Las ciudades quedan irremediablemente lejos del campo. Aquí no se entiende de siembras y la cosecha hay que traerla de otros lados. Ciudad de México, desde luego, no es la excepción. Porque, ¿qué podría crecer entre todo este concreto? Lo único que parece darse bien entre tantos ejes viales y avenidas son edificios, que siguen multiplicándose y cada vez se hacen más altos.
En contra de todas las probabilidades, hay un puñado de proyectos que no sólo han intentado traer un pedazo del campo a la ciudad, sino que han tenido éxito. Obviamente no ha sido fácil. Para lograrlo han echado mano de algo de diseño, mucha investigación e incluso arqueología. El resultado es un improbable regreso a la tierra, en forma de huertos urbanos.
El Terreno
Además de sus cualidades obvias, estos espacios también tienen la extraordinaria capacidad de teletransportar a sus visitantes. En El Terreno, el efecto puede ser incluso más evidente, al intercambiar la atmósfera de una zona residencial en la ciudad por la del campo mexicano. Esto fue posible con una investigación casi arqueológica de lo que antes era un terreno baldío y las plantas que lo habitaban de manera natural. “Definimos qué era lo que realmente pertenecía acá”, nos cuenta Elías Kalach, fundador del taller de arquitectura Vertebral, que diseñó el proyecto.
El Terreno está construido con material sobrante de otras obras y su diseño se integra con el ambiente a su alrededor. Nació en plena pandemia, con el objetivo de crear un lugar donde se pudiera sembrar en medio de la ciudad, pero, sobre todo, como una iniciativa comunitaria. “Más que un espacio verde, es un espacio social”, afirma Elías. La agricultura ha prosperado, con huertos repletos e incluso productos para vender, pero el proyecto también ha creado una comunidad más cercana a una vida sostenible, por medio de talleres, clases y el contacto con la tierra.
Sitopia
El propósito último de sembrar es, desde luego, llevar lo cosechado a la mesa. Justo de esa idea surge Sitopia, que, más allá de construir jardines y huertos urbanos (“simples” espacios verdes), busca crear ecosistemas comestibles, biodiversos y autosuficientes. El propósito es restaurar la relación que los habitantes de Ciudad de México alguna vez tuvieron con la tierra y promover una alimentación consciente.
No basta con sólo sembrar, Sitopia quiere crear algo funcional. Sin embargo, esto agrega otro grado de complejidad al proyecto. Para cosechar productos que sean comestibles y nutritivos no basta con la mera intención, es necesario saber del tema. Por eso la misión de Sitopia va más allá de la creación de huertos en la ciudad: también dispone de talleres e instrumentos para que cualquiera pueda aprender a cultivar lo que llegue a comer.
Fénix Farms
Una de las preguntas que surgen naturalmente cuando se piensa en este tipo de espacios en Ciudad de México suele ser ¿en dónde ponerlos? A veces parece que aquí ya no cabe ni un alfiler, pero “las ciudades tienen que reinventarse con su realidad climática”, me dice Lily Foster, fundadora de Fénix Farms, quienes tienen un ojo especial para encontrar esos lugares desaprovechados, donde bien podríamos tener un huerto urbano. Las azoteas y las terrazas, por ejemplo, pueden ser espacios tan buenos como cualquier jardín.
Ellas aconsejan saber a qué nos enfrentamos, investigar qué puede crecer y beneficiar cada ecosistema. La filosofía del equipo en Fénix Farms es que, con suficiente investigación y a través de la agroecología urbana, es posible crear un huerto fértil, diverso y con frutos comestibles en cualquier lugar. En Ciudad de México han observado el éxito particular de hortalizas, kale, acelgas, berenjenas, muchos tipos de flores, hierbas y frijoles que se pueden integrar y mejorar la dieta de cualquier citadino dispuesto a aprender en su taller Agricultura Urbana Regenerativa.