Este verano tuve la fortuna de dirigir la Orquesta Federal Juvenil de Alemania dentro del festival Young Euro Classics y disfrutar Berlín. Cada vez que voy a Berlín no dejo pasar la oportunidad de escuchar un concierto de la Berliner Philharmoniker, que para muchos (yo incluida) es la mejor del mundo. Además, la orquesta reside desde 1963 en el edificio diseñado por Hans Scharoun, que sin lugar a dudas posee una acústica extraordinaria.
También disfruto mucho sus parques, especialmente el Tiergarten, perfecto para salir a correr por las mañanas u organizar un picnic al mediodía. El lugar es tan grande que uno se olvida que está en medio de una metrópoli. Muy cerca se encuentra el zoológico, parada ideal si uno viaja con niños.
Berlín es una ciudad verde: el Mauerpark, o parque del muro, es un espacio que me encanta visitar. Ahí, los domingos se organiza un mercado donde hay de todo: desde comida hasta ropa, pasando por juguetes, antigüedades e infinidad de curiosidades. Un paseo excelente para los chachareros.
Otra zona de la ciudad que también me agrada mucho es Kreuzberg, uno de los barrios más cosmopolitas y hogar de una gran comunidad turca, por eso lo llaman Pequeño Estambul. Me gusta ir a comer pizza a Il Casolare, siempre pido una a la Diávola, por mucho ¡la más rica! Perfecto acompañarla con una ensalada y un buen vino.
Junto al río, el Radialsystem V es un espacio cultural donde puedes disfrutar distintas propuestas artísticas. Justo al lado está Holzmarkt, un curioso lugar que parece sacado de una historia de ciencia ficción, pero que en realidad es un centro de comercio justo y alternativo. En los locales, construidos en madera y que forman una especie de pueblito miniatura, venden crepas, hamburguesas, cervezas, helados y hasta tienen una peluquería.
Una calle por la que me encanta caminar es Kastanienalle, pues está llena de restaurantes y algunas tiendas de ropa. Después de una caminata, nada mejor que sentarse en Prater Garten, un superespacio con mesas al aire libre y buena cerveza.
Y como Berlín es una gran ciudad cultural, uno no puede irse sin visitar la Isla de los Museos. Ahí está el Museo de Pérgamo, el Museo Bode, el Museo Nuevo, la Galería Nacional Antigua y el Museo Antiguo. Uno puede pasarse todo el día, o varios, yendo de uno a otro intentando verlo todo.
En fin, Berlín no es solamente cuna de la música clásica, sino también de innumerables momentos culturales, por eso, siempre estoy agradecida de volver.
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