Crear desde la periferia: guía de diseño mexicano contemporáneo

Con sus creaciones, estos seis proyectos, seleccionados por la curadora Ana Elena Mallet, ponen de manifiesto la manera en que se desarrolla el diseño mexicano contemporáneo.

13 Mar 2023
El diseño mexicano contemporáneo se ha enfocado en nuevas prioridades sociales.

El diseño mexicano contemporáneo se ha enfocado en nuevas prioridades sociales.

“Hay un interés por repensar la tradición, por trabajar con materiales locales, por retomar iconografías, por hacer proyectos con las comunidades, proyectos a largo plazo”, dice la reconocida curadora especializada en diseño moderno y contemporáneo Ana Elena Mallet, al hablar sobre los proyectos que dibujan el panorama actual de diseño mexicano. Un “mapa” formado en su mayoría por iniciativas que se desarrollan fuera de la capital.

Las personas detrás de estos emprendimientos también ejemplifican la figura de un nuevo tipo de creador, a decir de Ana Elena: “Muchos de ellos trabajan en colaboración con artesanos, con otros diseñadores, con otras industrias. Ya no vemos la figura del diseñador-creador, sino la del diseñador-gestor: alguien que genera muchas cosas y que también abre caminos para otros diseñadores. Hoy hay muchos más diseñadores trabajando que hace 10 años, pero hay que solidificar esas carreras y seguir reflexionando sobre cómo el diseño puede solucionar situaciones”.

De norte a sur, pasando por occidente, éstos son algunos de los proyectos que definen el diseño mexicano contemporáneo.

Proyecto: Mestiz

Diseñador: Daniel Valero

Ubicación: San Miguel de Allende, Guanajuato

mestiz.mx

En el estudio del diseñador Daniel Valero se encuentran objetos como una banca verde que tiene el aspecto de la dentadura de un lagarto, unas lámparas colgantes de mimbre que lucen como un cactus, un tapete multicolor con la forma de una enorme ave o un florero que parece un nopal.

La propuesta de Daniel Valero es una de las más frescas y emocionantes del diseño mexicano contemporáneo. Foto: Diego Berruecos.
La propuesta de Daniel Valero es una de las más frescas y emocionantes del diseño mexicano contemporáneo. Foto: Diego Berruecos.

Con su marca Mestiz, el diseñador presenta un universo con piezas que parecen habitadas por seres de otros mundos. “La parte de la fantasía es muy importante para mí, intento que cada objeto tenga un gesto único”, dice Valero en entrevista. Su primer acercamiento formal con el diseño fue en 2015, con un sarape al que deseaba dotarlo con una estética contemporánea. Se trataba de la etapa final de una investigación que el diseñador oriundo de Saltillo había realizado sobre las técnicas artesanales de aquella región, una con una larga tradición textil. Realizó ese primer proyecto de la mano de los hermanos Tamayo, dos reconocidos artesanos que también trabajan en Saltillo. Aquel ejercicio aportaría elementos que aún hoy permean en su práctica, como el color y el interés por los oficios artesanales. “Me interesa mucho que se note la presencia de la mano, que cada pieza tenga sus detalles”, afirma.

Al sarape le siguieron otras piezas textiles, algunos objetos de mobiliario y viajes: a París en 2016, donde estudió diseño textil en la Escuela Nacional Superior de las Artes Decorativas; a Ciudad de México en 2017, donde vivió durante dos años, y a San Miguel de Allende, donde reside desde 2019 y se encuentra su estudio. “Esta ciudad es estratégica por el tema geográfico-logístico”, comenta. Vivir ahí le permite viajar constantemente a lugares donde se encuentran los artesanos con quienes colabora. A Saltillo acude para crear los textiles; a Dolores Hidalgo, para las piezas de cerámica; a Tequisquiapan, para las de mimbre, y a San Miguel de Allende, para las de madera.

El estudio de Daniel es un lugar surreal en el centro de San Miguel. Foto: Diego Berruecos.

