Gante es el secreto por descubrir de Bélgica, un destino inadvertido tan hermoso como Brujas pero con mucho menos visitantes. Además de sus serpenteantes canales, el medieval Castillo de los Condes y clásicos culturales como la Adoración del cordero místico, obra maestra de Van Eyck, se trata de un lugar con diseño y boutiques de moda de avanzada, b&b vanguardistas para hospedarse y un excelente mercado de pulgas rebosante de ofertas vintage. Además, una agitada vida nocturna que te tomará por sorpresa, con bares y clubes alrededor de la plaza Vlasmarkt que continúan la fiesta hasta las primeras horas de la mañana.
Arranca tu recorrido en uno de los bares ubicados frente al agua en el muelle de la calle Korenlei y sus magníficas casas góticas. Asegúrate de pedir un vaso de Roomer, el delicioso aperitivo local hecho de aromática flor de saúco y 21 hierbas secretas. Incluso puedes ir a visitar la destilería para descubrir cómo se hace. Aparte de su animada escena restaurantera, Gante tiene una variedad de sitios únicos para comer y beber vino que ameritan la búsqueda. Tierenteyn luce más como una botica que un delicatessen, y aunque las repisas están llenas de tarros de cerámica con especias y hierbas, todos vienen aquí por su excepcional mostaza, que data de 1790 y cuya receta es un misterio.
En el barrio bohemio de Patershol, en el interior de una espléndida mansión barroca, está Temmerman, la confitería favorita de Gante, donde ocho generaciones de la misma familia han confeccionado speculoos, galletas de jengibre, y una gama de dulces pícaros como los mammelokkers (literalmente “mamadores”, por la leyenda de un prisionero llamado Cimon). Gante tiene su propia lechería, Het Hinkelspek, justo en el corazón de la ciudad, donde se pueden probar quesos orgánicos de vaca y de cabra, acompañados de un vaso espumante de Lousberg, la cerveza que fermentan ellos mismos.
Ningún viaje a Bélgica está completo sin una visita a una tienda de chocolates. Todos los nombres famosos —Neuhaus, Godiva, Leonidas— están en el centro, pero los verdaderos adictos al chocolate se desvían de la ruta convencional hasta Yuzu, donde el maestro chocolatero Nicolas Vanaise crea trufas que parecen obras de arte de caligrafía, mezclando extrañas combinaciones de sabores y texturas, como limón y café, chile, jengibre y maíz.
No importa en dónde reserves para cenar, deja tiempo para unos tragos por la tarde en un bar increíble que se ha convertido en una institución legendaria de Gante. El T’Dreupelkot sólo sirve vasos letales de la especialidad belga: geniévre (ginebra), en más de 200 sabores. Puedes probar una ginebra añejada tan buena como un whisky single malt, un sabroso trago con sabor a limón o uno marinado con chiles que te volará la cabeza. La barra la preside Pol, un fumador de puros que al inicio puede parecer gruñón pero es un anfitrión muy simpático.
Los cinco mejores restaurantes
Naturell
Este es el foodie más reciente y por lo tanto, la mesa que debes reservar para una comida inolvidable. La cocina aquí es toda verduras. El chef Lieven Lootens me dice: “Suceden tantas cosas en torno a la comida en Gante que simplemente quise ser parte de esto. Mi restaurante principal está fuera de la ciudad, así que traje a los mejores cocineros jóvenes de mi brigada aquí y los instalé en Naturell, mientras que yo sólo me aparezco cada cierto tiempo para ver cómo va todo”. Naturell tiene una ubicación de foto de postal, justo junto al río, y los clientes se sientan en un salón ventilado y luminoso que da a la cocina abierta. Los entusiastas jóvenes aderezan los platos de manera dramática, creando platillos visualmente deslumbrantes con tantas verduras y encurtidos que casi parecen jardines.
J.e.f
Lo primero que salta a la vista acerca de este restaurante rústico es que la mayoría de las mesas sientan al menos entre ocho y diez personas, y eso se debe a que el concepto aquí es compartir. El chef Jason Blanckaert exclama: “Estoy harto de los chefs que imponen sus menús de degustación. La gente sentada alrededor de la mesa debería compartir, así se hace un alboroto en el comedor, la gente pide más platos y prueba más de mis recetas”. Al trabajar directamente con los productores del campo en los alrededores, el siempre cambiante menú presenta platillos irresistibles como la panza de cerdo a fuego lento con coliflor y encurtidos hechos en casa, o merluza cruda marinada con berenjena, pepino e hinojo. Las verduras son sólo de temporada —no hay espárragos de Perú— pero no esperes una salsa muy elaborada porque aquí los protagonistas son los ingredientes. Y no te pierdas su emblemático tuétano, rebanado a lo largo y cubierto de jugosos caracoles, puré caliente de perejil y pan ahumado.
