A menos que vivas bajo una piedra, o no tengas redes, deberías saber que Islandia se está convirtiendo en uno de los destinos más populares de todo el mundo. Ya sea por sus impresionantes paisajes naturales, las decenas de hikes que puedes hacer o para ver auroras boreales, este destino se ha vuelto uno de los más visitados y, como era de esperarse, los efectos de este crecimiento exponencial ya se está viendo reflejados en precios y regulaciones.
La primera ministra del país, Katrín Jakobsdóttir, anunció que en 2024 se implementará un nuevo impuesto turístico, que los viajeros a Islandia deberán cubrir, para balancear el impacto que dejan en sus mares y tierras. Los detalles aún se están discutiendo.
Hay que recordar que Islandia pretende alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2040 y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para 2030. Para lograrlo, cuenta con un Plan de Acción Climática, el cual contiene 48 acciones a las que se sumará este nuevo impuesto para los viajeros.
Esta no es la primera vez que Islandia intenta frenar el crecimiento turístico, pues hace algunos años se habló de una tarifa para visitar sus sitios más famosos, aunque nunca se aprobó. Finalmente, se introdujo un impuesto sobre el alojamiento, que se suspendió durante la pandemia, pero era cuestión de tiempo antes de que se reanudara esa tarifa y se aplicaran otras nuevas.
Impuestos viajeros: una tendencia global
Este tipo de medidas para controlar el turismo masivo y, al mismo tiempo, preservar la sustentabilidad del destino, se están empezando a ejecutar en varias partes del mundo.
Indonesia ha estado discutiendo la posibilidad de un impuesto turístico en Bali desde antes de la pandemia y fue este mes que anunció que a partir del 14 de febrero de 2024, se aplicará un impuesto de 150,000 rupias indonesias para todo visitante que planee ir a Bali.
Por otro lado, a partir de la primavera de 2024, Venecia implementará una tarifa de 5 euros a todos los visitantes mayores de 14 años.