Nicaragua no es el destino más obvio de Centroamérica, seguramente los viajeros nombrarán primero a Costa Rica, que se posicionó como el especialista en naturaleza desde hace tiempo, o a Panamá y Guatemala, cuyos esfuerzos por atraer al turismo en los últimos años los han ido metiendo poco a poco al mapa. Nicaragua no, éste es lo que llamaríamos un destino en pleno desarrollo y por eso explorarlo resulta tan gratificante.
Los atractivos de Granada
Aterrizamos en Managua y después seguimos a Granada, a 40 kilómetros de la capital. Fundada en 1524, la segunda ciudad del país descansa a la orilla del lago Cocibolca, con casas de estilo morisco que le dan una personalidad única. A la hora de hacer una escala gastronómica, lo ideal es asomarse a Espressonista, un espacio donde Zoltan Puzsar y Andrés Lazar, dueños del lugar, ofrecen el mejor café nicaragüense que bien puede acompañarse con algo de comer. El hummus de betabel, las galletas de queso, la sopa de sandía y el tagliatelle con ossobuco son platos que vale la pena pedir, y para el postre, la pavlova es la excusa perfecta de acompañamiento para una buena taza de café.
La ciudad más visitada de Nicaragua tiene algunas paradas imperdibles, como el convento de San Fransico, el puerto y la catedral. Desde lo alto del campanario se puede disfrutar de la mejor vista del lago y del volcán Mombacho. También hay que hacer una parada en Tío Antonio, un taller de hamacas artesanales que funciona como centro social, ofreciendo trabajo a jóvenes con discapacidades. Tienen un pequeño espacio, conocido como el Café de las Sonrisas, que es el primero de América en ser atentido en su totalidad por personas con discapacidad auditiva.
El paraíso que mira al Pacífico
Después de dos horas en carretera llegamos a Mukul Resort Golf & Spa, un hotel que conjunta naturaleza en su más puro estado con servicio y hospedaje de lujo; aquí se viene a descansar y reconectar con el entorno. El hotel está distribuido en 37 beach villas y cabañas que se pierden entre el verdor de la selva. Desde las maderas sustentables hasta sistemas de captación de agua, pasando por materiales de la región, pinturas no tóxicas y un programa de reforestación que incluyó reubicar a un guanacaste de 150 años. Éstas son las pruebas del espíritu ecológico del hotel y su compromiso con el entorno. Pero además, su relación con las comunidades de la zona es otra de las iniciativas que lo hacen un hotel consciente. Cuando uno baja a la playa, por ejemplo, tiene que asomarse a la comunidad de mujeres de Gigante, un grupo que se dedica a recoger el plástico que arrastra el mar y con él fabrican bolsas de playa, pulseritas y forros para termos de agua que venden a los turistas.
Mukul es un paraíso que le recuerda al viajero constantemente que está en Nicaragua, prueba de ello es el desayuno en Cocina Nikul, donde el maracuyá y el nacatamal —la versión centroamericana del tamal de maíz— son las estrellas de la gastronomía local.
A San Juan del Sur
Un corto paseo en yate separa Mukul de las playas vecinas de Gigante, Maderas, la Redonda y el famoso pueblo de San Juan del Sur. Se trata de un destino muy popular entre los locales, ideal para practicar surf o pasear en velero. La caminata hasta la estatua de Jesús de la Misericordia, en lo alto de un cerro de la bahía, es otro de los planes imperdibles. Para comer, Timón es un restaurante con 30 años de experiencia, famoso por recetas auténticas nicaragüenses y mariscos muy frescos, incluida la siempre codiciada langosta. Durante las noches, el pueblo tiene fama por su animada vida nocturna.
Los casos de Granada, Mukul y San Juan del Sur son apenas los primeros, queda mucho más por descubrir en este país centroamericano que hasta ahora ha pasado inadvertido, en parte, por el escaso desarrollo turístico. Pero sospechamos que eso está por cambiar.