Anochece en São Paulo. Atrapado en el tráfico de las seis de la tarde escucho en la radio del coche la canción: No hay amor en sp en la que el rapero Criolo no oculta su decepción en las frías relaciones humanas de la metrópoli. Hablar mal de los males de la ciudad es uno de los deportes favoritos, no sólo de paulistanos típicos como el rapero, sino también para mí y para la mayor parte de los 10 millones de habitantes de la más poblada selva de cemento de Brasil. Aquí, en otra más de las ciudades donde el tráfico a la hora pico es infernal, parece que todo el mundo vive solamente para trabajar. Somos parte del engranaje del motor de la economía del país, y vivimos en medio de un paisaje urbano “donde los grafitis gritan y la vanidad excita”, como dice la canción.
La perspectiva de conocer cosas nuevas hace que la puesta del sol que colorea los rascacielos adquiera tonos poéticos cuando se contrasta con la fila de color rojo de los faros de los coches. Y São Paulo se convierte en un seductor parque de diversiones para los adultos que disfrutan de la cultura, la gastronomía y la vida nocturna. De acuerdo con el gobierno, hay 15 000 restaurantes, 20 000 bares, 260 salas de cine, 164 teatros, 125 museos e innumerables salas de espectáculos y de baile, que abren y cierran según la moda. Entre tantas opciones, hay que actualizarse para seguir las recomendaciones de los locales y de los foráneos establecidos en la ciudad.
Viernes en Vila Madalena
“Para disfrutar São Paulo debemos deshacernos de los aspectos negativos, como la deficiencia del transporte público, y crear el propio oasis dentro de esta locura”, dice el empresario Pablo Gallardo mientras se toma la primera cerveza del happy hour. Él abandonó el coche y va en bicicleta diario a su trabajo: la boutique de estilo de vida Tag and Juice, mezcla de tienda de bicicletas personalizadas con galería de street art. La ubicación no podría ser mejor para un lugar alternativo: queda en el Beco de Batman (Callejón de Batman), una calle estrecha que serpentea y está revestida de trabajos de grafiteros de la vieja escuela de sp, en el corazón de Vila Madalena. La colonia se hizo famosa por las actividades nocturnas de docenas de bares y por albergar estudios y galerías de arte en sus pendientes arboladas. “Hemos creado aquí el espacio que queríamos visitar”, dice Pablo. Con su socio, el artista plástico Billy Castilho, suele dar inicio a la noche de muchos bohemios, especialmente los sábados, cuando un dj comanda una sunset party en el terreno de árboles frutales que rentan frente a la tienda. Termina temprano, a las ocho de la noche, pero da inicio a la vida nocturna local.
Hay una forma eficiente para que los visitantes de São Paulo, en su gran mayoría ejecutivos en viajes de negocios, tomen las decisiones correctas en sus días en la megalópolis: deben seguir las recomendaciones de las publicaciones especializadas. Además del anuario Comer & Beber, que evalúa 1 268 establecimientos (también se puede comprar en forma de aplicación), los mejores eventos culturales de la agenda de la ciudad por lo general se publican en las revistas (y sitios web) Veja São Paulo y Time Out, así como en las guías de entretenimiento que los periódicos Folha de São Paulo y O Estado de São Paulo imprimen los viernes. Fue, por ejemplo, una lista internacional de la revista Restaurant la que seleccionó entre las 50 mejores experiencias gastronómicas en el mundo comer en dos restaurantes de la ciudad. En Pinheiros, a tres cuadras de la heladería Frida e Mina, está uno de ellos. En Maní, la pareja de chefs Helena Rizzo y Daniel Redondo presentan creaciones con ingredientes brasileños como la mandioquinha y el tucupi, los cuales le dieron al restaurante el puesto 46 en el ranking internacional.
