Qué hacer en Cantón

Por fuera, pareciera simplemente otra ciudad del futuro. Por dentro, una de las historias más completas del pasado chino.

27 Oct 2017

 Para muchos, pareciera que Guangzhou es otra mega metrópoli asiática, de grandes rascacielos y repleta de centros comerciales, pero esta ciudad guarda mucho de la historia de China, sólo es cosa de saber encontrarla.

Famosa en todo el globo por sus deliciosos Dim Sum y por ser la indiscutida capital mundial del fake market, Guangzhou —conocida también como Cantón— no suele ser incluida en las rutas turísticas de China. Y sin embargo, esta moderna metrópoli, ubicada en el encuentro de la antigua Ruta de la Seda con el Río de las Perlas y el Mar de la China Meridional, de rascacielos, shopping malls y súper hoteles de lujo, guarda intactas las magníficas huellas de su historia milenaria. Una historia en donde la ciudad y la región de la cual es capital, el Guangdong, fueron protagonistas de algunos de los acontecimientos más importantes de las dinastías chinas y de siglos de intercambio cultural y comercial con Europa, Asia y el mundo árabe (que se mantienen hasta el día de hoy). El resultado es un lugar único y variado, donde es posible vivir una experiencia totalmente auténtica y original, sin las dificultades culturales y comunicativas que se dan en otras regiones del país.

Guangzhou está cambiando con el vertiginoso ritmo típico de las ciudades chinas. En el nuevo business district, Pearl River New City, donde se encuentra también la impresionante y controvertida Opera House de la arquitecta Zaha Hadid, acaban de abrir sus puertas exclusivos hoteles de cadenas internacionales que ofrecen una impecable acogida sobre todo a la muchedumbre de adinerados hombres de negocio que concurren esta meca del import-export. Mirando el impresionante skyline que se va dibujando y que se refleja en las calmadas aguas del río, uno puede pensar que Guangzhou es tan sólo otra metrópoli ultra moderna del continente asiático.

Sin embargo, sólo hace falta alejarse un poco de los rascacielos para descubrir los atractivos más auténticos de esta ciudad y sus muchas historias. Como la del emperador de Nanyue, de la dinastía Han Occidental, enterrado con un sudario hecho de miles de piezas de jade cosidas con hilos de seda hace unos dos mil años. Su tumba, resguardada en el museo homónimo, es la más grande y mejor preservada de las halladas hasta el momento. No muy lejos del distrito comercial de Beijing Road, el lugar por excelencia para ir a comprar “cosas chinas” y regatear, se encuentra el impresionante Templo de los Ancestros de la Familia Chen: un extenso conjunto arquitectónico de la época de la dinastía Qing (a finales del siglo xix), decorado con esculturas de madera, piedra, estuco, cerámica y hierro, que fue casa de la antigua familia que patrocinaba el templo y la academia donde estudiaban los jóvenes que pertenecían al prestigioso clan. Caminando por los pasillos y los patios de lo que hoy es el Museo de Artes Populares de Guangzhou, uno puede percibir toda la serenidad y la espiritualidad que inspiró este lugar a los que lo habitaron.

La hermosa isla de Shamian es símbolo de la multiculturalidad propia de Cantón. A la orilla del Río de las Perlas y separada del continente por un canal, se trata de un enclave europeo justo en el centro de esta ciudad china. Los extranjeros vivieron e hicieron negocios aquí desde el siglo xviii, pero fue en el siglo xix cuando las compañías de comercio de occidente construyeron aquí hasta 150 edificios en estilo europeo (neobarroco, neogótico y neoclásico). Hoy, estas hermosas mansiones son oficinas de gobierno, bancos, hoteles y museos. A lo largo de los 900 metros de su hermoso y tranquilo paseo peatonal se encuentran varias estatuas de bronce de distintas épocas, que representan la mezcla cultural de este inesperado rincón de Europa en territorio chino.

Los fans de las artes marciales, los apasionados de películas sobre el Kung Fu o quienes recuerdan el embrujo de la legendaria mirada de Bruce Lee durante el combate, no pueden dejar de visitar Foshan. A unos veinte kilómetros de Guangzhou, esta ciudad es considerada como la capital china del Kung Fu y de la cerámica. Las dos cosas, aparentemente muy distintas, encuentran su comunión en el Zumiao, el espectacular templo taoísta de los ancestros, construido entre el final del siglo xi y el siglo xiv. De lo alto de los techos de sus encantadores edificios magníficamente decorados, cuelgan míticas criaturas acuáticas, realizadas en la famosa cerámica de la cercana aldea de Shiwan, cuidando con sus sombras a los jóvenes discípulos que llevan adelante el antiguo y noble arte del Kung Fu. En los patios y en los jardines del templo se dan tradicionales demostraciones de artes marciales en su estilo local llamado Wing Chun, un derivado del Shaolinquan. Ip Man el maestro más famoso de Foshan, tuvo entre sus discípulos al carismático Bruce Lee, artista marcial, actor y filósofo chino-americano, nacido en San Francisco, pero originario de la ciudad.

