El misterio
El viajero intrépido y curioso que quiere saborear una de las últimas dinastías comunistas debería de reservar un boleto a Pyongyang, la capital de la República Popular Democrática de Corea (rdpc), también conocida como “el Eje del Mal” y uno de los más grandes enemigos de Estados Unidos y Occidente. Para sorpresa de los viajeros, Corea del Norte es un destino turístico, aunque llamarlo “destino exclusivo” sería un eufemismo, ya que solamente unos 5 000 turistas visitan este desconocido país asiático cada año. Quien quiera regresar a casa con historias originales y fotos que nadie más podría tener, debería poner este destino en su lista de prioridades. Lo más extraño de visitar Corea del Norte es que cualquiera puede hacerlo. Reservar un viaje no es ni complicado ni peligroso y es bastante accesible. De hecho, viajar a Corea del Norte cae en la categoría de Doom Tourism —turismo en lugares en vías de extinción— y no porque sea peligroso ni misterioso. El Doom Tourism es un concepto que inventó Lonely Planet y básicamente significa que uno no quiere ser el primero en visitar un lugar sino el último. Uno quiere ir antes de que el destino, el monumento o la cultura cambien o desaparezcan totalmente. ¿Pero cómo hace un ciudadano común y corriente para visitar Corea del Norte? Sencillo: hay que reservar un viaje con la compañía inglesa Koryo Tours, que ha estado llevando a curiosos a este país desde hace más de diez años. Ellos arreglan la visa, reservan los vuelos o el tren desde Beijing a Pyongyang y se aseguran de que descubras el país de manera original. El fundador es el inglés Nick Bonner. Gracias a sus documentales internacionalmente premiados y a sus películas que muchas veces ha hecho con la colaboración de la bbc, Bonner ha conseguido levantar una esquina del velo que cubre esta misteriosa tierra. Trabajó durante seis años en la famosa película The Game of their lives; y su filme, A State of Mind, cuenta la historia de los gimnastas que están entrenando para los impresionantes Mass Games, que se organizan cada año en honor del líder. Piensen en el legendario video de Faithless, “I Want More”. Más de 100 mil norcoreanos bailan durante estos eventos, de la forma más sincronizada y alucinante del mundo. Para muchos viajeros, los Mass Games norcoreanos son la única razón del viaje. ¿Todavía no están convencidos? Cinco preguntas y respuestas sobre cómo hacerlo.
Primero
¿Cómo llegar?
Todos pueden hacerlo, incluso los turistas norteamericanos. En 2012, Koryo Tours llevó algo más de 2 500 turistas a Corea del Norte y un tercio de ellos eran estadounidenses. Una vez que se reserva el viaje, ellos se encargan del resto. Hay que empezar con el vuelo de una hora y media que separa Beijing de Pyongyang en un avión Tupolev de Air Koryo, la aerolínea nacional. Una primera clase vintage y super chic, aeromozas que usan guantes blancos y lápiz de labios rojo, una comida que compite con cualquier aerolínea americana y el Pyongyang Times, un periódico local que se traduce al inglés. Si el vuelo es nocturno (algo poco común) las vistas serán espectaculares: el Río Yalu, que separa China de Corea, bullicioso y lleno de luz del lado chino y en la absoluta penumbra del lado norcoreano. A bordo hay básicamente visitantes y turistas, pero también algunos nacionales que son fáciles de identificar por la insignia del Gran Líder que visten rigurosamente. El mismísimo Kim Il Sung observa al Tupolev mientras aterriza en el Aeropuerto Internacional de Pyongyang. El grupo de viajeros sabe qué esperar, el día anterior en Beijing hay una sesión para dar instrucciones. Computadoras, cámaras, lentes, cámaras de video, todas están autorizadas. En el 2009 todavía había que entregar el celular en el aeropuerto, pero hoy en día se puede llevar el teléfono y comprar una tarjeta sim local con la que se pueden hacer y recibir llamadas internacionales. Hay conexión a internet en la mayoría de los hoteles grandes desde el 2008, además de que los guías suelen tener internet en sus celulares. Nuestro guía inglés, Simon Cockerell de Koryo Tours comparte sus aventuras en vivo vía Instagram desde Corea del Norte (síganlo en @simonkoryo).
Segundo
¿Los viajeros son libres durante el viaje?
