Si la cultura japonesa aún no te había sorprendido lo suficiente, quizá es porque no habías escuchado sobre este café en Tokio, donde no sólo puedes ir a tomar algo y conversar, si no convivir con unos capibaras.
Así como lo lees. En el Café Capyba estos animales que se han vuelto la sensación de las redes sociales también son los protagonistas de la experiencia. Más allá de lo que se sirve en la barra, la gente llena el lugar para tener una oportunidad de acariciar a los roedores gigantes que se pasean entre las mesas.
Los “animal cafes” de Japón
Aunque suena como un sitio único en su tipo, la realidad es que el Café Capyba no es algo tan extraordinario en Japón, donde los “animal cafes” son una tendencia común.
El gancho es simple y conocido: los comensales pueden convivir de cerca con especies a las que no están acostumbrados a ver. Además de los populares capibaras, hay cafés con perros o gatos y hasta pingüinos y marmotas.
Más que un zoológico, los “animal cafes” están pensados como un ambiente donde ciertas especies se protegen y conservan. Algunos han abierto sus puertas como refugio de animales callejeros o incluso como reserva de especies en peligro de extinción.
Es por eso que las visitas incluyen ciertas restricciones: están sujetas a la condición de los animales, los horarios diseñados para su comodidad y desde luego hay estrictas reglas para evitar incomodarlos.
¿Cómo es el Café Capyba de Tokio?
Este peculiar café se encuentra en el barrio de Sumida, pero visitarlo no es tan sencillo como simplemente tocar su puerta. Primero que nada, hay que hacer una reservación con una hora de entrada específica. Una vez dentro del Café Capyba, tendrás que permanecer en una “sala de espera”, donde ordenas lo que tomarás y esperas a que las personas del turno anterior salgan.
Cada turno tiene una duración de 30 minutos y un costo de 1,250 yenes, algo así como 8 dólares. Podrás convivir con los capibaras, acariciarlos e incluso darles de comer, pero está estrictamente prohibido levantarlos del suelo, perseguirlos o hacer cualquier cosa que pueda molestarlos.