En estos desplazamientos también encuentra inspiración. Ésta, explica, puede aparecer al contemplar el panorama desde una carretera o en las peculiaridades de la vegetación. “Las cactáceas de mimbre y las de cerámica, que tienen unos gestos fitomorfos, como de plantas, surgieron al ver el paisaje de un bosque de yucas en San Luis Potosí; cuando estás ahí, parece que estás en un submundo”, explica y continúa con otro ejemplo. “En Dolores Hidalgo hay un camino que es como un desierto; ahí hay muchas tiendas de antigüedades y te encuentras muchísimos muebles del barroco mexicano, un barroco naif. Mis mesas son un gesto de ese estilo que se encuentra en la Huasteca”. Esos motivos cobran vida gracias a los colores. “Me interesa la manera en que tienen la capacidad de transformar un espacio por sí solos”, señala Valero.

“Mis piezas están relacionadas con el arte popular, tratan de resonar con él. Es una manera de relacionarme con los artesanos con quienes trabajo, de ahí ese carácter lúdico y colorido que tienen y que me interesa mucho”.

Daniel Valero

Sus piezas han traspasado fronteras y se han exhibido en ferias como Design Miami o Art Basel, en instituciones como el British Council de Londres y en las vitrinas de las boutiques en México de Hermès. El año pasado, la casa de lujo francesa le comisionó la creación de sus aparadores, que exhibieron la obra Wild Awakening. Este año, la maison le ha vuelto a encomendar la creación de una obra para sus vitrinas, un proyecto en el que trabaja actualmente y que podrá verse a mediados de julio. Todos esos proyectos reflejan el universo que ha creado su autor, un mundo de objetos que parecerían cobrar vida propia, como lo explica Valero: “Mi intención es que los objetos siempre estén evolucionando. Quiero crear un submundo, una realidad Mestiz”.

Proyecto: Occidente

Gestión: Laura Noriega

Ubicación: Guadalajara, Jalisco

@occidentemx

Laura Noriega toma la llamada para nuestra entrevista mientras visita la obra del espacio que ocupará Galería Occidente, un inmueble situado en el número 2203 de la calle Mexicaltzingo, en la esquina de una calle tranquila y arbolada de la colonia Americana en Guadalajara. Desde allí parecen lejanos los días de 2014, cuando algunos miembros de esta iniciativa, integrada por diversas marcas de diseño de Jalisco y sus alrededores, debían manejar por carretera durante horas para llegar a Ciudad de México y exhibir sus piezas en los primeros eventos a donde los invitaban, como el Abierto Mexicano de Diseño.

Laura Noriega y Jorge Muñoz son algunos de los personajes que forman parte de esta gran iniciativa del diseño contemporáneo mexicano.
Laura Noriega y Jorge Muñoz son algunos de los personajes que forman parte de esta gran iniciativa del diseño contemporáneo mexicano.

El proyecto surgió en 2013 por iniciativa de los diseñadores Yohanna Rodríguez y Aldo Álvarez Tostado, con la intención de crear una plataforma de colaboración entre diseñadores y arquitectos “para impulsar el diseño de espacios, mobiliario y objetos de la región”.

“Hay un movimiento de diseño asociado a lo artesanal, a los ayeres artesanales, a los saberes y oficios en los alrededores de Guadalajara. Este lugar pone en evidencia eso: lo que está pasando en Jalisco”.

Laura Noriega

Al inicio invitaron a 10 marcas cuyo trabajo retomaba oficios como la carpintería, la herrería o el trabajo con piedra: Aldo Álvarez Tostado, Popdots, Jam, Estudio Pomelo, Media Madera, Peca, Saracho Estudio, Bloch, Campos Taylor y Tributo. Desde entonces, cada uno de esos nombres se ha consolidado. “Hemos crecido, nos hemos profesionalizado”, asegura Laura. A esas exposiciones le siguió una actividad intermitente: una exposición pop-up realizada en 2017 en Vía Libertad, en Guadalajara, para mostrar su trabajo ante curadores del LACMA, y una más en el Hotel Demetria. Tres años más tarde, en 2020, se reunirían nuevamente para presentarse en Expo Mueble, feria de interiorismo realizada en la capital tapatía. El año pasado repitieron el ejercicio ante curadores del Museo de Arte de Denver que visitaban la ciudad.

Desde mayo del año pasado, sin embargo, la iniciativa ha tomado una forma más concreta: han puesto los cimientos de una galería abierta de alrededor de 200 metros cuadrados, sin muros divisorios, donde se presenta el trabajo de 23 marcas de la región. El espacio, además, se ubica en ForA, un centro cultural dedicado al intercambio de conocimientos, especialmente los de disciplinas como arquitectura y urbanismo, donde han impartido conferencias arquitectos tan reconocidos como Tatiana Bilbao, Solano Benítez o Rozana Montiel. Para Laura, un espacio como Galería Occidente resulta fundamental para el diseño mexicano contemporáneo.

