Durante la época prehispánica, la región centro fue una de las más activas y pobladas del territorio mexicano. Aquí se asentaron algunas de las culturas más importantes del periodo, del tamaño de los aztecas, quienes dejaron enormes legados arqueológicos, como el Templo Mayor. Sin embargo, hay algunas sitios un poco más discretos, como la pirámide de Mazatepetl que pasa desapercibida en las alturas de Magdalena Contreras.
Si nunca habías escuchado de este secreto capitalino tampoco es como que sea tu culpa. Después de todo, la pirámide de Mazatepetl descansa a aproximadamente 2,750 metros sobre el nivel del mar, en la punta del Cerro del Judío, al sur de la capital.
No es precisamente como el Templo Mayor, que se levanta en el corazón de la Ciudad de México, entre tantos otros sitios de interés y la vida comercial de la urbe, para que todos, tanto transeúntes, como turistas, puedan verla.
Pero eso no significa que no sea un punto interesante de la ciudad. Aunque algo lejana, su peculiar ubicación también agrega vistas panorámicas del Ajusco o el Popocatépetl. Eso sin mencionar las particularidades arqueológicas del sitio, que pone a sus visitantes en contacto con el legado de la cultura otomí.
Mazatepetl, un antiguo asentamiento otomí
Se calcula que la construcción de la pirámide de Mazatepetl data cerca del año 1200. Pero, ahí mismo, en lo alto del Cerro del Judío, o Cerro de las Tres Cruces como a veces se le nombra, se pueden ver rastros de centros ceremoniales y se han encontrado vestigios que llegan hasta el 1380.
En total son cuatro estructuras las que conforman este sitio arqueológico poco conocido. Desde luego, la pirámide de Mazatepetl es el atractivo principal, con unas escalinatas con figuras de animales labradas en piedra que, de acuerdo con expertos, la hacen única en su tipo en la región. Además, se han encontrado todo tipo de esculturas que hacen referencia a las culturas prehispánicas.
¿Cómo llegar a la pirámide de Mazatepetl?
Aunque pueda parecer una aventura, lo cierto es que la pirámide tampoco está completamente aislada de la Ciudad de México. De hecho, en auto se puede llegar en un trayecto de menos de media hora desde Periférico Sur.
La visita no sólo tiene sus recompensas en el viaje a otros tiempos, sino también en el escape natural. El parque es un entorno ecológico con varios senderos para caminar y ver la ciudad desde lo alto.