Con más de 13 millones de visitantes extranjeros todos los años, Nueva York es uno de los principales destinos turísticos en el mundo. Viajeros de cualquier rincón llegan atraídos por las grandes luces de Times Square, la imperdible oferta gastronómica y de entretenimiento, o el mito de la ciudad que se ha creado entre películas y novelas. Pero, con todo lo que hay para ver y entre los mares de turistas que llegan a diario, es fácil perderse, caer en algunas tourist traps y, al final, terminar regresando a casa sin haber conocido lo mejor de la ciudad.
Será inevitable que en un primer viaje a Nueva York cometas algunos errores de principiante. Desde luego, también hay que conocer algunas de esas partes plagadas con otros turistas, pero tampoco hay que perderse de los secretos de la Gran Manzana y seguramente te servirá leer algunos de estos consejos para sacarle el mayor provecho a tu viaje.
No salir de Manhattan
Uno de los errores más comunes de un viaje a Nueva York, muchas veces se comete incluso antes de llegar. No es que sea culpa de los viajeros. En realidad, la imagen que las películas y la televisión han vendido sobre la Gran Manzana a veces sólo se limita a este distrito de la ciudad.
El skyline que se forma entre el icónico Empire State o el Edificio Chrysler; el glamour de la Quinta Avenida, de Wall Street o del Rockefeller Center; la inmensidad de Central Park. Probablemente todas sean imágenes que nos vienen a la cabeza de inmediato, cuando pensamos en Nueva York. Claro que hay que conocer estos lugares al menos una vez en la vida, pero hay otros cuatro boroughs por conocer en la ciudad y muchos locales incluso podrán debatir que lo mejor está allá.
Brooklyn, por ejemplo, está lleno de símbolos entrañables de Nueva York, como los barrios de Dumbo y Williamsburg, que tienen algunas de las mejores boutiques y restaurantes de la ciudad, los mágicos paseos de Coney Island y, desde luego, el museo o el puente que llevan su nombre.
Hay que ir más al norte, al Bronx, para una de las tradiciones más importantes de la ciudad: ver un partido de los Yankees. Ahí también puedes conocer su impresionante jardín botánico o algunos de sus mercados, como el Bronx Night Market o el de Arthur Avenue. Además, aquí está el “otro” Little Italy de Nueva York, menos famoso que sus símil de Manhattan, pero quizá más auténtico.
En una tarde en Queens, puedes visitar Flusing Meadows, el parque sede de las dos Ferias Mundiales que ha recibido Nueva York y que aún conserva varios de los edificios insignia de ambos eventos. Tampoco hay que dejar de conocer la oferta cultural de Long Island City e incluso probar alguno de los restaurantes latinos más auténticos de Nueva York, como La Esquina del Camarón Mexicano y Luna de Xelajú.
Al sur, en Staten Island, está una de las partes más tranquilas y residenciales de la ciudad, pero, aun así, con varios lugares que ameritan el viaje en ferry. El museo de Fort Wadsworth es perfecto para entender más sobre la historia que forjó la Gran Manzana. En Nonnas of The World, puedes aprender a hacer pasta con los consejos de quienes mejor conocen las técnicas tradicionales: abuelas italianas.
Perderse de los museos menos visitados
La Gran Manzana tiene algunos de los mejores y más famosos museos en el mundo. Entre visitas al Museo de Historia Natural, el MoMa, Met o el Guggenheim, cualquier itinerario está más que cubierto. Sin embargo, otro de los errores comunes en un viaje a Nueva York es perderse de aquellos museos que están “debajo del radar”.
Al interior de un elevador, en un callejón olvidado de Lower Manhattan, el Mmuseumm expone, con la curaduría de auténticas obras de arte, algunos objetos cotidianos como envolturas de chatarra, zapatos viejos o dibujos de niños.
Para arte contemporáneo, “el hermano menor” del MoMa, el PS1 en el barrio de Long Island City de Queens, lleva años reuniendo y promoviendo el trabajo de artistas emergentes de todo el país y ha juntado un colección permanente de más de 200,000 piezas.
En Brooklyn, The City Reliquary se ha formado de esfuerzos comunitarios, reuniendo un peculiar archivo de objetos que ejemplifican a la perfección el alma de la ciudad, como una gran colección de imágenes de Jackie Robinson, pequeñas estatuas de la libertad y fotografías del Nueva York cotidiano.
