No cabe la menor duda de que una cerveza o un buen vino siempre saben mejor a diez mil pies. Aunque, hay opiniones divididas entre si es conveniente o no tomar en un avión, lo cierto es que es inevitable que se nos antojen ciertas bebidas mientras volamos. Curiosamente, uno de los cócteles más solicitados en aviones es el bloody mary.
Quizá para muchos suene como una elección extraña para beber a bordo, e incluso puede que quienes lo ordenan también sientan curiosidad por su antojo. ¿Es esto simplemente una coincidencia o existe una explicación lógica de por qué el bloody mary (y otras bebidas) se disfrutan tanto en un avión?
Hay quienes sugieren que el cambio de presión provoca alteraciones en nuestros antojos. Un estudio de la Universidad de Cornell también sugiere que el ruido del motor suprime los sabores dulces, aumentando así el deseo de sabores salados y umami.
Pero, el vicepresidente de alimentos y bebidas globales de Emirates Airlines, Daren Bott, ha explicado en entrevistas que la ciencia detrás de este peculiar pero irresistible antojo, tiene que ver con nuestros niveles de hidratación durante el viaje.
Las condiciones en la cabina, con temperatura y humedad controladas durante todo el vuelo, son los factores que más afectan nuestra percepción del sabor. Nuestras cavidades nasales y orales tienden a deshidratarse, provocando que algunos sabores y aromas se vuelvan opacos, mientras que otros se intensifican.
El principal factor detrás del amor en vuelo por este cóctel a base de tomate radica en la alta acidez de este fruto, que estimula la salivación, asegurando así una boca bien hidratada. Además, su bajo contenido de azúcar también contribuye a que los pasajeros se mantengan relativamente hidratados durante el vuelo.