Incluso si se encuentra a 40 minutos al sur de Mérida, entre pequeñas carreteras que cruzan la selva baja, casi en frontera con Campeche; por definición, una hacienda no está 100% aislada. El casco, el cuarto de máquinas y las grandes bodegas abiertas convertidas en espacios para cenas románticas —invadidas por murciélagos y geckos en sus techos altos— son tan sólo una parte de su legado.
La mayoría de las haciendas yucatecas son antiguas fábricas de henequén que necesitaban de muchas manos para funcionar y quizá por eso siempre están acompañadas de un pequeño pueblo. Tal es el caso de la Hacienda Santa Rosa – parte de la colección The Haciendas de The Luxury Collection de Marriott– un espacio encantador, único en la región que se encuentra al fondo de una calle principal y se puede ver en el fondo gracias a sus grandes arcos azules.
Desde la entrada todo pareace de otro siglo. Después de todo, hospedarse en una hacienda es comprender su historia y mucho más. Quizá por eso, restaurar una de estas propiedades es para muchos el reto más grande de un hotelero. Hay un delicado equilibrio entre respetar el legado cultural y arquitectónico del edificio y al mismo tiempo dar las amenidades de un hotel moderno.
A ese equilibrio hay que añadir el factor de tener presente el peso histórico del rol de la hacienda en la comunidad, el cual en este hotel se puede conocer con tan sólo platicar con alguno de los empleados, ya que todos vienen del pequeño pueblo que rodea al hotel.
En ese sentido, un fin de semana en la hacienda Santa Rosa significa tardes eternas de lluvias intermitentes y mañanas soleadas con sonidos de pájaros. Una escapada a la auténtica naturaleza maya, en un hotel de tan sólo 11 habitaciones, cuyos jardines están llenos de vegetación tropical y de grandes salones.
Para descubrir los destalles de este inemnso y generoso alojamiento, aquí les dejamos una lista de todo lo que hay saber antes de reservar una estancia en la Hacienda Santa Rosa.
Personaje clave
Tirzo Hernández es el encargado de atender el jardín de plantas medicinales, con las que puede preparar un té en caso de que un huésped tenga dolor de cabeza o algún otro padecimiento leve. También es el apicultor que cuida a las abejas meliponas, una antigua tradición maya para aprovechar las propiedades medicinales de la miel de estas abejas amigables sin aguijón.
Una habitación
La habitación 6 tiene dos camas matrimoniales y una terraza privada con una pequeña sala en la que uno puede descansar en completa privacidad rodeado de la naturaleza y refrescarse del calor de la Península de Yucatán en la tina (casi alberca) privada.
Algo imprescindible
Salir a caminar por las calles del pueblo y prestar atención en los enormes árboles que dan una sombra de hasta 50 metros de diámetro.
Espacio público
El corredor de los arcos con la fachada principal, de seis o siete metros de altura, es ideal para disfrutar de un café por las tardes en una de las mecedoras tradicionales de madera y mimbre.
Un platillo
Después de probar los panuchos de cochinita pibil que son obligados en cada visita a Yucatán, hay que pedir la crema de Ixcatik, un chile de la región que se acompaña con dos camarones.
Hacienda Santa Rosa