No usar el metro (o usarlo en hora pico)
El metro de Nueva York puede ser intimidante para cualquiera. Largas e intrincadas líneas se funden entre diferentes colores, cada una con distintos trenes y destinos, que pueden ser locales o express. El sistema no es tan sencillo como en otros lugares del mundo, donde sólo escoges una ruta por su color y el tren te lleva hasta la estación a la que quieres llegar.
Sin embargo, el metro es por mucho la mejor forma para moverse en Nueva York, sobre todo cuando se trata de distancias largas. No sólo es lo más rápido, recorriendo la distancia entre Queens y el Bronx en poco más de una hora, sino también más barato que cualquier taxi o Uber, con una tarifa de $2.75 por viaje.
Eso sí, quizá no quieras usarlo en las horas pico, cuando los locales se mueven al trabajo o regresan a casa. Entre semana, los peores momentos del día para subir son entre 8:00 y 9:00 AM y entre 5:00 y 7:00 PM. Durante esos horarios, algunos vagones pueden ir demasiado llenos y, si prefieres llegar cómodo a tu destino, te conviene esperar.
No conocer la ciudad desde antes de llegar
Quizá lo mismo aplica para cualquier destino, pero en una ciudad del tamaño de Nueva York, es importante tener claro cuáles son las zonas por dónde quieres estar, para quedarse lo más cerca posible o, en otro caso, saber cómo moverse por la ciudad para llegar hasta allá.
El layout de Nueva York es claro en un principio. Se divide en cinco boroughs o distritos, de entre los cuales cada uno tiene sus propios vecindarios. Si buscas algo céntrico, para moverte con facilidad por la ciudad, la zona de Soho puede ser una buena opción.
Pero, es importante que, independientemente de dónde te quedes, planees algunas rutas para moverte, sepas cuánto haces a los lugares que quieres visitar e incluso consideres recorrer la distancia a pie.
Pagar demasiado por boletos de Broadway
Más que un consejo, esto es un secreto a voces en Nueva York y aplica, sobre todo, si quieres tener la experiencia de ir al teatro en Broadway, pero no estás buscando entradas para una obra en específico.
Hay varias formas de conseguir boletos con descuento para obras de Broadway y, de hecho, puede que todo este tiempo hayan estado justo frente a tus narices. Quizá la más famosa son las taquillas de TKTS, que incluso tienen una locación debajo de las escaleras rojas de Times Square, donde se venden entradas para obras del mismo día que aún no estén agotadas con entre el 20% y el 50% de descuento.
Además, algunos teatros de Broadway también ofrecen loterías para vender las últimas entradas a precios entre los $25 y $35 dólares. Dos horas antes de la primera llamada, tienes que llenar un formulario con tus datos en la taquilla del recinto y, si eres uno de los ganadores, podrás comprar tu boleto aproximadamente media hora antes de la función.
Quedarse parado en la banqueta
La vida urbana en Nueva York se mueve a un ritmo vertiginoso que puede desentonar con el paso de algunos turistas. Las banquetas de la ciudad, a menudo inundadas de gente con prisa, se convierten en autopistas para peatones durante algunos momentos del día. Y, aunque es común y muy entendible que los viajeros quieran interrumpir su paso para admirar un impresionante edificio o una obra de street art, esto puede comprometer seriamente el caótico orden con el que se mueven los locales.
Es uno de los errores más comunes en un viaje a Nueva York, pero por fortuna también es uno de los más insignificantes y fáciles de resolver. Sólo basta con hacerse a un lado antes de detenerse, para no interrumpir el flujo de los peatones y evitar un pequeño choque.
No probar la comida local
Si por algo es conocida Nueva York, es por ser un crisol de culturas de todas las latitudes. Donde, por consecuencia, se puede encontrar buena comida de cualquier parte del mundo sin buscar demasiado.
Pero, entre toda esa influencia y algo de sus raíces bien definidas, la ciudad también creó algunos platillos insignia que no se pueden dejar de probar en un viaje hasta allá. Lo mejor es que de ninguna forma hablamos de alternativas muy elevadas o inaccesibles. Por el contrario, en puestos de la calle o pequeños locales familiares es posible encontrar un buen bagel o una gran y delgada rebanada de la típica NYC style pizza. No hay que regresar a casa sin probar un hot dog en un partido de béisbol o un clásico sándwich de pastrami en el deli que te quede más cerca.