En una planicie desértica en Perú, cerca del océano Pacífico (a unos 400 km al sur de Lima) se encuentra uno de los enigmas arqueológicos más grandes del mundo: las líneas de Nazca. Aunque su existencia se conoce desde el siglo XVI, este fenómeno comenzó a ser estudiado de manera científica hasta la primera mitad del siglo XX. Y ahora, un equipo de arqueólogos japoneses de la universidad de Yamagata ha descubierto más de estos misteriosos geoglifos.
El hallazgo pudo realizarse gracias a la combinación de métodos de excavación arqueológica tradicionales y de tecnología de punta. Para el hallazgo se usaron fotografías satelitales e imágenes 3D e incluso se empleó inteligencia artificial. Gracias a estas herramientas, se encontraron imágenes de serpientes, peces, llamas, alpacas y formas humanas, que se estima fueron realizadas alrededor del año 100 d.C.
Arqueología tradicional e inteligencia artificial
Se estima que las líneas de Nazca fueron “dibujadas” entre el año 500 a.C y el 500 d.C. Esto se puede deducir gracias a la cultura homónima que se desarrolló en los valles del actual departamento peruano de Ica. Cada una de ellas fue realizada siguiendo el mismo proceso: excavar y remover la capa más superficial de la tierra para dejar expuesta la arena blanca debajo.
Las más pequeñas (de hasta 50 metros de largo) usualmente representan animales o figuras antropomorfas, mientras que las más grandes muestran formas geométricas o trazos abstractos. Asimismo, la enorme cantidad de figuras que hay demuestra que fueron hechas a lo largo de un proceso continuo que, según los arqueólogos, se extendió por alrededor de un milenio.
De cerca, las líneas lucen como simples cercos en el suelo. Se necesita estar lejos (o preferentemente volar sobre ellas) para poder apreciar las formas que poseen. Sin embargo, su definición ha disminuido considerablemente con el paso del tiempo, hasta el punto de volverse casi invisibles a simple vista. Debido a esto el equipo arqueológico en el sitio usó un software de inteligencia artificial para escanear diversas imágenes del terreno e identificar perfiles que podrían ser líneas de Nazca. Una de las obras resultó ser una figura de un hombre de pie, de 4 metros de extensión.
Un enigma de dos mil años
La existencia de las líneas de Nazca es conocida desde el siglo XVI, cuando el conquistador español Pedro Cieza de León reportó haber visto “señales en algunas partes del desierto que circunda Nazca”. El primer estudio en forma fue realizado hasta 1930. Aunque había algunas teorías que sostenían que los trazos eran simples caminos o dibujos que tenían una función ritual, el arqueólogo Paul Kosok determinó que efectivamente las líneas tenían un carácter astrológico/astronómico.
Uno de los principales misterios en torno a estas líneas (que se extienden sobre un territorio de 450 km cuadrados en las llamadas pampas de Jumana) es el objetivo con el cual fueron trazadas. Si bien se les ha asociado con los extraterrestres, los arqueólogos afirman que se realizaron para llevar a cabo rituales astronómicos. Para ello, es de gran ayuda examinar las cerámicas y diversos objetos que se han encontrado en las proximidades del páramo, pues estos restos ayudan a investigar sobre la manera en que las líneas eran utilizadas en su momento.
Visibilidad que conlleva protección
Las líneas de Nazca son el grupo de geoglifos más importante e impresionante del mundo, pues en ningún otro sitio del planeta existen grabados de semejante tamaño, número, y diversidad. Desafortunadamente, para poderlas observar con claridad hay que tomar un avión, esta dificultad ha limitado el cuidado de los inmensos dibujos.
El líder del equipo arqueológica, el profesor Masato Sakai, informó que para garantizar la conservación de estas obras, lo más importante es asegurar su visibilidad. De esta manera, haber descubierto las líneas no es lo más importante en sí, sino poder limpiarlas y hacerlas visibles, para así poder conservarlas en el futuro.
***
También te recomendamos:
Perú: un oasis entre cumbres blancas y papas moradas
Impresionante: descubren en Perú una tumba imperial intacta
Sol y Luna, Valle Sagrado, el hotel peruano que mezcla vanguardia con tradición