Es innegable que San Cristóbal de las Casas es uno de los pueblos mágicos más entrañables de nuestro país y sí, aun cuando recorrerlo en dos días es completamente razonable podrías pasar una semana feliz allí. Sin embargo, para los viajeros de fin de semana, este es un plan perfecto.
Día 1
Mañana
Llega al Hotel Bo para el check-in, el primer hotel boutique de lujo que abrió en la ciudad hace una década. Al entrar se siente inmediatamente el poder relajante del agua y por eso lo llamaron Bo, que en tzotzil (una de las lenguas mayas) significa “agua”.
El arquitecto Germán Velasco no dejó nada al azar y se inspiró en los hexágonos de las calles de San Cristóbal de las Casas para hacer el mismo tramo en algunas paredes; utilizó la paleta de colores de San Juan de Chamula a lo largo de las habitaciones y los espacios comunes, y quiso hacer de este hotel un lugar cómodo para ver llover.
Todo aquí es estimulante y reconfortante para los sentidos. Come en Lum, el restaurante de Bo, que ofrece una cocina de mercado y de tradiciones mexicanas con giros que le da la mirada del chef Víctor Olivera, como un tamal de conejo con mole y crujiente de champiñón o lechón en pipián de chipilín y ensalada de la milpa. Para el postre y el café, dirígete a Cafeología, un café de especialidad con su propia tostadora, dirigido por Jesús Salazar, un gran conocedor de los granos y de lo que ofrece la región de Chiapas.
Quienes atienden son baristas profesionales que guiarán la experiencia, ya sea de un filtrado o de un espresso. Lo interesante es que el trabajo de los caficultores se destaca, pues cada paquete de café cuenta la historia de ellos al describir las características de su producto.
Tarde
Recorre las calles de esta ciudad para tomarle el pulso. Camina hacia el Centro de Textiles del Mundo Maya, un museo para conocer más de este oficio artesanal que se ve por todo el estado de Chiapas y cuyo legado se pasa de generación en generación. La tienda Sna Jolobil, que se encuentra en el exterior, es uno de los lugares recomendados para adquirir piezas de calidad. Lo interesante de la tienda es que los anaqueles están divididos según las diferentes comunidades mayas, lo cual ayuda para aprender sobre los estilos.
A pocos pasos se encuentra la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, que, como muchos otros templos, se encuentra cerrada temporalmente por los estragos que causó el sismo de 2017. Ésta fue la primera iglesia barroca en Chiapas construida por la orden dominica, la cual evangelizó a la mayor parte de la población indígena de la región.
Detente para admirar la fachada, que encierra muchos detalles. Dos águilas bicéfalas resguardan el nicho central donde se encuentra el padre santo Domingo de Guzmán. Además de todos los santos, descubre el entramado geométrico, vegetal, zoomorfo, como el niño dentro de una concha marina cuyos brazos son serpientes o los ángeles con colas de sirenas. El despliegue del barroco latino y su exuberancia se encuentran plasmados en estos altorrelieves.
Camina hacia la plaza principal de la ciudad, llamada 31 de Marzo, donde se encuentra la catedral de San Cristóbal de las Casas. Si bien comenzó su construcción en 1528, no fue sino hasta 1815 que fue finalizada. Lamentablemente, los movimientos telúricos que se presentan en la zona han tenido sus consecuencias y también se encuentra cerrada desde 2017. Sin embargo, se puede apreciar su fachada, que ostenta un barroco más contenido y austero, y, al mismo tiempo, la fuerza del amarillo y el rojo de sus paredes. Cuando llega el atardecer, la edificación adquiere una luz muy especial, ideal para fotografiarla.
Camina por los dos andadores peatonales (Avenida 20 de Noviembre y Real de Guadalupe) que recorren el Centro Histórico y en los que se siente el ajetreo de la ciudad con los vendedores ambulantes, cafés, restaurantes y distintos negocios comerciales.
Noche
Hace poco fue inaugurado Blom, un bar de coctelería que les pone toda la intención, seriedad y esmero a sus creaciones, con una propuesta única en la ciudad. Se encuentra dentro de Casa Dugelay, una hermosa construcción esquinera que acoge otros dos restaurantes y la boutique de artesanías y textiles Doce Lenguas.
Este bar se inspiró para su diseño y arquitectura en los viajes antropológicos y arqueológicos del danés Frans Blom, quien dedicó su vida a la investigación y la exploración de la región, en especial de la selva Lacandona. Las mesas son baúles de viajes y las sillas remiten a los morrales de un explorador con sus correas de cuero.