Publiek
El chef Olly Ceulenaere está al frente del movimiento Flemish foodies, y se volvió una estrella de manera instantánea cuando abrió las cocinas de Volta (volta-ghent.be), un restaurante de diseño impresionante en una antigua sala de turbinas. Sigue valiendo la pena visitar Volta sólo por sus interiores, pero en enero de 2014, Olly abrió Publiek, un diner acogedor y discreto, porque “quería cambiarme a un lugar más pequeño para crear una cocina personal. Tenemos dos filosofías muy diferentes durante el día. Yo creo que la gente come distinto a la hora de la comida, así que servimos un menú fijo saludable, ligero y sobrio, basado mucho en las verduras. En la tarde la mayoría de la gente comienza con el menú de degustación de cinco tiempos que inevitablemente se extiende a 6 o 7 platillos”. Aunque la cocina sea gourmet, el ambiente es casual —no hay manteles, los meseros llevan pantalones de mezclilla— porque en Gante ya no hay barreras de clase cuando se trata de salir a cenar. Los locales que normalmente reservarían en los restaurantes elegantes y formales sienten curiosidad de inspeccionar la cocina experimental en los sitios bohemios de los Flemish foodies. Prueba de ello son los platillos esencialmente simples pero absolutamente deliciosos de Ollie: col coronada de anguila ahumada y virutas de chirivía, o arenques marinados cubiertos de rábanos pequeños, habas y algas ahumadas.
De Superette
Trabajando con la misma filosofía de “cocina sencilla” que René Redzepi de Noma, el chef flamenco Kobe Desramaults atrae a los peregrinos foodies de toda Europa a su restaurante de culto In De Wulf, perdido en medio del campo. Pero también puedes probar su comida en Gante, ya que Kobe está rodeado de una tropa de acólitos con ideas afines, uno de los cuales se instaló como chef hace dos años en De Vitrine, un gastro-bistro en el centro de la ciudad localizado en una antigua carnicería, y su última empresa abrió el mes pasado. De Superette es una tienda de barrio maravillosamente kitsch que ha sido transformada en una cafetería y panadería hipster. Se construyó un horno gigante de última generación y el estupendo aroma del pan recién horneado flota sobre los comensales todo el día.
El diseño es sumamente vanguardista: sillones de piel maltratada y sofás de terciopelo, paredes de ladrillo pelón y collages de fotos del Día de Muertos y la lucha libre. Durante el día, la comida se compone esencialmente de sopas y ensaladas saludables, mientras que por la noche el menú es más complejo, pero aún así de precios razonables, incluyendo pizzas gourmet. La lista de vinos se concentra en la nueva tendencia de vinos “naturales” sin sulfitos, y uno de los mejores mixólogos de Bélgica hace los cocteles —altamente recomendable es su receta de ginebra, vermouth, absenta y jarabe de té de menta.
Het Gouden Hoofd
Este restaurante es una de las direcciones más cool para descubrir en Gante, y no la clase de lugar que encontrarías en una guía turística. A sólo cinco minutos de distancia a pie del centro de la ciudad, “La cabeza dorada”, acaba de abrir en un almacén de carnicería convertido —todavía conserva el letrero original sobre la entrada que dice Dyna-Meat— con enormes refrigeradores industriales. Por la apariencia, podrías estar en el Meatpacking District de Nueva York. Aquí todos están tan interesados en la música como en la cocina, desde jazz hasta The Doors y del merengue a Bob Marley, con una colección de viniles que se tocan en un tocadiscos vintage. La joven banda de cocineros trabaja con productos de temporada y el menú cambia cada día, con grandes ollas de carne y verduras burbujeando desde temprano para producir platillos originales como bok choi chamuscado con lomo de cerdo ahumado y puré de calabaza. Los precios son accesibles, y si no quieres una comida completa, pide el plato para compartir de 12 euros, un festín de tapas con el famoso jamón ahumado de Gante, paté hecho en casa, encurtidos, rábanos, quesos añejos y salami. Excelente selección de vinos naturales, cervezas artesanales y cocteles creativos