La galería de Occidente presenta el trabajo de varias propuestas de la región. Foto: Cortesía.
La galería de Occidente presenta el trabajo de varias propuestas de la región. Foto: Cortesía.

Proyecto: Fernando Laposse

Diseñador: Fernando Laposse

Ubicación: Ciudad de México y Tonahuixtla, Puebla

fernandolaposse.com

“Toda mi práctica se enfoca en buscar maneras en las que el diseño pueda complementar a la agricultura tradicional”, dice el diseñador Fernando Laposse desde su estudio en la colonia San Rafael de Ciudad de México. Graduado como diseñador de producto en Central Saint Martins, en Londres, empezó su carrera como asistente de producción de diseñadoras como Bethan Laura Wood y haciendo trabajos independientes, experimentando con diversas materias primas. El punto de inflexión llegó en 2015, en Oaxaca, mientras hacía una residencia de tres meses en el Centro de las Artes de San Agustín. “Francisco Toledo y la gente en Oaxaca estaban protestando activamente contra una resolución de la Suprema Corte para ver si se aprobaba o se negaba el uso de granos transgénicos en México –recuerda en entrevista–. Decidí clavarme en el tema del maíz criollo y de esa investigación salió un material hecho con él, cuya particularidad es el color de las hojas”, relata mientras señala un panel hecho con placas de ese material, de tonalidades terrosas.

El trabajo de Fernando está inspirado en los colores, la textura y la historia del maíz. Foto: Ritta Trejo.
El trabajo de Fernando está inspirado en los colores, la textura y la historia del maíz. Foto: Ritta Trejo.

Tras concluir la residencia, regresó a Londres y empezó a colaborar a la distancia con una comunidad en Tonahuixtla, un pueblo de menos de 800 habitantes ubicado en la sierra mixteca en Puebla, a cuatro horas de Ciudad de México. Hoy, es a ellos a quienes les compra el maíz criollo para dar vida a objetos de diseño, murales y muebles. Tonahuixtla fue elegida por ser un lugar que conoce desde niño y donde pasó todos los veranos de su infancia. A pesar de la familiaridad, aquel ejercicio representó varios retos: el principal, el estado de la tierra. “En los dos mil, el gobierno quiso aumentar la producción agrícola del lugar. Le dio a la gente semillas transgénicas y herbicidas. Eso puso fin a un sistema de milpa tradicional en una zona que es semidesértica, donde la tierra es muy frágil. A la tierra se le acabó el nitrógeno, se volvió inservible y empezó a erosionarse”, señala.

Laposse invitó a los campesinos a sembrar maíz criollo. “Empezamos a colaborar con un grupo de familias del lugar y trabajamos con un banco de semillas que nos ayudó a seleccionar las mejores para esa zona, las plantamos y poco a poco se han sumado más familias”, destaca. Este enfoque ha caracterizado su práctica. “Me parece interesante no seguir el modelo clásico de ‘diseñador del D.F. manda un dibujo a una comunidad de artesanos que tejen canastas y recoge sus piezas un mes después’”, explica. También ha marcado una diferencia en Puebla. Hoy, los campesinos de Tonahuixtla cultivan el maíz no tanto por sus granos, sino por las hojas con las que Laposse crea piezas, como paneles o vasijas, destinadas principalmente a coleccionistas de diseño, disponibles en galerías especializadas como Friedman Benda, en Nueva York, o Sarah Myerscough, en Londres. “Lo que los agricultores ganan en una semana de trabajo con las hojas del maíz equivale a lo que ganarían durante toda una cosecha. La plusvalía que tienen es gigantesca. Se trata de introducir una nueva fuente de empleo que no existía y aprovechar esas hojas de maíz que hasta ahora no se usaban para nada”, afirma.

“Para mí, los proyectos de maíz y de agave son proyectos de vida. Espero hacerlos hasta el final de mis días”.

