Tom Turcich salió de su casa en Nueva Jersey el 2 de abril de 2015, justo antes de cumplir 26 años, con el gran objetivo de conocer el mundo. No sólo pensaba en las grandes ciudades y los destinos obvios, si no en “llegar hasta nuevos lugares y entender a la humanidad, viviendo la cotidianidad en cada parada”. Caminar le pareció la mejor forma de lograrlo y después de siete años, más de 45 mil kilómetros y 38 países diferentes se convirtió en apenas la décima persona en haber recorrido el planeta a pie.
Con la única compañía de su perrita Savannah, a quien adoptó en un refugio durante los primeros días, Tom hizo el viaje con el que muchos sueñan, pero que muy pocos se animan a emprender: caminó la extensión de los cinco continentes e incluso llegó a la Antártida. En sus propias palabras, “la ruta le cambió la vida”.
A través del camino conoció a cientos de personas, visitó sitios recónditos y probó cosas nuevas, pero también se encontró con varios obstáculos que estuvieron cerca de hacerlo desistir. Así fue la extraordinaria vuelta al mundo de Tom Turcich.
Una motivación especial
A muchos viajeros se les pasa por la cabeza en algún momento de la vida, pero en la mayoría de los casos se archiva como fantasía. Hace falta un verdadero motivo para viajar por el mundo durante siete años y aún más para hacerlo caminando. Después de todo, sólo 10 personas en la historia han completado la misma hazaña.
Tom Turcich encontró su motivación después de perder a una amiga muy cercana en la adolescencia. Su muerte temprana lo sacudió, llevándolo a evaluar lo efímero de su propia vida y “reconsiderar qué es lo que quería lograr en su breve estancia”. Después de años de desconcierto y dudas, dio por casualidad con la historia de Steven Newman, el primer hombre en recorrer el mundo a pie, según los Guinness World Records.
La posibilidad de hacer un viaje similar invadió a Tom por completo y, desde entonces, se convirtió en su única meta. Pasó su tiempo en la universidad planeando el camino y ahorrando suficiente para hacer un viaje de dos años. Pero, para su fortuna, justo antes de salir consiguió el patrocinio de una empresa local que le permitió extender la aventura lo necesario para recorrer el mundo con tanta profundidad como él quería.
Así, en abril del 2015, más de nueve años después de que la idea le vino a la cabeza por primera vez, Tom Turcich empezó a caminar desde su casa en el norte de Estados Unidos, con rumbo hasta lo más profundo del sur.
La ruta
El único objetivo que Tom tenía en mente cuando empezó a planear su ruta era viajar a través de cada continente sin ningún tipo de burocracia. Lo cierto es que, a pesar de que planeó todo durante años, su gran viaje no terminó resultando como se lo imaginaba.
En realidad, los siete años de caminata no fueron ininterrumpidos. Enfermedades, trámites y, desde luego, la pandemia de Covid interfirieron con sus planes y tuvo que regresar a casa en varias ocasiones.
A pesar de todo, terminó una hazaña digna de los Récord Guinness, que reconocen una vuelta al mundo cuando un viajero recorre al menos 29,000 kilómetros, a través de todos los meridianos, para regresar al mismo lugar de donde salió. Tom Turcich además recorrió a pie todos los tramos terrestres del viaje, empujando una pequeña carriola donde llevaba algo de comida, ropa y equipo para acampar donde la noche lo encontraba.
En esas condiciones Tom cumplió su primer año de viaje, después de haber recorrido todo Estados Unidos, México y Centroamérica, hasta llegar a Panamá. De acuerdo con él, esta fue una de las etapas más duras de toda la ruta. No sólo por los errores inexpertos, sino también por haber cruzado algunos de los trechos más solitarios que encontraría en todo el mundo, justo en el centro de Estados Unidos.
Por eso, una vez que se hizo camino hasta el sur del país, en la ciudad texana de Austin, no dudó ante la oportunidad de sumar a una compañera a su viaje y adoptó a su perrita Savannah, una pastora australiana que lo acompañaría hasta el último destino de su larga aventura.
Después de haber cruzado la mitad de América a pie, Tom y Savannah tuvieron que tomar un vuelo desde Panamá para saltar la espesura del Tapón de Darién, una densa selva que divide naturalmente Centroamérica y Sudamérica, y llegaron a Colombia. El siguiente año lo pasaron recorriendo el sur del continente e incluso llegaron a la Antártida, en un barco desde Argentina.
A los dos años de camino, sólo quedaba cruzar el Atlántico y seguir el viaje en un nuevo continente.
