Una de las ciudades más antiguas de Europa occidental, Lisboa fue envuelta, a lo largo de su historia, de mitos y personajes icónicos y su arquitectura no es la excepción. Estos son algunos de los edificios que vale la pena visitar al recorrer la capital lusitana.
Castelo de São Jorge
Ubicado en la colina de San Jorge, el punto más alto de Lisboa, el castillo del mismo nombre domina el paisaje de la ciudad desde el siglo V, cuando fue construido por los visigodos (una rama de los antiguos “bárbaros”), que fue extendido en el siglo IX por los musulmanes que mantuvieron su dominio sobre el territorio, y vivió su mayor esplendor como sede de los reyes de Portugal entre los siglos XIII y XVI.
Se dice, sin embargo, que en el siglo VIII a.C. hubo un primer asentamiento donde hoy se localiza el castillo.
Lisboa siempre fue un puerto codiciado: fue ocupado por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bárbaros, musulmanes y españoles.
Una larga historia de conquistas y guerras que, sumada a los terremotos que vivió Lisboa, dejaron su marca en esta impresionante estructura de 6,000 metros cuadrados. Fue restaurado en 1938 y desde entonces es una de las principales atracciones históricas de la ciudad.
Mosteiro dos Jerónimos
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, esta imponente edificación ubicada en el barrio de Belén data del siglo XVI y es famoso por su estilo manuelino, surgido en Portugal bajo el reinado de Manuel I y caracterizado por combinar estilos como el gótico tardío y el renacentista.
De hecho, la obra fue encargada por ese rey para celebrar el regreso del explorador portugués Vasco de Gama desde la India en 1498, en lo que constituyó la expedición oceánica más larga de su tiempo.
Antes de construirse el monasterio, allí se encontraba la iglesia de Santa María de Belén, donde rezaron Vasco de Gama y su tripulación previo a su arriesgada expedición. En 1850 se le anexó una construcción que alberga el Museo Nacional de Arqueología.
Palácio Nacional da Pena
Edificado sobre una colina de la cercana ciudad de Sintra, es visible desde Lisboa. Data del siglo XIX y fue una de las residencias principales de la familia real portuguesa, aunque en ese mismo periodo pasó a manos del estado portugués, que terminó convirtiéndolo en monumento nacional y museo.
El estilo romántico portugués en el que se basa su diseño es todo en uno una conjunción de estilos de diversos periodos, como el neogótico, el neorrománico, neomanuelino e incluso neomorisco, lo que le da un aspecto peculiar. En los interiores destacan los azulejos pintados a mano.
El palacio se encuentra rodeado por un parque de 200 hectáreas de bosque donde se hallan estanques y jardines de plantas exóticas traídas del mundo.
Convento da Ordem do Carmo
El convento de la Orden del Carmen, como se lo conoce en español, fue fundado en 1393. Aunque originalmente se localizó en un convento de la orden de las Carmelitas, sobre éste se construyó el edificio de estilo gótico que terminó sucumbiendo tras el terremoto de 1755. De aquella antigua construcción sobrevivió, sin embargo, una fachada que aún puede verse. Desde el siglo XIX el convento fue todo menos un espacio religioso: allí se instaló Guardia Real de la Policía y más tarde los juzgados del 3er. distrito de Lisboa. También en ese siglo, y tras funcionar por un tiempo como un aserradero, cuando las órdenes religiosas fueron abolidas por el gobierno, el espacio fue utilizado por la infantería municipal y la caballería.
Si bien en 1864 se fundó el Museo Arqueológico do Carmo, que poseyó algunas de los objetos arqueológicos, piezas de arquitectura y arte del país y otras regiones (incluso latinoamericanas), no fue sino hasta comienzos y mediados del siglo XX que se realizaron obras de restauración.