Sábado en los Jardins
La cantidad y variedad de bares y lugares para bailar en las calles de Vila Madalena y Pinheiros sólo encuentra un rival digno en el entorno de la mítica calle Rua Augusta. Frecuentada por jóvenes desde la década de los 60, durante sus populares noches de sábado, la calle se extiende por cuatro kilómetros, desde la exclusiva colonia Jardins hasta la descuidada región central de São Paulo. “Ninguna otra calle traduce São Paulo como ésta”, dice el empresario Facundo Guerra, un argentino que vive en la capital, quien abrió en el centro sus seis centros nocturnos –como la sala de conciertos Cine Joia, en la zona oriental conocida como Liberdade, y el bar Z-Carniceria, que mantiene la decoración inspirada en una carnicería que había allí en los años 50, en este mismo número 934 de la calle Augusta. “Se trata de una calle que nace popular, entre los bares y burdeles de la zona baja, y se hace más noble entre los cines y librerías de la Avenida Paulista, y luego desciende a la colonia Jardins, la de las mansiones y restaurantes refinados, donde parecen avergonzarse: allí cambia su nombre a Avenida Europa”, dice riéndose. Enamorado de la ciudad, Facundo declara: “São Paulo tiene la mejor noche del mundo.”
¡La parte noble de la calle Augusta, la región de Jardins, es mi favorita cuando quiero mostrar a amigos extranjeros un lado más cosmopolita de São Paulo. Comenzando con el atardecer en Skye, el bar junto a la piscina en la terraza del hotel Unique. Como si recordara un barco, la arquitectura de Ruy Ohtake redondea las formas y llena de colores brillantes varios edificios de la ciudad. Está a medio camino entre nuestra mayor zona verde, el Parque Ibirapuera y los edificios iluminados de la Avenida Paulista. De ahí, yo iría a cualquiera de los dinámicos centros culturales de la zona circundante. En la parte donde la Augusta se viste como Avenida Europa, El Museo de Imagen y Sonido, el MIS, organiza su propia fiesta al aire libre, Green Sunset, un sábado al mes, siempre a las 22 horas. Pero la programación cultural del lugar es lo que ha conquistado a más multitudes, con exposiciones multimedia, como la del director de cine Stanley Kubrick, que atrajo a 80 000 visitantes entre octubre y enero, y la del músico David Bowie, que seguirá despertando intereses hasta el 20 de abril. Escuchando con audífonos las canciones de la estrella británica, los visitantes pueden observar unas trescientas piezas, entre manuscritos originales y 47 de sus excéntricos trajes, como el rayo asimétrico de Aladdin Sane. El museo mantiene sus puertas abiertas hasta las 21 horas entre semana y hasta las 23 horas los sábados.
Domingo en el centro
Establecimientos como Riviera, que llevan el encanto de la tradición, son raros en una ciudad tan dinámica en la que la sed por cosas nuevas nunca se detiene. Desafortunadamente, São Paulo conserva poco de su historia –a pesar de que nació hace 460 años, poco después de que los primeros portugueses desembarcaron en Brasil en 1500. Las casas más antiguas se remontan a mediados del siglo xx, y están concentradas en el centro, lugar de nacimiento de la ciudad, en el otro lado de la Calle Augusta. Al público nostálgico le encanta revivir el glamour de antaño en el Bar Brahma, inaugurado en 1948 y famoso por organizar, en un espacio íntimo cada noche, conciertos de música brasileña, como la samba y el chorinho. Está en la esquina de la Avenida Ipiranga con la Avenida Sao João, el mismo cruce del que habla Caetano Veloso en la canciónSampa. El inicio de la noche puede tener incluso más clase, tal vez un domingo, en el bar o en el restaurante del Terraço Italia, que abrió sus puertas en 1967 y que tiene una hermosa vista panorámica desde los pisos 41 y 42. Detrás de las ventanas se pueden observar las rarezas de la arquitectura de Sao Paulo, como el Edificio Copan, en forma de onda, diseñado en los años 50 por Oscar Niemeyer. Y el edificio Planalto, de 1956, de Artacho Jurado, referencia del modernismo paulistano, y que por lo general alberga animadas fiestas para invitados vip en la terraza del piso 25.
Todavía en la zona centro, los amantes de los musicales a menudo se enfrentan a las colas del Teatro Renault, que ofrece espectáculos al estilo de Broadway como El Rey León. Los amantes de la música clásica seguramente prefieren los conciertos de la Sala São Paulo –votada como la mejor atracción de la ciudad porTrip Advisor en 2013. Pero nada representa la noche paulistana del centro, en cualquier día de la semana, como los clubes nocturnos del conocido Baixo Augusta –cuadrilátero delimitado por las calles Avenida Paulista, Rua Augusta, Rua de la Consolación y la Plaza Roosevelt, ésta última un popular punto de encuentro de personas de teatro.