Anish Kapoor tiene inquietudes mucho más grandes de las que caben en la mente de cualquiera. Las ha resuelto a través de una larga práctica escultórica en la que no se niega a ninguna posibilidad, escala, material, reto tecnológico, político o espacial. Sus piezas de arte público —quizá ninguna como Cloud Gate, en el Millenium Park de Chicago— lo han colocado en el imaginario popular como un imán de turistas y locales.
Todo esto, y el hecho de que una parte de su obra tiene esa infalible capacidad de excitar los sentidos, tiene mucho que ver con que se haya convertido en uno de los favoritos de las ferias. Está instalado entre los diez artistas más caros del Reino Unido, pero éste, originario de Bombay, es mucho más que eso. A finales de mayo, el muac recibirá la exhibición “Anish Kapoor. Arqueología, Biología”, y lo dejará muy claro.
A Kapoor le obsesiona la experiencia del vacío y la posibilidad de crear objetos en los que el interior es siempre más grande que el exterior. Ha investigado por décadas la noción del no-objeto y la forma de traducir ese concepto a lo escultórico, y su exploración a nuevas posibilidades continúa. Recientemente, se anunció que adquirió los derechos del pigmento “más negro” del mundo, uno que tiene la capacidad de absorber la luz de manera casi absoluta.
Kapoor está también en la selecta lista de artistas que han montado exhibiciones en el Palacio de Versalles. Como aquella residencia perteneció a Luis XIV, y no se ve más que belleza inmaculada, a Kapoor le pareció que había que traer al lugar un poco de oscuridad, tierra y enormes rocas sacadas de contexto. Entre otras piezas, colocó frente al estanque de Latona, en el corazón de los jardines, una estructura tubular con una abertura de forma parecida a la de una oreja, o una vagina, como de inmediato la identificaron los visitantes.
La pieza fue controversial desde el minuto uno, y poco después ya corría el rumor de que se trataba de la representación de la vagina de María Antonieta. Por si fuera poco, la pieza fue vandalizada con grafitis de consignas antisemitas violentas.
Kapoor, de origen indo-judío, se rehusó a borrarlas, y en Francia el problema fue tal que el presidente François Hollande pidió hablar con él personalmente. Kapoor terminó perdiendo, pero no del todo. Se aseguró de salir del problema a su manera. Cubrió parcialmente las consignas con hoja de oro, lo suficiente para que no pudieran leerse, pero su existencia siguiera siendo evidente. Como era de esperarse en la época del Rey Sol, tapó con opulencia la agitación. Ése también es Anish Kapoor.
Anish Kapoor, Arqueología, Biología. MUAC. Hasta el 27 de noviembre.