Las flores son el detalle que jamás pasa inadvertido en una gran celebración. Este elemento tiene un gran protagonismo en el ramo de una novia, el ajuar de los novios, las mesas y a veces hasta colgadas del techo. Sus colores y formas son parte integral del alma de la fiesta.
Conversamos con algunas destacadas floristas mexicanas que nos comparten sus secretos y anécdotas sobre lo que hay detrás de esta titánica (y romántica) labor creativa.
Matzu y Olympia, Allium Estudio Floral
“Todo comenzó como algo informal”, cuenta Olympia, socia y fundadora de Allium Estudio Floral, quien se adentró en el mundo de las flores por petición especial de la mamá de su esposo. Su primer trabajo consistió en realizar arreglos para la televisión. “Al principio era muy estresante para mí porque no estaba preparada, pero me pareció que era una oportunidad que debía tomar y fue así como arrancó todo”. Con el tiempo, Olympia desarrolló una cercana relación con las flores y comenzó a personalizar sus diseños.
Fue en un curso donde conoció a Matzu, su actual socia, y, a pesar de que fue una unión progresiva, cinco años después Allium es una firma consolidada con su propia identidad.
Durante esta travesía, ambas han vivido diversas anécdotas. “Recuerdo que en una boda estaba colocando los centros de mesa y no cuadraba el número de las mesas con el de los arreglos. Al preguntar los nombres de los novios, me di cuenta de que estaba en la boda y fecha equivocadas. La boda indicada se celebraría una semana después”, cuenta Olympia entre risas.
¿Qué hay detrás de la logística para las flores durante un evento? Matzu comenta: “Es un proceso muy complejo que va desde el traslado. Hay que investigar cuáles son las condiciones en el lugar donde se va a trabajar, en qué clima estarán expuestas las flores. Hay toda una logística que lleva semanas para que las flores se encuentren en el punto perfecto para el día de la boda”.
“Hoy tenemos clientes que nos buscan porque hemos construido algo durante todo este tiempo, hemos trabajado y evolucionado en nuestros diseños. Este año podemos decir que estamos muy satisfechas con este resultado, pues cada vez nos buscan más por nuestro estilo en específico”.
“Nuestro sello personal es exótico, intenso, mexicano, experimental, con influencia de todo el mundo. Es un diseño elaborado entre formas y texturas. Nuestra personalidad está impresa en las flores”, afirman.
Ahora que los eventos se están reactivando tras una pandemia que afectó a un sinfín de negocios, Matzu y Olympia han cambiado de perspectiva y observan un antes y un después para Allium.
Encuentran que la floristería está en su estado más pleno y maduro, y se mantienen en una búsqueda constante de cambio con un sentido estético y artístico. “Hoy vamos más allá de hacer un arreglo, buscamos hacer piezas escultóricas y eso lo estamos integrando a las bodas”, aseguran.
Imprimir su personalidad en las flores ha sido una clave para construir un verdadero diferenciador en el mundo de la floristería.
Gabriela, “la musa de las flores”
Mientras Gabriela terminaba sus estudios de posgrado sobre arquitectura de interiores, en Londres, tuvo un encuentro inesperado en un mercado de flores que la llevó a sumergirse en este mundo. “Siempre he tenido muy claro que las plantas o las flores le dan vida a un espacio.
Un día fui al Covent Garden Market y fue amor a primera vista. Lo tuve muy claro. Son de esas cosas que entendemos que les suceden a algunas personas como en el amor. Lo vi y dije ‘Esto es lo mío’. Simplemente me enamoré”.
Sin tener claridad aún en cuanto a si se dedicaría a ello como una forma de vida, Gabriela realizó sus primeros trabajos en una tienda de libros en Londres, luego enriqueció su experiencia con cursos en Nueva York y finalmente regresó a México para asentarse en Valle de Bravo y cultivar sus propias flores, con las que comenzaría su viaje.
Uno de los retos que encontró en México es que algunas de las flores con las que quería trabajar no crecían aquí, así que comenzó a cultivar distintas especies con la filosofía de hacer sus arreglos con sus propias flores.
Para ella, el diseño floral y el cultivo deben ir de la mano: “La intimidad de la gente que cultiva sus propias flores tiene una aproximación distinta al diseño floral”, comenta.
Ha pasado una década para que se consolidara su estudio y, en estos años, Gabriela se ha enfrentado a todo tipo de situaciones que le han dejado aprendizajes; ante todo, tener conciencia de que las flores son seres vivos y que siempre están expuestas a climas y temperaturas que repercuten en su aspecto y cuidados.
“Con los años he aprendido a escoger las flores correctas para las condiciones correctas y de esas anécdotas he aprendido que las personas que te escogen lo hacen por una razón o una fecha muy importante para ellos, y que en tus manos está hacer que ese trabajo se vea divino”, cuenta Gabriela.
Luisa Fernanda, de Casa Selva
Todo comenzó por casualidad. Luisa Fernanda se dedicaba a las relaciones públicas en un restaurante, pero de un día para otro decidió que las flores eran su destino.
Su inmersión en el mundo de la floristería se fue dando de una manera orgánica. Tras algunas vivencias –buenas y malas–, poco a poco Casa Selva fue tomando forma hasta tener una infraestructura que hoy les permite organizar bodas siguiendo los requerimientos más exigentes. Actualmente están presentes en Tulum, Ciudad de México y Los Cabos.
“Casa Selva es mi visión, soy muy perfeccionista. En ese sentido, me gusta que la marca pueda transmitir lo que yo quiero transmitir. Me gusta escuchar personalmente a los novios para que cada boda sea única y así brindarles lo que ellos buscan”.
Se puede decir que Casa Selva se ha afianzado en cinco años gracias a una ardua y constante labor. “Contrario a lo que mucha gente se imagina, en realidad somos un equipo pequeño. En lo que respecta a bodas, me involucro en todo, desde los diseños hasta las fotos; la cotización es un trabajo que me tomo de forma muy personal”, afirma Luisa.