el desierto del Sahara se ha cubierto de nieve a causa de una ola de frío en Europa y Estados Unidos que, por su intensidad, ha tenido gran impacto en el norte de África.
El desierto del Sahara es único por el color de la arena, que media entre el dorado y el naranja, destaca por ser el más grande del mundo con 9 millones de kilómetros cuadrados y sus dunas son un espectáculo natural imponente con hasta 200 metros de altura. Sin embargo, en los últimos tres años ha modificado por completo su paisaje gracias a nevadas inesperadas.
La transformación en Aïn Sefra, Algeria comenzó el domingo con una ligera tormenta de nieve que poco a poco, se fue asentando sobre las dunas. El resultado es una capa blanca de 40 centímetros de grosor que lo cubre todo y ha dejado, casi por descuido, algunas zonas donde aún se aprecia el color de la arena.
En 37 años, los pobladores de Aïn Sefra sólo han presenciado algo similar en tres ocasiones: en 1979, 2016 y 2017, ahora se añade el incipiente 2018. Este pequeño pueblo, mejor conocido como “la puerta al desierto”, cuenta con tan sólo 35 mil habitantes y, durante el invierno, las temperaturas descienden hasta -10 grados Celsius, paradójicamente eso no acondiciona el entorno para nevadas regulares, sino la cantidad de agua del ecosistema.
Por lo anterior, este paisaje que se repite por cuarto año consecutivo es una anormalidad que ha transformado las dunas del desierto en pendientes perfectas para esquiar y deslizar trineos. Aquí una galería.