Cuando pensamos tomar buen vino, puede que se nos venga a la mente un viñedo en Francia o incluso en el Valle de Guadalupe, pero seguramente no un puente en Alemania. Es por eso que cuando los viajeros cruzan el Alte Mainbrücke, en la ciudad bávara de Wurzburgo, y ven que todos los locales a su alrededor caminan con una copa en la mano, sin duda se sorprenden.
Además de ser un centro académico, con cierto legado histórico en la región y la residencia de poco más de 125 mil personas, Wurzburgo es conocida en el resto de Alemania por su buena producción de vino. Lo curioso es que el mejor lugar para probarlo no es ni un restaurante, ni una bodega, si no el puente en cuestión.
También conocido en la ciudad como Puente Viejo, esta construcción siempre ha sido uno de los íconos de Wurzburgo. Y no es para menos, ha estado ahí desde 1473 y todo ese tiempo ha sido un paso crucial para los habitantes y viajeros que tenían que atravesar el río Meno.
El flujo natural de comerciantes, transeúntes y peregrinos lo convirtió en uno de los puntos centrales de la ciudad. Hoy, sin embargo, es famoso por algo más que su conveniencia peatonal.
El Puente del vino de Wurzburgo
En cada uno de los límites del puente, se pueden encontrar pequeños y acogedores restaurantes que sirven comida bávara típica y, desde luego, una probada de lo mejor del vino local.
Desde hace algunos años el éxito de estos restaurantes ha ido creciendo tanto entre locales y viajeros, que el espacio dentro dejó de ser suficiente y los comensales empezaron a salir al puente para terminar sus copas. De ahí que también recibe el apelativo de Puente del vino.
Aunque puede parecer un lugar inusual para disfrutar de una copa, lo cierto es que desde ahí se tiene las mejores vistas de Wurzburgo. No sólo las corrientes del Meno, si no también hacia la catedral de la ciudad y a la Fortaleza de Marienberg, que incluso es un Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.