A pesar de que durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, esta religión tradicional sufrió muchos ataques, en el Guangdong las herencias espirituales del budismo y del taoísmo han sido fuertemente defendidas y hoy la región cuenta con muchos fieles practicantes. Uno de los templos taoístas más importantes e impresionantes está enclavado en la ladera de las sagradas montañas Dinghu. A poca distancia de la ciudad de Zhaoqing, a unos cien kilómetros al Oeste de Guangzhou, escondido en lo alto de una carretera de montaña rodeada por frondosa vegetación y, a menudo, por una espesa y mística niebla, se alza este antiguo monasterio. Sus impresionantes edificios, que datan de 1633, miran hacia el escenario pintoresco e irreal del lago y de la reserva de la biosfera conocida como “La joya verde en el Trópico del Cáncer”, patrimonio de la humanidad por la unesco. Se trata de uno de los templos más visitados por los fieles que traen  hasta aquí sus ofrendas, rituales de incienso y oraciones. A los pies de estas montañas sagradas, en el centro de Zhaoqing, se puede admirar otro escenario espectacular, el del Seven Stars Cave: siete cumbres de roca calcárea, cubiertas de exuberante vegetación, que recuerdan a las estrellas de la constelación de la Osa Mayor elevándose del agua de cinco lagos en un paisaje de ensueño. No sorprende que uno de estos espejos de agua se conozca como Lago de las Hadas. En este parque extenso y maravilloso se encuentran también ocho cuevas, donde se guardan inscripciones y obras caligráficas que remontan a la dinastía Tang.

Mientras la rica ciudad de Guangzhou recibía comerciantes desde las cuatro esquinas del mundo, entre el siglo xix y principios del siglo xx, mucha de la gente que vivía en los campos de la región del Guangdong tuvo que emigrar hacia Norteamérica. Cuentan que el primero fue un campesino llamado Xie Shede, que salió de la aldea de Tangkou, cerca de Kaiping, rumbo a Estados Unidos en 1839. Fueron justamente los habitantes de esta pequeña ciudad del sur, los que se atrevieron a buscar suerte en los países de ultramar. Acostumbrados al contacto con los extranjeros por la cercanía a la costa y por ello, menos conservadores que los chinos del interior, se trasladaron en masa a Estados Unidos y Canadá, encontrando trabajo en las minas de oro y en la construcción de los ferrocarriles.

A pesar de su gran contribución al desarrollo de Norteamérica, los emigrantes chinos padecieron fuertes discriminaciones e injusticias y entonces todos soñaban con volver a sus aldeas nativas. Los que lograron realizar su sueño, invirtieron sus ahorros comprando campos alrededor de Kaiping y construyendo sus casas en un estilo sorprendente e increíblemente original, fusión entre las antiguas torres-atalayas de la dinastía Qing  del siglo xvii y los más variados estilos occidentales: barroco, gótico, rococó, neoclásico, árabe, bizantino y escandinavo. Patrimonio de la Humanidad por la unesco, los así llamados dialou son uno de los tesoros histórico-arquitectónicos más atractivos y más desconocidos de China.

En los alrededores de la ciudad se preservan unas 1800 de estas casas-torres de varios pisos, en su mayoría construidas en las primeras décadas del siglo xx y fortificadas contra los bandidos que entonces infestaban la zona. Se levantan, eclécticas e irreales fortalezas sin tiempo, sobre los cultivos de arroz, entre las tranquilas calles de un pueblito. En los campos de la aldea Zili, a unos doce kilómetros de Kaiping, se encuentra un grupo de quince hermosos dialouconstruidos en 1925 en hormigón armado, muy bien preservados y que pueden visitarse.

Las casas de tres pisos de la antigua ciudad de Chikan, asomada al río Tanjing, no son torres fortificadas pero llevan el mismo sorprendente estilo ecléctico de los dialou. Construidas entre el final del siglo xix y principios del xx por los emigrantes chinos que regresaron a la patria, estos originales edificios recuerdan, por su perfil y sus reflejos en la poca agua del río, a las casas del centro de Ámsterdam, aunque su estado de conservación les otorgue un aire a pueblo fantasma.

Pero el ejemplo más prodigioso de este original patrimonio arquitectónico de la China meridional se encuentra en el hermoso Li Garden, a poca distancia de Kaiping. Aquí, en medio de un armonioso jardín tradicional chino, entre canales, puentes y pabellones, se ubican seis lujosas mansiones, en un ecléctico estilo de inspiración neoclásica y morisca, y dos impresionantes dialou, que el rico y afortunado emigrante chino Weili Xie quiso construir, entre 1926 y 1936, para compartir con su extensa familia (cuatro esposas y 20 hijos) todo lo exótico de sus aventuras por Occidente.

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