Desde Hermès hasta Vuitton, de Miu Miu a Prada, y de H&M a Uniqlo, pareciera que no hay una sola marca que no tenga un local sobre Nanjing Road, el epicentro de Shanghai. Pero, ¿qué sucede con la industria independiente? ¿Existe? Nos dimos a la tarea de descubrir a los nuevos diseñadores chinos, los que están intentando abrirle camino a la moda local. Sus talleres y showrooms se esconden, en su mayoría, en las calles y los callejones del French Concession, muy cerca del popular Xintiandi.
Se calcula que en promedio los locales gastan hasta mil dólares cada mes en ropa y accesorios de lujo. Aunque muchas estadísticas señalan a Shanghai como la capital de la moda asiática, lo cierto es que en ese panorama hace falta ver rostros jóvenes y marcas independientes.
Germain y James —los diseñadores detrás de este concepto— piensan que estar en China es un factor que juega a su favor, especialmente porque en su caso, al tratarse de sastres, necesitan estar muy cerca de sus talleres. Les permite crear piezas únicas y a la medida para sus clientes, a un precio razonable y lo mejor de todo, rápido. Esto es lo que para ellos marca la diferencia con otros sastres: una paleta de estilos, telas y accesorios que es ilimitada, y la velocidad, que es lo que sus compradores están buscando.
Su taller/showroom/boutique, que está escondida entre callejones en el French Concession, es pequeño pero muy acogedor. Aunque la idea es que cada cliente decida su propia pieza, hay algunas muestras que sirven al menos para darse una idea de la calidad de las prendas —aunque ver a los sastres ataviados de manera impecable es la mejor muestra de la calidad de su trabajo. Camisas, sacos, pantalones o chalecos pueden hacerse a la medida, desde la tela que se elige hasta el corte.
Para ellos, grandes admiradores de otros diseñadores locales, la industria de la moda en China está todavía muy rezagada, pero eso es lo que hace que haya tantas posibilidades.
La boutique de Charles Philip tiene vista a la calle, algo que no sucede siempre en el caso de los creadores independientes chinos. Pero éste no es un diseñador común. Cuando me pongo a platicar con su madre —y su novia y su hermano— descubro, además de que ésta es una empresa familiar, que su familia es una hondureña-italiana bastante atípica. En la misma boutique donde venden sus originales zapatos —se trata de alguien que se especializa en slippers— se encuentra también el taller, y el modelo parece funcionar a la perfección. Los clientes llegan al local, eligen la tela o la piel para su calzado y el diseño, para finalizar con las medidas.
Tres días después los encargos están listos. Lo genial de un modelo como éste es que el cliente tiene la libertad de elegir cada detalle, desde los materiales y los acabados hasta la forma. Sorprendentemente, tampoco se trata de un producto caro —algo que se consigue con una mano de obra económica— y por eso, para los viajeros que vienen de fuera, hacer una escala en Charles Philip es básico.
El éxito de Charles Philip, y de toda la familia que lo acompaña, es haber creado un producto que es una idea que en China, específicamente, puede funcionar. El hecho de tener un taller dentro de la tienda es algo que sería imposible de imaginarse en muchos países, pero en China no sólo funciona sino que es la clave para hacer que este negocio funcione en esta economía.
Echo Cao es una joven diseñadora que busca utilizar telas y materiales locales para realizar sus creaciones, por lo que trabaja principalmente con talleres familiares del área. Cuando le pregunto qué tan difícil es diseñar moda independiente en China, contesta: “Los clientes chinos de los diseñadores independientes son gente que realmente aprecia la creatividad única y la buena calidad (claro, la mayoría de los productores no están haciendo ese tipo de artículos). Aunque no compiten directamente con los fabricantes masivos, es cierto que las grandes manufacturas sí tienen un efecto negativo sobre nosotros. Esto provoca, por ejemplo, que los talleres de ropa no estén interesadas en tomar órdenes pequeñas o que las empresas que hacen las telas nos impongan un mínimo de compra que resulta muy alto”. Eso explica también que la diseñadora, que está establecida en Shanghai, esté convencida de que China no tiene aún una industria de la moda muy fuerte.
Las piezas de Echo Cao, que pueden conseguirse en las boutiques Catie Lo y Le 366, son súper femeninas y de líneas bastante clásicas. La diseñadora nos cuenta que admira las creaciones de Yves Saint Laurent, Stella McCartney y Jil Sander y también comenta: “Estoy muy interesada en otras culturas y por eso he viajado bastante por el mundo. Tengo algunos diseños inspirados en los kimonos japoneses, también me gusta mucho el exotismo de Asia y África y me encantaría hacer algo hermoso inspirado en estas culturas”. Echo Cao no empezó en la moda, su carrera inició en las leyes. Estudió derecho en Beijing y de hecho trabajó muchos años para una compañía europea. Fue hasta 2010 que decidió darle un giro a su carrera y dedicarse a la moda. En 2012 regresó a trabajar como abogada, pero dividiendo su tiempo con su estudio de moda y mantiene su showroom abierto al público.
Posiblemente Helen Lee sea una de las diseñadoras independientes mejor posicionadas de la ciudad y aún así es muy extraño escuchar su nombre fuera de China, lo que simplemente termina de constatar que la escena de la moda aquí es aún incipiente.
Para esta diseñadora “el problema está en la producción, pues las manufacturas no aceptan las órdenes pequeñas que vienen de los diseñadores y las marcas independientes, pues al final, ellos necesitan cubrir un mínimo en su producción para sobrevivir. Así que nosotros, por ejemplo, tuvimos que encontrar otra manera. Decidimos armar nuestro estudio, con nuestras necesidades y cuidando muy de cerca el proceso de la fabricación. Esto creo que es lo que nos ha dado una gran ventaja sobre el resto”.
Las piezas de Helen, sin duda, se distinguen por su originalidad. Para ella, la inspiración viene de muchos aspectos, incluyendo otras culturas. Por eso dice: “Para mí, la mayoría sale de los viajes, además del contacto diario con la gente. Cada vez que voy a otra región encuentro algo que me interesa y se convierte en una idea. Me gusta el sentido de humor, la ironía y que se vea el reflejo de la modernidad y el estilo de vida”.