Uganda: la tierra de los big seven

Un país de altas montañas, selva tropical y sabana.

17 Nov 2017

Hay un mito en los parques africanos que es ver a los big five: elefante, búfalo, león, leopardo y rinoceronte. Los ugandeses dicen que ellos tienen todo eso y dos más: el gorila y el chimpancé.

Uganda es como Namibia: especial, distinto. Es un país de altas montañas, grandes lagos, incluido el gigantesco Victoria, selva tropical y sabana. Lo tiene todo. Kampala, la capital, es una de esas urbes africanas canallas que va cambiando con el progreso. Hacia el norte están el Parque Nacional de Murchison Falls y sus bellas cataratas, las más altas del Nilo Blanco. El parque, bañado por las aguas del lago Alberto, es una especie de sabana húmeda.

Tras Murchison, por una carretera de arena donde se dejan poblados olvidados a los lados, los montañeros pueden ir a las Rwenzori Mountains e intentar escalar sus cumbres mencionadas ya por el greco-egipcio Ptolomeo, y que él bautizó como “montañas de la luna”. Ahí señaló el astrónomo que comenzaba el Nilo en el siglo ii y se equivocó solo por pocos kilómetros, algo que no se descifró hasta el siglo xix y sobre lo que aún hay dudas.

Luego se llega a la frondosa Selva de Kibale, donde habitan decenas de simios y sus reyes absolutos, los chimpancés. Mucho más activos y agresivos que los gorilas, seguirlos por la selva es un espectáculo. Su comportamiento es casi humano. Viven en manadas y se desplazan por tierra y por las copas de los árboles.

Rumbo al sur se encuentra el precioso Parque Queen Elizabeth, el mejor de Uganda, donde uno no se cansa de contemplar la naturaleza cincelada entre las aguas del lago Eduardo y del lago Jorge. El canal Kazinga, que comunica ambos, es una maravilla natural llena de aves.

En Uganda existe una cita ineludible: hay que seguir entre los volcanes fronterizos con Ruanda y el Congo para ver a los gorilas. Falta una parada en Ishasha, donde habitan los leones en los árboles (se acostumbraron a trepar a las ramas para huir de la mosca tsetsé).  Sigue el momento anhelado: el de los gorilas en la impenetrable selva de Bwindi, como se le conoce. Se sale temprano, aún a oscuras, y se llega a la entrada del parque con la primera luz. Se desciende la empinada ladera de una montaña y se entra en una espesa vegetación en la que no te ves los pies.

Puede tomar dos horas o seis encontrar a los gorilas, algo que hasta quizá no ocurra. El camino es duro, exigente, pero la recompensa, inmensa. Yo encontré un grupo de 20 gorilas, con alguna cría que comía con desdén las hojas de los árboles. Ni se inmutaron por nuestra presencia. Grande y frágil, el viajero contempla a una especie amenazada por la estupidez humana que la ha masacrado. Ese encuentro es una experiencia que no se olvida jamás.

En el lago Victoria es posible dormir en el pequeño parque de Mburo, algo aconsejable, ya que el trayecto es largo desde Bwindi. Para concluir, el lago Victoria y las fuentes del Nilo, aquel enigma que buscaron con ahínco los exploradores europeos desde Ptolomeo.

Finalmente fue John Speke, denigrado entonces por mentiroso, quien lo encontró en Jinja. El Nilo en su inicio está lleno de saltos de agua y de una pequeña fuente que precede a ese mar entre tierra que es el inmenso lago Victoria.

  • Imprescindibles: Murchison, Parque Queen Elizabeth, Kibale, Bwindi y Jinja.
  • Fuera de Ruta: Mburo y Rwenzori.
  • Dónde dormir: Paraa Safari Lodge, en Murchison, y The Haven, en Jinja.

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