Pocos lugares en el mundo gozan de la fama de Cancún. Si bien la ciudad es bastante joven (de hecho fue fundada en 1970), se ha consolidado como uno de los principales destinos de playa del mundo, y sus costas han atraído a grandes hoteles y proyectos inmobiliarios. Uno de esos casos es el nuevo SLS Cancún, que busca demostrar que sorprender a los viajeros aún es posible en el Caribe Mexicano.
Ubicado al norte de la ciudad, en el exclusivo desarrollo de Puerto Cancún, SLS Cancún es el primer hotel de esta cadena en América Latina y abrió sus puertas en febrero de este año. Aunque se encuentra en una torre nueva de 20 pisos, no hay que dejarse engañar, pues únicamente cuenta con 45 habitaciones distribuidas en los primeros cuatro niveles del edificio (el resto está ocupado por residencias particulares). Al llegar, el discreto lobby da la bienvenida a los huéspedes, y desde el primer momento uno siente que está en un íntimo departamento playero más que en un resort de lujo. Dos amplias salas de estar —colmadas de libros y una mesa de billar— invitan a tomar asiento y distraerse; tras ellas, se abre el acceso a la espectacular piscina expansiva que mimetiza los colores del Caribe.
El SLS cuenta con un solo restaurante, pero éste es más que suficiente. Con una cocina fusión argentina-japonesa y dirigido por el chef Daniel Hurtado, Leynia ofrece un menú que combina audazmente el chorizo y los cortes con pescados crudos y licores orientales. Para la hora de la comida, la hamburguesa insignia es garantía, y para la cena, la pizza de atún y las costillas de cordero son una combinación ganadora. En cuanto al postre, el volcán de chocolate con miso y espuma de sake demuestra el éxito de la combinación entre los sabores nipones y argentinos.
El segundo piso del hotel resguarda un enorme y completísimo gimnasio que, con su propio estudio de indoor cycling y aparatos de última generación, atraen hasta al más renuente del ejercicio. Además, justo al lado se encuentra la entrada al CIEL Spa at SLS, un verdadero templo de bienestar, perfecto para tomar un masaje, relajarse en un baño de vapor y dejarse consentir.
El diseño interior del hotel estuvo a cargo del italiano Piero Lissoni, y las habitaciones continúan con la misma sofisticación relajada que reina en los espacios comunes de la propiedad. Más allá de la enorme cama, cada una de las suites cuenta con una sala de estar, perfecta para sentarse a leer un libro o conversar, un amplio balcón y un espacioso baño que cuenta no con una, sino con dos rain showers y una tina orientada hacia el balcón (la excusa perfecta para tomar un baño relajante con vista al Caribe).
Aunque pueda parecer un poco alejado de la efervescencia de la zona hotelera, la ubicación del hotel le ofrece a sus huéspedes una gran cercanía a todos los atractivos de Puerto Cancún, incluido un campo de golf diseñado por Tom Weiskopf, una selección de más de 100 tiendas y los más populares restaurantes de la ciudad. Además, la playa del SLS Cancún es prácticamente privada. De un lado tiene la marina y del otro una escuela de kitesurfing, así que es raro ver otras personas que no sean huéspedes (o habitantes de Puerto Cancún trotando en la mañana) sobre los kilómetros de arena blanca y playa virgen, un lujo difícil de superar en uno de los destinos más populares del mundo.