Para quienes viven en la zona poniente de la Ciudad de México, Malinalco es un básico del fin de semana; pero no hace falta tener una casa a pie del monte para disfrutarlo, ya que la oferta de hoteles boutique es amplia, y lo mejor del pueblo es que es tan pequeño que se recorre fácilmente a pie.
No se llega por autopista, sino por una pequeña carretera que atraviesa diversos poblados en el Estado de México. Elegimos un Kia Optima, el sedán premium de la marca coreana, que además de su aerodinámico diseño, nos demostró que no hace falta un suv para enfrentar una carretera complicada.
Primero, hay que tomar la autopista Toluca-Marquesa-Lerma y agarrar la desviación a Chalma, aquí se convierte en carretera libre. Es recomendable utilizar la navegación para no perder las salidas; como es de esperarse, son carreteras de un solo sentido y muchas curvas, y en época de lluvias, hay que considerar el pavimento mojado; Optima responde en los rebases y es francamente estable en curvas. Se puede elegir entre el modo Sport o Eco, dependiendo de la zona. Yo utilizo el modo Shift-Tronic de su transmisión automática porque me siento más en control del volante.
En dos horas estamos en Malinalco. Buscamos el hotel Casa El Limón, ubicado a siete cuadras del centro, en medio de calles pequeñas y empedradas con muchísimo lodo. Me preocupa no traer un suv con off-road, pero con Kia Optima no tengo problema gracias a sus rines de 18 pulgadas, su excelente suspensión estabilizadora y su asistencia en pendientes. No se resbala y no me deja atorada en ningún momento. ¡Y es un sedán!
Decidimos comenzar el día visitando el centro. Llevamos el auto porque hay muchos estacionamientos –siempre y cuando no intentemos llegar a la plaza central–. Es día de fiesta en la parroquia del Divino Salvador, a cuyo costado se encuentra el pequeño convento Agustino de la Transfiguración, erigido en el siglo xvi, famoso por los frescos que adornan las paredes del patio central. Es increíblemente silencioso porque los monjes viven aquí y están en clausura.
Comemos en el restaurante Los Placeres, que es uno de los más populares de Malinalco por su menú slow-food. Pedimos huauzontles y trucha, el orgullo local; hay un criadero en la ciudad, de interés turístico.
De postre pedimos en la nevería contigua una nieve “De los Dioses”, hecha de piñón, calabaza y guanábana; las nieves de Malinalco son un clásico infaltable. Curioseamos por los puestos de artesanías, pero no tarda en alcanzarnos la lluvia. En Malinalco la temporada va de junio a noviembre, por lo que un impermeable, paraguas y botas son indispensables.
Al día siguiente nos encaminamos a la zona arqueológica del Cerro de los Ídolos, asentamiento mexica de Moctezuma ii en Malinalco, un vocablo que significa “adoradores de la flor de zacate”, una especie que todavía existe.
Nos estacionamos a unos pasos de las ruinas, cuya entrada es gratuita los domingos; llegamos casi a las 11 de la mañana, excelente hora porque no hay mucha gente. La subida es por una amplia escalinata de piedras (sin barandal), rodeada de abundante vegetación. Nos recibe el templo de Cuauhcalli, que significa “casa de las águilas” en cuyo interior se encuentra la boca de águila, donde se depositaba el corazón de los sacrificados. Llueve y hay niebla, pero la vista y la sensación de libertad lo valen todo.
Al bajar visitamos el Museo Dr. Luis Mario Schneider, donde encontramos expuesta la historia de Malinalco, desde sus primeros pobladores hasta la actualidad, a través de la exhibición de objetos encontrados en la zona, muestras de la flora local y 400 de las seis mil especies de mariposas que existen en la zona.
Son las 12 y nos encantaría hacer rappel y tirolesa en el conjunto turístico que se ubica frente al museo, pero el clima definitivamente no lo permite. Decidimos volver a la ciudad. La carretera está nublada y llueve por momentos, pero el coche nos hace sentir seguras con su tecnología estabilizadora y su manejo sencillo.
El confort interior, además, nos hace el camino más placentero gracias a las ocho posiciones del asiento, dos soportes lumbares y el volante, así como los numerosos compartimentos para poner de todo: agua, munchis, monedas, iPod y lo que haga falta. Llegamos en dos horas y media, algo muy razonable para ser domingo por la tarde; lo curioso es que cruzamos más casetas de cobro que de ida.
Quedan ganas de regresar y hacer muchas más cosas, tal vez, visitar el Museo Vivo Los Bichos de Malinalco –ideal para niños–, o hacer turismo holístico en uno de los hoteles boutique en las zonas de balnearios que prometen “sanación”. Sólo hace falta un coche confiable y confortable, y muchos deseos de relajarse.
KIA Optima SX Turbo
Motor
2.0L Turbo GDI con 4 cilindros
Potencia
245 HP @ 6,000 RPM
Torque
260 LB-FT @ 4000 RPM
Transmisión
automática de 6 velocidades Shift-Tronic
Modos de manejo
Eco y Sport
Rendimiento de combustible
combinado 14.28 km/l