Hay muchas personas que llevan sus responsabilidad laboral más allá de las típicas ocho horas diarias. Tampoco es raro ver a empleados trabajando los fines de semana para cumplir con sus tareas, consultar el correo electrónico desde la cama, o incluso trabajando durante las vacaciones.
Pero, con el equilibrio entre la vida laboral y personal como una prioridad cada vez más importante, algunos países han tomado cartas en el asunto, comenzado a experimentar con la semana laboral de cuatro días e incluso proponiéndola en sus legislaciones. Este cambio ha generado debate sobre cómo podría ser una semana laboral más corta y si sería una solución efectiva para aliviar el agotamiento laboral.
Los países con las semanas laborales más cortas
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una entidad internacional que agrupa a 38 países, incluidos EE. UU., Grecia, Nueva Zelanda y Suecia, recopiló datos sobre la cantidad de horas que los empleados trabajan en una semana típica en todo el mundo. Aunque los datos más recientes provienen de 2020, ofrecen una perspectiva clara de cómo se organiza la jornada laboral en países desde Italia hasta Islandia.
El país con la semana laboral más corta, según la OCDE, es los Países Bajos, con un promedio de solo 29.5 horas semanales. Esto se traduce en una jornada laboral de cuatro días, con días de trabajo de apenas 7.37 horas. Dinamarca le sigue con un promedio de 32.5 horas semanales, mientras que Noruega registra 33.6 horas. En Suiza, los trabajadores dedican 34.6 horas a la semana a su empleo, mientras que Austria, Bélgica e Italia tienen jornadas laborales promedio de 35.5 horas semanales.
Los países con las semanas laborales más largas
En el extremo opuesto, el país con la semana laboral más extensa entre los miembros de la OCDE es Colombia, donde los empleados trabajan un promedio de 47.6 horas a la semana. Turquía le sigue con 45.6 horas semanales y México ocupa el tercer lugar con 44.7 horas laborales semanales.
¿Es viable una semana laboral más corta?
La posibilidad de implementar una semana laboral de cuatro días está ganando terreno en varios países, incluido Estados Unidos. Otros, como los Países Bajos y Dinamarca han demostrado que trabajar menos horas no necesariamente significa una reducción en la productividad. De hecho, podría ser clave para mejorar la calidad de vida de los empleados, reducir el estrés y fomentar un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal.
Aunque no todos los países pueden adaptarse fácilmente a este modelo, los datos de la OCDE sugieren que hay espacio para reevaluar las largas jornadas laborales en muchos lugares.
