1. San Ángel
La visita a este barrio del sur de la ciudad plantea el dilema de lo inabarcable. ¿Cuándo se acaba lo bonito? Más allá del donaire que le otorgan su carácter histórico y su innegablemente hermosa arquitectura, San Ángel es uno de esos lugares en los que uno se reconcilia con la ciudad y le perdona cualquier mala pasada.
Rincón: El atrio del convento de San Jacinto, una suerte de jardín botánico con agaváceas, árboles de varias especies, y calzadas para recorrerlo (su claustro no se queda atrás, por cierto).
Calle: Amargura, obviamente. Y valgan sólo dos detalles para justificarlo: el Callejón de la Amargura y la casa con el número 25 (antes 11).
2. Coyoacán
Coyoacán es el pueblo novohispano por antonomasia, y reúne todos los espacios que hacen la dicha de un paseante: parques, plazas, librerías, edificios históricos, bares y restaurantes; además de teatros y espacios culturales, por no mencionar sus mercados o sus distintos barrios (cada uno con su propia iglesia).
Momento: Día de Muertos en la Casa de Emilio el Indio Fernández, donde se erigen altares a gente del cine y la cultura mexicanas.
Calle: El Callejón del Aguacate, un laberinto entre Miguel Ángel de Quevedo y Francisco Sosa.
3. Ciudad Universitaria
Inaugurada en 1952, la Ciudad Universitaria aloja las principales instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México. El plan maestro es obra de Mario Pani, Enrique del Moral y Domingo García Ramos, quienes invitaron a un nutrido grupo de arquitectos para hacerse cargo de las 3,000 hectáreas que la componen.
Detalle: El mural Abstracción Intregada, del guatemalteco Carlos Mérida, sobre Insurgentes, a la altura del MUAC.
Acierto: El Jardín Botánico, con sus colecciones de plantas de todas las regiones del país.
4. Pedregal
La historia de Jardines del Pedregal es muy particular y la lista de artistas, arquitectos y urbanistas que intervinieron en su diseño, una tupida constelación. Se trata de un fraccionamiento desarrollado sobre la nada. No. Más bien de una colonia erigida sobre los restos de la erupción del volcán Xitle en el siglo II.
Rincón: El animal del Pedregal o Animal herido de Mathias Goeritz.
Calle: Avenida de las Fuentes, el circuito desde el cual se ramifica todo el fraccionamiento.
5. Nápoles
Entre los antiguos pueblos de Mixcoac y Tacubaya, las vecinas colonias Ciudad de los Deportes y Nápoles nacieron de un impulso similar. Si bien sólo se concluyeron dos obras, su relevancia es por demás contundente: la Monumental Plaza de Toros México y el Estadio Azul, ambos a desnivel del suelo.
Rincón: La clásica heladería Chiandoni, sobre Pensilvania.
Desviación: El Parque Hundido es otro gran espacio que aprovecha las excavaciones de la antigua fábrica de ladrillos.
6. Xochimilco
Es difícil precisar a qué género de turismo se ajusta una visita al centro de Xochimilco. La idea de encontrarse en un espacio habitado desde hace 1,000 años despierta el interés por lo antiguo (y hay itinerarios para satisfacerlo), pero lo más sobresaliente es lo contemporáneo, y es aconsejable ir con una expectativa acorde.
Primera piedra: Una tribu nahuatlaca fundó el pueblo en 1350, a la orilla de un lago que también se llamó Xochimilco.
Urbanistas: Fray Alonso de Soto estuvo a cargo de las obras de San Bernardino, Francisco Goitia, el pintor, organizó obras de ampliación y organización de las vialidades, pero fueron manos anónimas las que edificaron chinampas, habitaciones y capillas.
7. Ajusco
“El Ajusco” (Parque Nacional Cumbres del Ajusco) es una de esas áreas boscosas y rurales que nos recuerdan que en la Ciudad de México no todo es asfalto. El aire aquí es fresco y, en verano, húmedo. Y el paisaje, muy verde. En las zonas que todavía se mantienen sin habitar predominan los encinos, los pinos, oyameles y muchos helechos.
Rincón: El vivero, que tiene ejemplares miniatura de los enormes árboles del bosque.
El puesto: Quecas Mary, en la cabaña que está sobre el camino principal antes de que se bifurquen los senderos.