Fernando Laposse

La historia no se limita al maíz. El agave espadín es otro material con el que el diseñador da vida a piezas como bancas y sillones que evocan seres fantásticos y animales (y que ostentan nombres como Dog Bench o Pup Bench); es una materia prima que también proviene del suelo poblano y que ha implicado una retribución muy particular para la región. “Empezamos un proyecto de reforestación en 2016. Desde entonces hemos cubierto casi 180 hectáreas y plantado casi 100,000 agaves. Financiamos la reforestación haciendo las fibras con las que creamos los muebles”, dice Laposse mientras a sus espaldas tres mujeres tejen pacientemente esos hilos para el respaldo de un peludo sillón rosa que se encuentra en su estudio. Ante un 2023 con exposiciones programadas en Nueva York, Londres y Australia, Fernando ve el trabajo que realiza con las comunidades de agricultores como su motor, una carrera de fondo con la que está comprometido.

Una de las tendencias del diseño contemporáneo mexicano es regresar a las raíces y crear discursos sociales. Foto: Cortesía.
Una de las tendencias del diseño contemporáneo mexicano es regresar a las raíces y crear discursos sociales. Foto: Cortesía.

Proyecto: Phigmento

Diseñador: Daniel Villela

Ubicación: Oaxaca y Teotitlán del Valle, Oaxaca

phigmento.com

Desde 2014, el diseñador y artista visual Daniel Villela experimenta en su proyecto Phigmento con geometrías, patrones y textiles. Una forma de trabajo que describe como obsesiva y meditativa. “Tengo una vida muy solitaria. Le dedico mucha concentración a las composiciones geométricas. Mi trabajo me da tranquilidad, me mantiene ocupado y me entretiene”, dice en entrevista.

La propuesta de Daniel surge a partir del trabajo con comunidades artesanas, como la de Teotitlán del Valle en Oaxaca. Foto: Ritta Trejo.
La propuesta de Daniel surge a partir del trabajo con comunidades artesanas, como la de Teotitlán del Valle en Oaxaca. Foto: Ritta Trejo.

Phigmento (combinación de la letra griega phi con las palabras figmento y filamento) surgió cuando Villela, comunicador visual de profesión, se mudó de Ciudad de México a Oaxaca. Allí comenzó a trabajar con los artesanos de Teotitlán del Valle tiñendo textiles de lana de borrego con pigmentos de la región, como la grana cochinilla. Sus primeras piezas fueron ponchos, los cuales llevaban una seña de identidad, el juroku (yuroku), una greca realizada a partir de 16 cuadros creada por él. “Siempre trabajo con 16 módulos, que repito en diferentes formas y aplicaciones”, explica.

“Continúo con mi búsqueda de recorridos a través de pigmentos, técnicas y patrones textiles, que es lo que me inspira en mi vida”.

Daniel Villela

El diseño no es fortuito, ya que comenzó con su tesis universitaria, en la cual exploró las fachadas de las casas de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, a partir de la teoría del color elaborada por el artista suizo Josef Albers en los años sesenta, que afirma que el significado y el valor de los colores están determinados por su relación con otras tonalidades en una composición.

Pronto, sus piezas fueron exhibidas en la tienda del Museo Universitario Arte Contemporáneo. “Fue un gran honor estar en el mismo lugar donde estaban marcas como Carla Fernández, ⅛ Takamura o Simple by Trista”, recuerda Villela.

A los ponchos les siguieron los tapetes. Y a los tapetes, los reconocimientos. Su trabajo fue expuesto en recintos como el Museo Nacional de Antropología e Historia, el Museo Amparo de Puebla, el Centre Civic Cotxeres Borrell de Barcelona y el Institut Culturel du Mexique, en París. En 2019 obtuvo la beca que otorgaban en conjunto el Centro de las Artes de San Agustín, el programa de arte internacional Atelier Mondial y el Museo Textil de Oaxaca, que consistía en una residencia de cinco meses enfocada en la creación de textiles, en las ciudades de Mulhouse, Francia, y Basilea, Suiza.

Durante ese año en Europa se dedicó a la producción. “Me enfoqué en la parte artística, en las abstracciones de mi trabajo”, indica. De esta manera, realizó obras en otros formatos, como una intervención en papel tapiz, una técnica tradicional de la región, que fue exhibida en uno de los muros exteriores del edificio del Centro de Arte Contemporáneo de Mulhouse y se inspiró en una escena de un gobelino realizada en esa ciudad en el siglo XVIII. La residencia también le concedió su primera exhibición individual, “La contemplación de la observación”, realizada en el Salon Mondial de la Escuela de Artes y Tecnología, en Basilea.

Los patrones y colores en los que se inspira Daniel son típicos de la región oaxaqueña. Foto: Cortesía.

