No importa si es un vuelo corto, para muchas personas transportarse en avión es sinónimo de tener dificultades digestivas. Esto básicamente es otra más de las reacciones que el cuerpo tiene ante el aumento de la presión atmosférica. Así como los oídos se tapan conforme el avión pierde o gana altura en poco tiempo, el sistema digestivo también reacciona a la compresión de aire en el espacio reducido de la cabina.

Explicado un poco más científico, los cambios en la presión de la cabina y la saturación de oxígeno, junto con la vibración y el movimiento del avión, pueden inhibir el vaciado gástrico, razón por la que te puedes sentir hinchado, con gases y náuseas.

Algunos pasajeros pueden ser más susceptibles que otros a presentar este tipo de síntomas, además de que la duración del vuelo también juega un papel importante cuando se trata de estos malestares. Desde luego que un viaje de una hora no tendrá tantas repercusiones como un trayecto de 14 horas.

El estrés también puede ser el culpable de estos problemas digestivos. Investigaciones sobre el tema han demostrado que el intestino tiene una gran relación con el cerebro. Por ejemplo, las personas que sufren de ansiedad por volar liberan una hormona que reduce el flujo sanguíneo y el oxígeno al sistema digestivo, interfiriendo con su funcionamiento óptimo.

¿Cómo evitar problemas digestivos mientras vuelas?

Sin embargo, existen varias maneras de evitar inflamarte (tanto) mientras viajas. Primero, evitar comidas pesadas antes de abordar ayudará a reducir cualquier malestar.

Además, mantenerte hidratado también servirá para que tu organismo siga trabajando como de costumbre. Hay que mencionar que cada vez que volamos, el cuerpo humano tiende a deshidratarse de manera significativa.

Como ayuda extra, también deberías de evitar vino, café o bebidas carbonatadas antes y durante el vuelo.