Hay por lo menos dos rasgos biográficos de Toulouse-Lautrec que marcaron su personalidad: medía un metro cincuenta (mucho menor al promedio, pues se rompió las dos piernas de niño) y, viniendo de una familia acomodada, siempre se interesó más, sobre todo de noche, en los círculos bohemios: el de los cabarets, teatros, prostitutas, cirqueros, cantantes. Ambos aspectos lo convirtieron en un observador agudo, su mayor virtud, y con ellos plasmó la vida nocturna del París decadente.
Sus trazos en carteles quedaron inmortalizados, al igual que su forma de retratar a personajes, tanto de la aristocracia como de la vida nocturna, siempre marcados por un componente cercano a la caricatura, pero sin exageraciones, con pocos tonos de color, mayormente sombríos, aunque también algunos muy vivos, como el amarillo o el naranja. Hizo del cartel un objeto de colección, que en lugar de quedarse en la vitrina callejera terminó en galerías y museos.
La exposición que se presenta ahora en el Palacio de Bellas Artes, carteles procedentes de la colección del MoMA, incluye muchas de sus representaciones más famosas: como la del cantautor de cabaret Aristide Bruant y del célebre Moulin Rouge. También aparecen obras menos conocidas, pero igual de valiosas, como una serie que le dedicó a las mujeres que protagonizaron la escena nocturna, no en su faceta glamurosa, sino en una más íntima, retirada, alejada del público y con gestos a veces tristes y a veces cansados. Una vez un impresor le encargó carteles de las figuras eróticas de los cabarets; en lugar de retratar la parte vendedora, optó por el lado humano: el fracaso, la angustia, la soledad que se veía en pausas de trabajo. Otra serie es sobre los caballos, animales por los que sintió fascinación y retrató en distintas ocasiones.
Toulouse-Lautrec hizo notorios a los lugares y personas que pintó. Sus creaciones pasaron del arte popular a las galerías: su fama no la alcanzó en los círculos elitistas, sino en medio del ambiente nocturno. Además de influir al diseño gráfico que se desarrolló en el siglo xx, sobre todo de mano de la publicidad, también fue un referente en muchas de las vanguardias que florecieron tiempo después de su muerte.
Toulouse-Lautrec en el cine
En algunas películas recientes es posible ver la atmósfera nocturna parisina, donde no sólo la estética de Toulouse-Lautrec está presente, sino que él mismo, aunque sea brevemente, aparece: Moulin Rouge, Midnight in Paris y, sobre su biografía, Lautrec. Pero para conocer el ambiente de la belle époque, pocas cosas hay mejores que echarle un ojo a estos carteles, por poco tiempo en Bellas Artes.
No te pierdas la exposición en Bellas Artes, estará hasta el 27 de noviembre.