Sinaloa es conocida por ser la casa de la “banda sinaloense”, pero también es el hogar de una de las ciudades norteñas más desarrolladas del país: Culiacán.
Justo en el centro del municipio, Carlos Murillo Depraect, ingeniero civil y enamorado de la botánica, tuvo la idea de construir un área verde que preservara las especies más representativas del mundo y así nació en 1896 el Jardín Botánico de Culiacán.
Años más tarde, en 2015, fue incluido por los Garden Tourism Awards que otorga el Consejo de Jardines de Canadá entre los diez mejores jardines botánicos de Norteamérica.
Entre planicies y costas
Sinaloa posee algunos de los espacios geográficos más bellos y contrastantes del país: por un lado, en el relieve de Culiacán se encuentra la costa, siendo Mazatlán el punto más visitado por los viajeros, y por el otro, aparece la majestuosa la Sierra Madre Occidental.
Como si la riqueza natural del estado no fuera suficiente, a sólo 10 minutos del centro del municipio puedes encontrarte con uno de los secretos mejor guardados de México: el Jardín Botánico de Culiacán.
Lo que lo hace especial es su peculiar mezcla de arquitectura, arte contemporáneo (un proyecto que nació en 2005) y las más de mil especies de plantas de todo el mundo que conforman sus 17 colecciones botánicas.
Hacia 2007 se presentó la primera propuesta de plantas para la colección botánica y también se llevó a cabo la modernización del espacio; la obra maestra corrió a cargo de la arquitecta Tatiana Bilbao, reconocida por su búsqueda de integración entre espacio interior, paisaje y experiencia de uso.
A través de sus veredas
La tarea de conservar, investigar, ejecutar, mantener y consolidar las 17 colecciones botánicas corre por parte de la Dirección Científica del Jardín. Además de guiar a los visitantes por entre las plantas que guarda el Jardín, enseñan sobre la biodiversidad y su interacción con la fauna que depende de ella.
Los agaves, los bambúes y los bonsái son colecciones que te enamoran poco a poco, pero el bosque templado y el bosque tropical lluvioso son quienes te dan la bienvenida a un mundo cuyo paisajismo difícilmente verás en otro lugar.
En cycadales encontrarás las plantas con las semillas más antiguas del mundo, especies que surgieron hace más de 260 millones de años, y que actualmente están en peligro de extinción.
El “jardín de los sentidos” fue pensado como una experiencia para integrarte de manera directa con lo que estás viendo: aquí la intención es explorar el mundo vegetal a través de las texturas, colores y sonidos.
En la sección etnobotánica es donde las experiencias anteriores entran en conexión directa con nosotros, los humanos, en particular, por medio de la influencia que han ejercido en culturas indígenas del centro y norte del país.
La intención es promover el conocimiento en generaciones futuras, para que puedan hacer un uso sustentable de la naturaleza.
Más allá de las especies
El despacho de arquitectura de Tatiana Bilbao se dio a la tarea de investigar las estructuras naturales del árbol Huanacaxtle y cómo se comporta en su entorno natural, para así poder crear los siete espacios que hay dentro del Jardín Botánico.
La utilización de materiales simples, sin ningún tipo de recubrimiento, permite que las estructuras luzcan naturales uniendo los conceptos de low-tech y arquitectura desnuda.
De este modo, el auditorio al aire libre, la biblioteca, el centro de visitantes y las oficinas se mantienen en segundo plano, sin restar protagonismo a las colecciones botánicas y la vegetación del lugar.
Las obras de arte que se encuentran en el Jardín Botánico de Culiacán fueron seleccionadas por el curador Patrick Charpenel, quien buscó resaltar las paradojas y ambigüedades del mundo contemporáneo.
Se trata de una colección de 38 artistas nacionales e internacionales que de una u otra manera sirven de punto de partida para la reflexión sobre la experiencia del contacto con la vida natural y la conservación de las especies vegetales.
Entre las obras de arte destacan la cabeza monumental de Javier Marín hecha en bronce, las 360 piedras de mármol y ónix de Gabriel Orozco y una talla en mármol que simula un bulbo vegetal, obra del japonés Kiyoto Ota.