Sí y no. Explorar solo es un gran no. O se reserva un viaje de manera individual a Corea del Norte y el gobierno te asigna dos guías locales y un chofer en un elegante Mercedes antiguo, o vas con un grupo internacional. En el caso de la segunda opción, dos guías locales, un guía occidental y el chofer conforman la comitiva. Se aceptan solicitudes pero como el programa tiene un horario tan apretado que uno esta restringido como turista. En otras palabras, se ve la Corea del Norte que el gobierno quiere que veas. La idea en sí misma es fascinante. Y claro, hay limitaciones. Está estrictamente prohibido tomar fotos de las instalaciones militares (¿no es todo el país una instalación militar?), como lo es la frontera con Corea del Sur. Hay que inclinarse ante las estatuas del Líder Supremo. Pero sin importar qué tan bien organizado esté el recorrido (algo que sucede en cualquier tour occidental donde los turistas sólo ven y experimentan lo que los tour operadores les dejan ver) se consigue un atisbo de la verdadera Corea del Norte. En la capital, Pyongyang, con sus calles vacías (sólo una feliz minoría conduce un coche), chicas que parecen muñecas en uniformes azul y blanco trabajan en los cruces. Entre las visitas oficiales a los museos, los monumentos y los mausoleos, uno consigue un acercamiento a la vida diaria de la ciudad. El 15 de agosto, el Día de la Liberación, todo el mundo va al parque. Hacen picnics, bailan, cantan, juegan… Las familias se sientan en el pasto, debajo de los árboles, y la mayoría de las mujeres llevan elegantes vestidos. Es un buen momento para sentarse con ellos y disfrutar de un momento de contemplación.
Tercero
¿De qué va el programa?
Una semana en Corea del Norte es una mezcla entre visitas, sabores y experiencias. Desde ir a jugar boliche en un rígido local comunista (aunque las bolas sean Made in usa) hasta subirse al metro, ir a visitar una biblioteca en una escuela o una academia de música donde se enseña a tocar el acordeón, el piano y la guitarra con fervor colectivo. Los miembros masculinos del grupo son advertidos de antemano para que lleven una corbata para el día de la visita al mausoleo de Kim Il Sung. También incluida en el recorrido está la visita a la zona desmilitarizada (dmz) entre Corea del Norte y del Sur. En el camino se pasan varios retenes en una autopista casi desierta, como turista uno puede pararse muy cerca de la frágil línea que divide a ambos enemigos. Una foto de la caseta azul del guardia con Corea del Sur a tan sólo unos metros sirve de souvenir. Menos oficial es el hermoso paisaje del país, que puede disfrutarse desde la ventana en muchos de los recorridos con el autobús: campos verdes, mucho espacio y ocasionalmente un pueblo o aldea. En una de estas visitas nos llevan a la costa, fuertemente custodiada por los militares. A lo lejos, se alcanza a ver la orilla de Japón del otro lado. Sin contar el detalle de los militares, nos ofrecen un relajado almuerzo gourmet en un restaurante de la playa: pescado fresco al grill, mariscos y pato.
Cuarto
¿Es un plan para todos?
Muchos viajeros podrían cuestionarse si viajar a Corea del Norte es éticamente correcto. Desde luego, cada quién decide por sí mismo; pero la misma ecuación debería aplicarse a otros países que no son políticamente correctos o sufren de mucha corrupción. El turismo es una fuente de ingresos para Corea del Norte y al menos el viajero puede ver a los locales como son de verdad, y viceversa. Viajar hasta aquí ayuda a levantar un poco esa cortina que nos hace desconocernos, de ambos lados. Tal vez esta interacción ayude a pavimentar el camino de la libertad y la paz para todos. Todo lo que se necesita como turista (además de la corbata cliché) es una mente abierta y la creencia de que algo humano se esconde en este país, a pesar de los reportes negativos de Occidente. Descubrir este país tan secreto tiene sus lados extraños y sus reglas, pero como viajero de corazón uno debe poner las cosas en perspectiva.
Quinto
¿Y los Mass Games son de verdad tan espectaculares?
Sí, sí y sí. Hay pocas palabras para describir un evento de tal tamaño e impacto. Son la atracción principal del país y sencillamente, ¡lo más impresionante que verás en tu vida! Los Mass Games son básicamente como un espectáculo sincronizado realista-social, en el que participan 100 mil personas en un despliegue de danza y gimnasia de 90 minutos acompañado de música y envuelto en un paquete altamente politizado. Literalmente no hay otro lugar en la tierra que tenga algo comparable y hay que verlo con tus propios ojos para apreciar y escalar el despliegue. Los Arirang (Mass Games o Juegos Masivos) se llevan a cabo cada semana desde julio/agosto hasta mediados de septiembre. Ochenta mil bailarines y gimnastas practican a lo largo del año para actuar delante de sus compatriotas y especialmente para su líder. El paisaje de fondo lo van creando 20 mil personas con un libro de colores, quienes se sientan en la audiencia y crean patrones que aparecen de manera sincronizada cambiando las cartas. Como turista, asistir y tomar fotos en estos eventos no es para nada un problema. Los precios por una entrada van de los 130 dólares en tercera clase, a 450 dólares en el área vip.
El veredicto
Nos encantó visitar Corea del Norte. Fue uno de los viajes más sorprendentes que hemos hecho en años. Desde el grupo de viajeros que conocimos durante el recorrido, hasta el karaoke y socializar con locales mientras bebíamos y fumábamos juntos. ¿El highlight? Los Mass Games, un espectáculo que te vuela la cabeza (fuimos dos veces) y que sólo podría verse aquí. ¿Si regresaríamos? ¡En un instante!. t