Hay ciertos alimentos que nos transportan instantáneamente al pasado, que evocan recuerdos de nuestra infancia. Puede ser un simple caramelo, una fruta o incluso algo como aquel helado de la heladería que visitabas todos los domingos con tu familia.
Recordamos no sólo el sabor del helado de vainilla en barquillo, sino la sensación de pertenencia a una familia amorosa al llegar al local donde el dueño te recibía con una enorme sonrisa y te daba a probar un par de sabores hasta llegar a tu favorito. Ese sentimiento de añoranza es lo que añade una capa más profunda a nuestra experiencia sensorial.
Esta teoría podría ser una buena explicación para el infinito cariño que les tenemos a las heladerías que han existido por años en Ciudad de México. La mayoría fundadas por familias que durante generaciones han mantenido el negocio familiar, estos comercios han logrado más que un buen sabor o la textura perfecta de un helado: hay un vínculo que conecta el pasado con el presente y, probablemente, con el futuro. Desde Roxy hasta Siberia, éstas son las heladerías que nos han hecho viajar a lo largo del tiempo con sus bolas de helado.
Roxy
Empezó en el sótano de un cine en Guadalajara y es una de las reliquias mejor conservadas de la Condesa. Don Carlos Gallardo, inspirado por los recuerdos de las nieves de limón blancas de su infancia en La Barca, Jalisco, decidió emprender la búsqueda de sabores y recetas únicos para crear auténticos helados y nieves mexicanos. Este impulso lo llevó a establecer un puesto donde comenzó a ofrecer sus creaciones artesanales.
El nacimiento de la primera Nevería Roxy en la Condesa marcó el inicio de una experiencia única y nostálgica para quienes la visitaban. Mientras don Carlos atendía a los clientes en la barra, su esposa, doña María Luisa Rubio, se dedicaba a preparar las deliciosas nieves, los helados y las mermeladas que han sido el sello distintivo de la Nevería Roxy desde sus inicios. Entre sus sabores más populares están los clásicos, como el de vainilla, chocolate y limón, o los de temporada, como el de guanábana y mamey, el cual ha sido reconocido entre los 100 mejores sabores por TasteAtlas.
Con el ambiente de una auténtica fuente de sodas, cada visita a la Nevería Roxy se convierte en un viaje al pasado, lleno de alegría y recuerdos.
Mi Juanita
Esta heladería ha perdurado a lo largo de un siglo, con tres generaciones de dueños. En la actualidad, los hermanos González Rosales, Ignacio, Alejandro y Víctor Manuel, son los responsables de dirigir este reconocido negocio y elaborar sus renombradas nieves artesanales.
La decoración del lugar es sencilla, adornada con fotografías de los fundadores, sus sucesores, así como de personalidades del mundo artístico que han visitado este icónico local, y las distintas ubicaciones que ha ocupado a lo largo del tiempo.
Entre las imágenes se encuentra un altar dedicado a la virgen de San Juan de los Lagos. En el exterior, una lona exhibe el lema “La nevería con más tradición de Tacubaya”.
Las nieves que ofrecen están elaboradas con ingredientes naturales y se preparan utilizando el método tradicional de barriles de madera, hielo y sal. Todo el proceso se lleva a cabo en el mismo local, donde disponen de todo lo necesario para crear los variados sabores de su carta.
La Michoacana
La historia de La Michoacana se remonta a la década de 1930 en Tocumbo, un pueblo del estado de Michoacán, México. En aquel entonces, Rafael Malfavón dirigía una modesta paletería que abastecía a los lugareños mediante una caravana de burros cargados con cajas de madera especialmente construidas para transportar sus helados. Su éxito se basaba en la cuidadosa selección de frutas de temporada para elaborar sus paletas. Más de 78% de éstas eran de frutas.
La Michoacana tiene más de 120 sabores, que incluyen paletas de crema o de leche con frutas, así como sus famosas de fruta con chile y las exquisitas paletas de fruta con licor. La marca La Michoacana ha trascendido fronteras, ya que ha sido registrada también en El Salvador y Guatemala. Sin embargo, desde principios de los años noventa han tenido que lidiar con la piratería. Para controlarla, Alejandro Andrade, director general de la empresa, introdujo un logotipo distintivo y más recientemente creó el Distintivo de Tradición, Originalidad y Calidad (TOC) que, por medio de The Frozen Institute, garantizar la calidad de sus productos en todas las franquicias.
A pesar de la piratería, cuando uno se encuentra con una Michoacana original, siempre da gusto refrescar la tarde con una paleta de grosella o un vaso gigante de agua de fresa.
Chiandoni
Chiandoni se guarda como un tesoro familiar transmitido de una generación a otra y, a pesar de todas las precauciones, esta icónica heladería italiana suele estar repleta de visitantes.
Inaugurada el 1 de enero de 1957, hoy Chiandoni conserva poco de su origen italiano. La figura de su fundador, Pietro Chiandoni, está inmortalizada en los recortes de periódicos que narran sus días como boxeador. Los azulejos que representan el mural de la Torre Inclinada de Pisa en una de sus paredes han ido cayendo con el transcurso de los años. Sin embargo, lo que permanece genuinamente italiano en Chiandoni son sus recetas, que aún son el alma de este lugar.
Esta heladería que comenzó en la Nápoles se ha extendido por distintos puntos de la ciudad, pero en todas las sucursales el estilo retro y los helados vistosos son una constante. Y no exageramos cuando les decimos que, al menos una vez en la vida, uno tiene que probar un banana split de Chiandoni.
Siberia
Si toda la vida has visitado Coyoacán, Siberia ha sido parte de más de un recuerdo de tu existencia. La heladería nació en la década de 1930 y ha dejado una huella significativa en la zona de Coyoacán. Aunque su primer local se encontraba cerca de la plaza central, y ahora frente al famoso mercado, sus helados han acompañado a las personas que han visitado la Casa Azul de Frida Kahlo, Los Viveros o las famosas quesadillas del Mercado de Coyoacán.
La especialidad de la casa es el banana split, sin embargo, puedes deleitarte con los sabores clásicos de helado, como vainilla, chocolate, fresa y limón. Helados Siberia es una empresa familiar que ha resistido el paso del tiempo y hoy se considera un emblema de esta conocida alcaldía.
La Especial de París
La historia de La Especial de París se remonta a 1921, cuando comenzó como un modesto carrito de helados que ofrecía únicamente dos sabores: vainilla y limón. Sin embargo, su verdadera fama llegó poco después, en una época en que la literatura servía también como guía de la ciudad y la gente se dedicaba más a la lectura. Salvador Novo, en su obra Nueva grandeza mexicana, la nombró como uno de los mejores lugares para deleitarse con un helado de calidad.
Para 1929, La Especial de París ya se había establecido como un puesto fijo en la calle París, ocupando el mismo lugar emblemático que conserva hasta hoy.
Lo que realmente distinguía el sabor de los helados de La Especial de París era el toque dado por Domingo Lozada, fundador y conductor de aquel carrito. Lozada había sido instruido por expertos italianos en el arte y los secretos de la elaboración de un helado excepcional, pero fue él quien adaptó y enriqueció los sabores con ingredientes propios de la tradición culinaria mexicana.
Por cuatro generaciones, los descendientes de Domingo Lozada han mantenido viva la tradición culinaria familiar. Entre sus creaciones más destacadas se encuentra el helado de vainilla, reconocido en toda la ciudad por su calidad y elaborado exclusivamente con vainilla mexicana, sin aditivos artificiales ni conservantes.