Imaginen más de 5 000 personas viviendo en la misma construcción: suena casi a una pesadilla. Pero Copan fue el sueño de Oscar Niemeyer, el más grande arquitecto de Brasil. Los 37 niveles de Copan se extienden en una de las áreas más concurridas de la ciudad, creando a su paso una estética curva que asemeja a la tilde que se utiliza sobre la letra “a” de São Paulo. Pero más que en apariencia, Copan es el reflejo de Sampa porque, al igual que la ciudad, es un espacio multicultural y multiclases: desde los departamentos de tres habitaciones, en el Bloque D, hasta los pequeñísimos espacios del Bloque B, considerado el más pobre, Copan tiene espacio para cualquier paulistano, sin importar de dónde venga.
Niemeyer pensó el edificio de esa misma manera, pero la puesta en marcha del proyecto, y más tarde, su ejecución, resultaron tan complicadas que el arquitecto fue desentendiéndose del proyecto. La ciudad vertical de Niemeyer consideraba también un hotel y un teatro, que nunca llegaron a hacerse, pero cuando fue inaugurado, además de los espacios comerciales y de vivienda, Copan tenía también un cine. Y aunque fue un símbolo de la modernidad paulistana, Copan pasó por muy malas épocas en los 70 y los 80. En los años 90 el edificio fue tomando la forma que tiene hoy, la de un crisol que contiene toda la sociedad brasileña en 45 mil metros cuadrados (la estructura de concreto más grande de América Latina).
Hoy en Copan hay una galería de arte —Pivo— que se puede visitar, y un restaurante con bastante buena fama, el Bar da Dona Onça, dos razones o excusas suficientes para darse una vuelta y conocer una de las obras más importantes de la arquitectura social del siglo XX.
- 140 metros, 37 plantas y unos 400 kilos de concreto por cada metro cúbico.
- Para encontrar el origen de Copan es bueno visitar el edificio Montreal.
- Para proteger del sol y ayudar al diseño, la fachada utiliza el mismo concreto como parasoles.
- Hay 72 locales comerciales en las primeras plantas del edificio.
- Tres obras de Niemeyer para visitar fuera de Brasil
- Centro Cultural Oscar Niemeyer (Avilés, España)
- Pestana Casino Park (Funchal, Madeira)
- Sede del Partido Comunista (París, Francia)
- Un brasileño en Nueva York
El arquitecto brasileño fue uno de los elegidos para trabajar en el equipo internacional que proyectó la sede de Naciones Unidas en Nueva York. La leyenda cuenta que Le Corbusier, en ese entonces mayor y más famoso que el brasileño, tuvo menos éxito con su propuesta, conocida como la número 23. El esquema del brasileño, que separaba los edificios y creaba una plaza cívica, fue la ganadora, pero el arquitecto suizo terminó convenciendo a Niemeyer de unir ambos planos. El resultado final que conocemos hoy es una mezcla de ambos proyectos.