“La vida sería mucho más agradable si uno pudiera llevarse a dónde quiera que fuera los sabores y los olores de la casa materna”, escribió Laura Esquivel Valdés en su memorable Como agua para chocolate, una de las novelas mexicanas más famosas a nivel internacional que tiene, como eje, sitios y momentos que son clave para la creación de lazos en nuestra cultura: la cocina, la mesa, la hora de la comida, los sabores, los aromas, las texturas. Tita, la protagonista, cocina con una pasión tal que es capaz de transmitir sus emociones —y contagiarla a las demás— cuando ejecuta sus recetas. Una especie de “poder” que, en mayor o menor medida”, tenemos todas las personas que disfrutamos el acto de cocinar y que vemos a los alimentos que creamos como una ofrenda amorosa para dar a nuestros seres queridos.
Todo aquel que se ha aficionado al arte de preparar grandes guisos (porque hasta los más sencillos adquieren grandeza al compartirse), puede identificarse con la novela mencionada y con esta circunstancia: una olla que era suficiente no lo es más, las hornillas de la estufa no nivelan el fuego como desearíamos, los utensilios acumulados a lo largo de los años ya no son suficientes. Conforme la búsqueda de la perfección en los platillos avanza, las exigencias del cocinero también aumentan. Esto lo sabe Teka desde hace casi cien años. Y es por eso por lo que esta marca de origen alemán se ha dedicado a fabricar equipos que nos ayudan a agilizar y perfeccionar procesos de cocina, acercándonos —con sus electrodomésticos— a la sensación de ser un chef profesional cuando preparamos la comida en casa.
Por medio de sus productos, Teka aporta soluciones e innovaciones reales a la cocina, ese espacio que en México concebimos como el corazón del hogar. Un lugar donde no solo se preparan alimentos, sino que se comparten confidencias, se crean complicidades, se trabaja en equipo y se tejen recuerdos. Gracias a las innovaciones tecnológicas que aporta Teka, cocinar es un acto más placentero y, sobre todo, más eficaz, lo que nos deja tiempo para el disfrute y la inspiración. Porque la ambición de todos quienes nos acercamos al fuego es crear sabores y olores que nuestros invitados quisieran llevarse a dónde quiera que fuera para hacer su vida mucho más agradable.
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