De regreso a México, sus piezas formaron parte de la exposición “Una modernidad hecha a mano. Diseño artesanal en México, 1952-2022”, del MUAC, curada por Ana Elena Mallet. Desde Oaxaca, continúa trabajando en la producción de las piezas textiles con las que surgió su proyecto, pero mantiene la mirada puesta en el futuro. Entre sus más recientes proyectos se encuentra La Phigmentería, un laboratorio alquímico enfocado en las experiencias culinarias y artísticas a partir de aromas, especias y pigmentos. Otro de sus planes incluye un viaje a India, travesía para la cual lleva preparándose desde hace meses, aproximándose a técnicas textiles tradicionales de ese país, como el estampado con bloques de madera, y que espera poner en práctica en nuevas piezas.

Proyecto: Angela Damman

Diseñadora: Angela Damman

Ubicación: Mérida, Yucatán

angeladamman.com

“Mi primer acercamiento al crear una pieza es hacer que el diseño no sea muy complicado para que las personas puedan apreciar el material. También me gusta crear formas que no se hayan visto antes –para crear curiosidad entre la forma y el material– e incorporar la función: si es una lámpara, debe servir para iluminar”, cuenta la diseñadora Angela Damman mientras pasa sus dedos por las fibras de la pieza Candil Mora, que cuelga del techo del showroom de la galería de diseño Ago Projects en Ciudad de México. Cuando lo hace, parecería que su mano acaricia el suave pelo de la cresta de un caballo rubio; a primera vista resulta casi imposible adivinar que el material que da vida a la pieza es lengua de vaca, una planta descubierta hace 1,400 años por los mayas y una de las principales materias primas con las que trabaja la diseñadora para dar vida lo mismo a objetos de diseño que a piezas de moda, como bolsas o maletas.

Originaria de Estados Unidos, Ángela se ha inspirado en México desde que llegó a vivir aquí, en 2012. Foto: Ritta Trejo.
Originaria de Estados Unidos, Ángela se ha inspirado en México desde que llegó a vivir aquí, en 2012. Foto: Ritta Trejo.

Damman tiene estudios en moda y relaciones internacionales. Se casó, tuvo dos hijos y comenzó a trabajar como consultora, asesorando a organizaciones y gobiernos de distintos países para impulsar su economía por medio de la agricultura. “Viajaba para promover proyectos de reciclaje y el uso de bioplásticos y biocombustibles”, recuerda en entrevista. Esa experiencia profesional le inculcó una metodología de investigación, como lo explica: “Hacía estudios para conocer la viabilidad de la implementación de distintos proyectos en varios países. Medía el nivel educativo, cultural y social para ver si era posible hacerlos”. Hace una década decidió, junto con su esposo, mudarse a un país de habla hispana para que sus hijos aprendieran español. Aplicando los mismos parámetros que utilizaba en sus proyectos, investigó una veintena de lugares en los que podría establecerse y eligió Mérida. “Era un lugar muy rico culturalmente, original, hermoso”, destaca. Había algo que no tomó en cuenta y que fue la razón que definió todo: “Nunca consideramos lo amable que era la gente, eso nos hizo venir aquí”, afirma.

“No sabía qué eran los agaves o la lengua de vaca, pero siempre he trabajado con plantas y tenía curiosidad sobre lo que podía hacer aquí y cómo podía crear un nueva economía”.

Angela Damman

En 2010 se mudó a una hacienda construida a mediados del siglo XIX y ubicada a una hora del centro de Mérida. Pronto se interesó por las plantas de la región. Sembró henequén y Sansevieria (género de la lengua de vaca) en las 14 hectáreas de la propiedad; creó una marca con su nombre y diseñó productos utilitarios para darles nueva vida a estos materiales. Sus piezas son fruto de la paciencia. Las plantas se cosechan a mano; los artesanos preparan las fibras lavándolas en agua calentada con leña. Después, éstas se secan y se blanquean al sol, para luego peinarse a mano sobre pilas de hierro e hilarlas con una rueda de bicicleta o tejerlas con un telar de cintura. Para crear sus piezas, Damman colabora con más de 60 artesanos de la región. Este intercambio no sólo implica prácticas de comercio justo, también se han rescatado oficios en peligro de extinción, como el tejido en telar de cintura. Con la Universidad de Cincinnati desarrolló la Iniciativa Juvenil de Artesanía Maya, un programa para que las jóvenes aprendieran el oficio y que incluía materias y actividades como teoría del color, diseño de moodboards, visitas a museos y cursos de diseño.