Tramos cuesta arriba
Después de regresar a casa por algunas semanas y tramitar los permisos necesarios para viajar a Europa con Savannah, Tom Turcich llegó a Reino Unido para seguir con la ruta. Le tomó algunos meses cruzar lo largo y ancho de Irlanda y Escocia antes de encontrarse con un imprevisto que amenazó con ponerle fin a su viaje: una enfermedad lo tuvo entrando y saliendo del hospital en Londres por semanas, hasta que tuvo que decidirse por regresar a Nueva Jersey.
Frustrado por los tempranos imprevistos de un viaje que en realidad apenas comenzaba, Tom empezó a dudar sobre la viabilidad de la travesía que había imaginado años atrás y, a pesar de que en pocos meses ya estaba de regreso en Europa, fue difícil retomar la ruta con la misma energía y motivación.
En su blog y redes sociales, Tom documentó las dudas que empezaba a sentir y como la soledad del camino lo afectaba. Aún sin recuperarse por completo de su padecimiento, atravesó el frío en destinos como Dinamarca y Alemania, intentando mantenerse firme en su meta, a pesar de las condiciones adversas.
El frío se fue aligerando conforme Tom y Savannah se movían al sur. Pronto llegaron a Italia y después a Portugal, desde donde se unieron al Camino de Santiago. Un viaje dentro del viaje, esta caminata legendaria, recorrida por miles de peregrinos antes y por otros cientos junto con Tom, lo llevó hasta las profundidades de España. Entre el calor y la compañía, fue recuperando la motivación que estaba buscando, e incluso fue suficiente para aventurarse a territorio africano.
Más personas que destinos
En esta nueva etapa, un poco después de cumplir los cuatro años caminando, el viaje de Tom Turcich empezó a cambiar para dejar de ser una aventura solitaria y enfocarse en las personas en cada destino. Mientras caminaba, también iba aprendiendo lo suficiente del idioma local como para poder mantener una conversación con quien surgiera por el camino.
Así conoció a decenas de personas en cada ciudad, pueblo y carretera por donde paso y fue descubriendo la vida cotidiana en cada rincón del mundo, tal y como se lo imaginaba antes de salir de Nueva Jersey.
En Turquía fue invitado a una boda, también hizo amigos en algunos lugares por donde nunca habían pasado otros extranjeros y, sobre la recta final de su viaje, incluso conoció a su novia.
Un final obligado
Corría 2019 y la prioridad para Tom Turcich era precisamente seguir buscando esos rincones donde no se sentía turista. Tras haber recorrido extensamente los Balcanes y caminar a Turquía, Tom se convirtió en el primer civil en haber cruzado a pie el puente de Bósforo y así llegó a su cuarto continente: Asia.
Junto con Savannah, tomó rumbo hacía las montañas del Cáucaso, para adentrarse en los territorios desconocidos de Azerbaiyán y Asia Central. Sin embargo, justo cuando se preparaba para entrar a los cinco años de viaje, llegó un suceso mundial que le impidió seguir recorriendo el mundo: la pandemia de Covid.
El plan original de Tom Turcich implicaba recorrer los cinco continentes y, desde luego, llegar a destinos imperdibles como Mongolia, Tailandia o Australia. Pero, la emergencia sanitaria internacional tuvo que frenar sus aspiraciones en seco y pasó varios meses atorado en la región.
En lugar de regresar a casa de inmediato, como tantos otros viajeros, improvisó buscando nuevos destinos e incluso llegó hasta lugares como Kirguistán o Uzbekistán, a poblados en las montañas donde no había demasiada civilización, ni otros turistas más que él admirando las maravillas naturales del paisajes.
Así cumplió seis años caminando por el mundo, hasta que finalmente en agosto de 2021, mientras caminaba por Kirguistán, tomó la decisión de volar hasta Seattle para empezar la última ruta que lo llevaría a casa y, por fin, terminaría con su aventura.
La recta final
Tom y Savannah empezaron así un recorrido a pie por Estados Unidos. Fueron de costa a costa, volviendo a encontrar rastros de lo conocido, después de haber estado tan lejos como se puede estar.
Más que conocer y detenerse a observar, en esta etapa final del viaje a Tom lo invadió una necesidad apremiante por llegar a la línea de meta. Después de haber caminado alrededor de treinta kilómetros diarios durante siete años, sólo quería descansar y estar con su familia de nuevo.
Finalmente, el 21 de mayo de 2022, Tom regresó a su ciudad natal en Nueva Jersey para concluir un viaje a pie por el mundo y convertirse en la décima persona en hacerlo. Al mismo tiempo, Savannah logró ser el primer perro del que se tenga registro en haber logrado la hazaña.