El bar donde reposan las botellas convive con los libros a manera de biblioteca, evocando la que inauguró Blom en su casa en los años cincuenta, la cual se especializa en cultura maya. Los cocteles fueron creados por José Luis León, director de bares de Ritual H, al que pertenece el celebrado Limantour de Ciudad de México.
La carta, inspirada en los recorridos de Frans Blom, también fue creada con la intención de darle un lugar destacado a los destilados de la región, como el pox y el comiteco, y a las bebidas refrescantes, como el pozol. Los cocteles tienen nombres relacionados con este estado, como El Valle de Comitán, La Gran Selva, Ocosingo o Maya Country, y se pueden acompañar con platillos como un aguachile de camarón a las siete pimientas, brochetas de res, una hamburguesa, dips artesanales, entre otros. Durante la estadía destina un tiempo para visitar Na Blom, la antigua casa de este explorador ahora convertida en museo y hotel, para conocer un poco más sobre su legado.
Día 2
Mañana
Con la agencia de experiencias Abetravesías, reserva un vuelo en avioneta para ver desde el cielo la belleza deslumbrante de la zona arqueológica de Chincultik, las lagunas de Montebello, la reserva de Montes Azules y la enorme laguna de Miramar, lugares a los que a veces no se puede llegar fácilmente en auto o para los que se necesitan varios días de recorrido por tierra.
Si se dispone de más tiempo y dinero, la avioneta puede aterrizar, por ejemplo, cerca de Palenque, donde, además de visitar el lugar, se puede organizar un pícnic en las cercanías. Si el deseo es experimentar algo más breve, también se puede reservar un recorrido por el cañón del Sumidero y navegar por el río Grijalva durante un par de horas. Un imponente paisaje se devela entre paredes rocosas de tonos negros, rosas y grises, y con la generosidad de la vegetación. Hay que contemplar hacia arriba el acantilado que, en su punto más alto, alcanza los mil metros.
Tarde
Comida informal en el recientemente inaugurado Club de Lechones para comer unos tacos o unas gringas de lechón. Por medio del hotel se puede organizar una visita a alguna de las comunidades textiles de la región, como la que se encuentra en San Andrés Larráinzar.
Ahí, los hombres en su mayoría tejen los tapetes en telar de pedal y con la técnica de nudos, y las mujeres son las que dominan el arte del telar de cintura y el punto de cruz. Trabajan tanto los diseños tradicionales como el Muk’ta luch, un símbolo del universo maya representado en forma de rombos que se repiten continuamente en el acabado final.
Para darse una idea del trabajo artesanal que hacen, un tapete de 90 cm de ancho por 1.50 m de largo tarda en su elaboración alrededor de 15 días. Esta comunidad también trabaja de la mano de la diseñadora Margarita Cantú, cuyo sello distintivo tanto en tapetes como rebozos y prendas de vestir son las atractivas calacas.
Para conocer todo el trabajo que Cantú ha realizado a lo largo de 10 años visita su taller en el Centro Histórico de San Cristóbal de las Casas, donde expone la mayoría de las piezas. Para ver parte de los textiles que elabora esta comunidad, pero con diseños tradicionales, dirígete a la tienda Xyk Tejidos de Chiapas. Otro de los almacenes de textiles que vale la pena conocer es Camino de los Altos, ubicado en la Plaza de San Agustín, un bello espacio que cuenta con varias propuestas gastronómicas, como también tiendas y cafés.
Noche
Cena en Tierra y Cielo, restaurante de cocina chiapaneca a cargo de Marta Zepeda y Kievf Rueda, quienes buscan resaltar los ingredientes y las tradiciones culinarias del estado según una óptica moderna. Estos chefs son unos apasionados en promover y difundir la cocina de Chiapas, haciendo uso, por ejemplo, del queso de cuadro, el chipilín (una hierba típica del estado), el ningüijuti (un mole con puerco) y el tascalate (bebida representativa a base de maíz), entre muchos otros.
Albergado en una linda casona con techos de vigas de madera y un amplio patio, aquí vale la pena pedir el menú degustación “Saboreando Chiapas”, que contempla platillos como el tamal de fiesta con azafrán y guisado de pollo, aguachile de pepita, camarón y cecina ahumada o el lechón con ningüijuti y quelites frescos.