Los parques de Zambia tienen mucha fauna. Allí vi siempre decenas de leones, y no están tan masificados de turistas como los de Tanzania y Kenia, que, desde luego, son los grandes reinos animales de la sabana continental.
Si se comienza en el sur, la ruta se dirige a las cataratas Victoria, que en el lado zambiano se navegan y tocan. No se ven en toda su magnitud como en Zimbabwe, pero, a cambio, uno puede comer en la conocida isla Livingstone y bañarse en la Piscina del Diablo, en el mismo borde de las cataratas, con la cabeza colgando al abismo.
El lujoso Royal Livingstone Hotel organiza esas excursiones así como una cena en el viejo tren Royal Livingstone Express, en el que se sirve la cena en un viejo vagón de madera, mientras se escucha la banda sonora de Memorias de África, y se cruza un suburbio y un parque de animales al ritmo de su antigua locomotora de vapor. Para amantes de los mitos, tanto el hotel como el tren funcionan.
Luego, en Lusaka, una ordenada y limpia capital que ha cambiado a mejor en los últimos cinco años, y que cuenta con un curioso museo nacional, se puede acudir al bellísimo y salvaje Parque Nacional Lower Zambezi. En coche es un viaje algo pesado debido a la carretera, pero algunos hoteles, como el inmejorable Royal Zambezi Lodge, lo hacen en avioneta.
Es un capricho caro, pero esa África colonial que todos soñamos te cae como un mazo desde la altura al contemplar el río Zambezi y aterrizar en una pista de arena en medio de la selva. El hotel es magnífico, pegado a las aguas, lleno de lujos y vida salvaje que se admira en una soledad no ficticia y perfectamente adaptada al entorno. Sus safaris en automóvil o el paseo en barca por el río, con leones que miran el paso de las canoas, son de los mejores recuerdos que me llevo de aquellos cinco años africanos.
También se localiza el Parque Nacional Kafue, más grande y también casi vacío, y otro magnífico para los safaris que es el Parque Nacional South Luangwa. Un paisaje formidable en el que uno se instala en tiendas de campaña en el Cocodrile River Camp, en un codo precioso del caudal, a escuchar el crujir de la selva.
La primera vez que fui a Zambia, yo llevaba la intención de contemplar la tumba de David Livingstone. El famoso explorador y misionero escocés, muy respetado en el país, tiene una desconocida sepultura en el lugar que murió, Chitambo, donde quedaron su corazón y sus vísceras (el resto se lo llevaron a Gran Bretaña).
Es un sitio mágico para amantes de los íconos históricos con un simple monolito y un árbol de mopane dando sombra a sus restos. No hay nadie, no pasa nadie; es un perfecto final, supongo, para alguien que amó tanto esta olvidada tierra. A propósito, a medio camino entre Lusaka y Chitambo se ubica Kapiri Mposhi, de donde sale el Tazara Train que lleva, tras dos noches, hasta Dar es Salaam, Tanzania, cruzando el parque Selous. Una aventura fascinante.
Imprescindibles Cataratas Victoria, Lower Zambezi y South Luangwa.
Fuera de ruta Tumba de David Livingstone y el Tazara Train (Kapiri Mposhi).
Dónde dormir Royal Zambezi Lodge y Royal Livingstone Hotel, dos lugares de superlujo en ubicaciones muy especiales.