Entre la obra de Frank Lloyd Wright hay algunos de los edificios más icónicos del siglo XX. Por solo mencionar algunos están el museo Guggenheim de Nueva York o la casa de la cascada en Mill Run, Pensilvania. Estos edificios reflejan a la perfección la idea de arquitectura orgánica que este artista desarrolló, según la cual las construcciones debían de adaptarse a su ambiente, incluir planos abiertos y combinar el interior con el exterior.
Entre las obras de este famoso personaje (para muchos, el arquitecto estadounidense más famoso del siglo XX) también es posible encontrar edificaciones singulares que no se parecen a nada. Un ejemplo de esto es la Casa Hollyhock, que a pesar de vivir en las calles de Los Angeles su estructura se inspiró en las zonas arqueológicas de la península de Yucatán. Esta vivienda fue la primera obra de Wright en la costa oeste de los Estados Unidos y al verla, es difícil ignorar la influencia precolombina que hay en ella.
Gusto moderno e inspiración prehispánica
El interés de algunos estadounidenses por las culturas originarias nació en 1843 cuando se publicó un artículo llamado Los Incidentes de viaje en Yucatán de John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood. Este texto despertó la curiosidad de numerosos científicos, arquitectos y hombres de letras por las ruinas mayas; por la misteriosa civilización que había habitado las selvas del sureste de México y de América Central.
En las décadas siguientes, y gracias a los primeros trabajos arqueológicos que se realizaron durante el Porfiriato, la intelectualidad del país vecino del norte fue a conocer de cerca los pormenores de estos hallazgos.
Los espacios abiertos y las grandes dimensiones de las antiguas ciudades prehispánicas fascinaron a muchos creadores de la época. A inicios del siglo XX muchos artistas no dudaron en tomar elementos precolombinos para elaborar diseños. En aquellos días era muy popular que artistas e intelectuales hicieran viajes al sur de la frontera, uno de ellos fue Frank Lloyd Wright.
El arquitecto estadounidense no era ningún extraño en México y viajó en numerosas ocasiones al país. Estuvo en contacto con muchos colegas mexicanos (como Juan O’Gorman, Pedro Ramírez Vázquez o Mario Pani) e incluso llegó a ser nombrado miembro honorario de la Academia Nacional de Arquitectura de México en 1943. Además de visitar la Ciudad de México y Ciudad Universitaria, también recorrió algunas zonas arqueológicas. En estos parques observó con cuidado la influencia que los espacios ejercían en las líneas y las formas. Fue tanta su impresión, que de este viaje diseñó la casa Hollyhock.
La casa Hollyhock
La Casa Hollyhock fue un encargo personal a Wright de parte de Aline Barnsdall, heredera de una de las mayores fortunas petroleras de la época. Barnsdall le pidió al arquitecto que creara una residencia que fuera mitad jardín y mitad casa. De esta manera, Wright diseñó un espacio con numerosas pérgolas, terrazas y columnatas que fusionan las áreas interiores con las exteriores. Esta construcción recordó a las formas que tenía Puuc en Yucatán. Sobre todo por sus terrazas que no sólo aprovechan el cálido y gentil clima de Los Angeles, sino que además ofrecen espectaculares vistas sobre el valle y los Hollywood Hills.
La Casa Hollyhock fue la primer obra de Wright en la costa oeste, y a la fecha se mantiene como una de las más conocida en Los Angeles. Fue construida entre 1919 y 1921, y su nombre proviene de las malvas (hollyhocks en inglés) cuyas representaciones decoraron el mobiliario y las ventanas, dado que estas flores eran las favoritas de Barnsdall.
De residencias para artistas a centro cultural
El diseño de la residencia creció y creció hasta adquirir dimensiones gigantescas. La casa Hollyhock terminó con 17 habitaciones y siete baños, y su dueña no se pudo acostumbrar a ella. Barnsdall decidió entonces deshacerse del complejo y no terminar su plan original que era construir una colonia para artistas.
La heredera ofreció la residencia y los 11 acres de terreno que la rodeaban al condado de Los Angeles para que los usaran como un parque y una biblioteca pública. Aunque al principio la ciudad rechazó la oferta, tras cuatro años decidieron tomarla y crearon una zona verde dedicada a Theodore Barnsdall, el padre de Aline.
En la actualidad, la antigua casa y las áreas verdes que la rodean componen la Barnsdall Art Park Foundation, una organización sin fines de lucro que busca hacer de la antigua casa un centro artístico, cultural y educativo para toda la ciudad.
Barnsdall Art Park Foundation
4800 Hollywood Boulevard, Los Angeles, California. Estados Unidos.
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