Durante la época colonial los caminos acuosos que surcaban esta zona se ordenaron en la Acequia Real, a través de la cual se transportaban mercancías de los alrededores hasta lo que hoy conocemos como el Zócalo.
El rastro de esta ruta, vigente hasta bien entrado el siglo XIX, sigue definiendo el trazo de las calles, y desde hace unos años esa antigua Acequia Real es la calle peatonal que permite recorrer el antiguo barrio de Zoquiapan. Buena parte de su encanto se debe a la edificación, a principios del siglo XVII, de la iglesia y el Monasterio de Nuestra Señora de la Merced de la Redención de los Cautivos (República del Salvador 170).
Los límites de lo que desde entonces llamamos La Merced son difíciles de establecer. Podrían ser las calles de Corregidora, San Pablo, Circunvalación y Correo Mayor; pero, en usos y costumbres, abarcan la colonia Merced Balbuena. Ahí está la última encarnación del Mercado de La Merced, diseñado por Enrique del Moral, con una nave de 400 metros donde convergen —suculentos, interminables y sorprendentemente ordenados— más de 3,000 puestos.
La arquitectura es otra de las razones para venir. En la esquinas de Talavera y República del Salvador, en lo que en tiempos mexicas fuera el barrio de Temazcaltitlán, está la Casa Talavera, residencia barroca de finales del siglo XVI que hoy funciona como centro cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
En la calle de Mesones está la Plaza de la Aguilita o Juan José Baz, donde se cree que los mexicas encontraron al águila comiéndose a la serpiente. Y la calle de Manzanares es un viaje a los inicios de la Colonia: en el número 32 está un templo, dedicado al Señor de la Humildad, donde apenas caben 18 personas; cuentan que fue construido por orden de Hernán Cortés.
Y la oferta culinaria de La Merced es fiel reflejo de su historia y sus olas de inmigrantes: los cafés Equis y Bagdad, la Fonda Don Chon, de inspiración prehispánica, o las auténticas especialidades libanesas de Al Andalus.
Y los lugares ungidos por un legado así nunca cesan de transformarse: el ambiente más contemporáneo de La Merced está en la galería ATEA, espacio de experimentación que se integra a la cotidianidad histórica.
Extracto del libro 52 fines de semana en la ciudad de México (Travesías Media, 2013). A la venta en librerías y en Espacio Travesías (Amatlán 33, Condesa; lunes a viernes de 10 a 19 horas)