Otra de las grandes preocupaciones del diseño contemporáneo mexicano es la sustentabilidad. Foto: Cortesía.
Otra de las grandes preocupaciones del diseño contemporáneo mexicano es la sustentabilidad. Foto: Cortesía.

Proyecto: Galeana

Diseñador: Jorge Diego Etienne

Ubicación: Monterrey, Nuevo León

jorgediegoetienne.com

Jorge Diego Etienne se encuentra en Zona Maco, en el booth de la sección de diseño de la feria de arte mexicana donde presenta Galeana, uno de sus proyectos más recientes. En ese lugar se despliega parte del trabajo que ha realizado durante los últimos ocho años. Sólo una parte, ya que sus proyectos van desde consultorías hasta su práctica personal, pasando por la dirección nacional de la carrera de diseño del ITESM al podcast y los contenidos de la plataforma Designaholic.

Jorge Diego lleva más de ocho años trabajando en Galeana. Foto: Diego Berruecos.
Jorge Diego lleva más de ocho años trabajando en Galeana. Foto: Diego Berruecos.

Esta tarde de febrero explica los detalles del proyecto que se materializa ante los ojos de los visitantes: al fondo, sobre una mesa elevada se encuentran unos floreros y unos tazones de alabastro, las piezas con las que comenzó el proyecto. Al frente está su producción más reciente: dos sillas de 250 kilos esculpidas a mano a partir de un solo bloque de piedra.

Galeana comenzó en 2014, cuando el Museo de Arte Popular de Ciudad de México le enseñó a Etienne los nombres de los artesanos con los que suele colaborar. “De entre 200 personas, sólo dos eran de Nuevo León –recuerda el diseñador afincado en ese estado–. De inmediato quise trabajar con ellos”. Uno era Francisco Chávez, artesano de 82 años de Galeana, municipio a dos horas de Nuevo León, y quien es un maestro del alabastro, material que aprendió a esculpir de forma autodidacta. “De inmediato me enamoré de su artesanía, de la pasión que le pone a su trabajo, de la óptica con la que mira las cosas”, dice Etienne.

“El proyecto empezó con dos piezas. En la pandemia, lo incubamos y ha ido creciendo; investigamos y ya hemos publicado un libro y presentado un documental”.

Jorge Diego Etienne

Este proyecto ha hecho que Nuevo León sea admirado no sólo por su riqueza económica e industrial, sino por un oficio artesanal que hasta ahora ha sido poco explorado. Es en Galeana donde se encuentra uno de los yacimientos de alabastro más importantes del mundo, una materia prima con muchas particularidades, como lo señala Etienne: “Se caracteriza por su color blanco puro y su acabado aterciopelado. Es decorativo, muy blando y fácil de esculpir. Sin embargo, se ha ido perdiendo la tradición, nadie lo trabajaba en la región, Francisco era el único”. De la mano del artesano, creó una iniciativa para revalorizar tanto al oficio como al material. Armado con un cincel, un martillo y toneladas de paciencia, Francisco esculpió floreros, jarrones y tazones diseñados por Etienne. Objetos en los que la forma sigue a la función, como lo expone: “Un florero es el escenario de las flores que le colocas, lo mismo con el tazón. Son objetos escultóricos que la gente puede hacer suyos”.

Para la primera colección, presentada en 2020, incluyó seis objetos funcionales. Desde entonces, Galeana ha “tomado forma” y se mantiene en evolución. Esta iniciativa también ha sido objeto de exposiciones en recintos como el Museo de Arte Popular de Ciudad de México, el Centro Cultural Plaza Fátima de San Pedro o la galería de la Secretaría de Cultura de Jalisco. De esta forma, el diseñador industrial y el artesano han materializado objetos que exploran una nueva tradición y ponen al norte del país en el mapa del diseño nacional. También han logrado que nuevas generaciones de artesanos se interesen por el oficio. Javier, el hijo del maestro Francisco, es el primero de ellos.

La propuesta de Galeana ha llamado la atención del diseño mexicano contemporáneo. Foto: Cortesía.
La propuesta de Galeana ha llamado la atención del diseño mexicano contemporáneo. Foto: Cortesía.

next