La primera vez que probé el menú que Maycoll Calderón estaba preparando para Huset quedé sorprendida. Entonces, la casa —que hoy es un multiespacio con restaurante, bar, centro de yoga y tiendas—, no era más que una obra negra. Esa tarde de sábado, los albañiles iban y venían, mientras dos niños jugaban en el centro del patio, entre montañas de grava.

Al fondo, en la todavía improvisada cocina, Maycoll y Gil, su fiel subchef, hicieron aparecer delicias. Primero, la sopa de calabaza con hongos silvestres y cebollín, en la que el sabor de los hongos se complementaba perfecto con la textura de la calabaza. Después los gnocchis, que desde entonces (y hasta el fin de los tiempos) seguirán siendo mis favoritos del menú, con crema de limón, hongos y parmesano.

Pero eso no fue todo, el desfile de ese día incluyó ensalada de duraznos con cerezas, arúgula y burrata; camarones; huachinango al grill con caldo de hinojo y vegetales de verano; robalo a la leña y las deliciosas albóndigas con sofrito, hinojo y cotija. Desde entonces tuve la fortuna de ir al primer ensayo de menú y, una vez que Huset estuvo oficialmente abierto, cené también ya como clienta regular.

Nada ha cambiado en el restaurante del chef venezolano: la comida que sale de su cocina sigue siendo la misma, honesta y deliciosa. En una ciudad donde la gastronomía se ha vuelto sinónimo de sofisticación, da gusto comer en un espacio relajado que recuerda al campo y a la naturaleza, y donde la comida sencillamente bien hecha es la protagonista.

Un último tip: acaban de estrenar los brunchs, puedo adelantarles que el chef guarda bajo la manga un pan francés como-para-morirse.

Qué probar

Para empezar

Sopa de calabaza con hongos silvestres y cebollín.

De primero

Robalo a la leña con puré de camote y jitomates cherry.

De segundo

El pollito rostizado en su guiso. Pide un Enate rosado para acompañar la comida y ve con todos los amigos que puedas, las mesas son grandes y así puedes compartir y probar de todo.