Encuentro de dos mundos en el Franz Mayer

Una experiencia donde descubrimos los paralelos, y las diferencias, entre etiquetas del viejo y el nuevo mundo.

10 Oct 2017

Hace unas semanas, en el claustro que hospeda al Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, Club Travesías reunió a sus socios para una experiencia única. Degustar una serie de vinos provenientes de bodegas de Europa y América para descubrir lo diferentes y fabulosas que son ambas regiones. Fue el acceso al mundo del vino de la mano de una experta, la sommelier Sandra Fernández Gaytán. Quién hubiera pensado que una copa de vino pudiera esconder tantos secretos juntos.

Sentados en una larga mesa en un salón con piezas de la colección del museo, muebles de marquetería holandesa y tapicería flamenca, se ubicaron seis copas frente a cada socio. Y como grandes señores, disfrutamos de quesos y frutas como frambuesas y ciruelas para potenciar los sabores.

Fernández Gaytán, que además ha sido conferencista y ha colaborado en la etiqueta de vinos, explicó cómo el color, la estructura y el aroma de cada uno son resultado de la edad, el tipo de uva y su origen (clima y suelo). Para esta experiencia, nuestro principal recurso fue el olfato, con el que los recuerdos y las emociones enriquecieron la degustación de un buen vino.

Este viaje comenzó con uvas similares pero de distintas regiones. Levantamos las copas, las giramos y observamos sus colores y aromas. Aprendimos de taninos y texturas.

Degustamos un Felino Chardonnay (de la bodega Viña Cobos, Argentina), seguido por un Côte de Léchet (de La Chablisienne, Francia); un Céfiro Pinot Noir (de la bodega Viña Casablanca, Chile) con un Peñalba López (de la Finca Torremilanos, España); seguimos con un Raymond Huet Bordeaux, que contenía merlot, cabernet franc y sauvignon (de la bodega Raymond Huet, Francia) y cerramos con un Sacro con cabernet sauvignon y merlot (San Antonio de las Minas, México).

Mientras que los europeos eran sutiles y discretos, los americanos, por venir de regiones cálidas, fueron exóticos y desbordantes. Si los del viejo mundo resultaban minerales en boca, con sabores a frutos no tan maduros, los del nuevo mundo sabían a compotas de frutas.

Entre aterciopelados y afrutados, ¡queríamos quedarnos con todos! Y como sucede con las grandes ocasiones, una conversación sobre la vinicultura fue el hilo conductor entre una copa y otra. ¡Únete a Club Travesías! Conoce las próximas experiencias en la página oficial: clubtravesias.com

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