La realidad de la Ciudad de México puede ser abrumadora, pero un viaje siempre funciona para recargar pilas y despejarte de todo. Este fin de semana, me subí al coche y me dirigí a Nuevo León para encontrar aire, paisajes abiertos y, lo más importante, una oportunidad de liberarme de las redes sociales. Dejé de lado el celular de todos los días y me llevé un celular básico, sin internet, sin cámara frontal y sobre todo, que me permitiera estar cien por ciento presente.
El Inicio: Ciudad de México hacia el Norte
Partiendo temprano desde la Ciudad de México, la autopista hacia Querétaro fue el primer tramo. A pesar de ser una de las rutas más transitadas, logré evitar la constante tentación de revisar el celular. Sin notificaciones ni actualizaciones, el camino se sentía diferente, más presente. Atravesar la Sierra Queretana fue una experiencia de contacto visual con la naturaleza, sin la distracción de capturar el mejor ángulo de la foto.
Encontrando tranquilidad
Conforme iba avanzando y me dirigía hacia el noreste, las áreas urbanizadas comenzaron a desaparecer, dándole paso a paisajes montañosos y valles abiertos. Esta ruta, menos convencional, llevó mi viaje por tramos rurales entre Coahuila y Nuevo León, donde las paradas se hacían en pequeñas comunidades o gasolineras aisladas. Cada pausa me permitió disfrutar de la simpleza del entorno, sin la urgencia de compartirlo en redes.
Una parada improvisada en la Sierra de Arteaga, un paisaje de pinos que parecía sacado de otro mundo. Sin cámara, solo observando, respirando el aire fresco, y dándome cuenta de lo liberador que es no sentir la presión de documentar cada momento.
La desconexión
Viajar con un teléfono básico fue un reto al inicio. No poder revisar noticias, el clima o mis publicaciones resultaba incómodo, pero pronto se transformó en una libertad inesperada. Las conversaciones con mis acompañantes fluían sin interrupciones, y los paisajes que descubríamos eran disfrutados plenamente. La falta de cámara frontal significaba que no habría selfies, solo recuerdos vívidos en mi mente.
Toda esta experiencia me recordó a la iniciativa que HEINEKEN lanzó recientemente con “The Boring Phone”.
El destino final: Monterrey y Heineken Silver Live Out
Después de días de desconexión, el viaje culminó en Monterrey en el Heineken Silver Live Out, celebrado el pasado sábado 12 de octubre en Monterrey, HEINEKEN utilizó tecnología infrarroja para enviar un mensaje a quienes intentaban grabar el concierto. El mensaje decía: “Guarda este concierto en tu memoria, no en tu celular”. Un recordatorio perfecto de que a veces lo más importante no es lo que puedes capturar con una cámara, sino lo que puedes vivir en el momento.
Fue un choque de energía, después de estar alejado del mundo digital, regresar a un lugar lleno de música y vida fue revitalizante.
Este roadtrip fue más que un simple viaje físico. Fue una invitación a desconectarse de las redes y reconectar con lo que realmente importa: la experiencia, los paisajes y los momentos compartidos. Y en un mundo donde estamos constantemente conectados, el Boring Phone se convirtió en el símbolo perfecto de que, a veces, lo más valioso es vivir el presente.
Una prueba de que no hay nada como vivir el presente.